EL PAíS › LA HISTORIA DE “LA OBRA”

Estrategia de poder

Como ninguna otra congregación religiosa, el Opus Dei (“La Obra de Dios”) concentró en tan poco tiempo tanto poder dentro de la Iglesia Católica. Fue fundada por Josemaría Escrivá de Balaguer en Madrid el 2 de octubre de 1928, bajo el nombre menos pretencioso de “La Obra”. Apenas 74 años después, el papa Juan Pablo II proclamó santo a su creador ante unos 300 mil devotos que llegaron a la plaza de San Pedro desde 84 países. El Opus Dei ya había aglutinado a los miembros más ortodoxos y fundamentalistas del clero católico y ocupado no pocos lugares en la cúspide eclesiástica del Vaticano; además de reclutar miles de fieles entre los miembros de los principales círculos de poder del mundo.

En sus inicios, el Opus Dei dirigió sus trabajos a los enfermos de los hospitales y los pobres y fue rápidamente extendiéndose a distintas actividades sociales y económicas, como la educación a través de la Academia DYA. Durante la Guerra Civil Española, el Opus Dei fue una avanzada y activísimo grupo combatiente contra la República Española y a favor del “Generalísimo” Francisco Franco. Una colaboración que fue compensada durante el largo período de la dictadura franquista.

A comienzos de 1940 oficialmente la Iglesia Católica concedió aprobación al Opus Dei y en el 1943, a través de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, se la autorizó para ordenar sus propios sacerdotes, convirtiéndose así en un tiempo relativamente corto en una poderosa congregación con capacidad para darse sus propios dirigentes. En la década del ’40, con Escrivá de Balaguer radicado en Roma, el Opus consiguió que el Vaticano diera la primera aprobación pontificia y lo constituyera en Instituto Secular. En 1950, Pio XII promulgó la aprobación definitiva de la Obra. El decreto permitió la aceptación de personas casadas y la asimilación de sacerdotes de otras congregaciones católicas. En tan sólo 20 años el Opus Dei recorrió un camino que a otras congregaciones católicas les costó siglos alcanzar.

A finales de los años ’50, el Opus Dei inicia su expansión continental a la América hispana: Perú, México, Venezuela, Guatemala, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Puerto Rico, Honduras, Trinidad Tobago, República Dominicana y Nicaragua, así como también Canadá y Estados Unidos. Cuando Escrivá de Balaguer murió, el 26 de junio de 1975, el Opus Dei ya era uno de los más poderosos brazos de una curia vinculada con el poder político, o muy cerca de él, en los países de toda América y en el propio Vaticano.

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