SOCIEDAD › LO ENCONTRARON DURMIENDO EN UNA PLANTACION DE CANNABIS Y LO ACUSAN DE NARCOTRAFICO

Cultivo de perejiles

Emmanuel Feyling lleva más de un año preso en Corrientes. En el juzgado le piden que demuestre que no formaba parte de los cultivadores. El afirma que sólo estaba fumando porros en la plantación de unos conocidos, que lograron fugar. Su familia reclama que lo liberen.

 Por Emilio Ruchansky

La “inversión de la carga de la prueba” es una conocida falacia jurídica, por la que el acusado se ve obligado a demostrar su inocencia ante el tribunal, cuando en realidad la Justicia debería probar su culpabilidad.

Esta falacia fue la respuesta que los padres de Emmanuel Feyling dicen haber recibido de un secretario del juez federal de Corrientes, Carlos Soto Dávila. Su hijo está con prisión preventiva, acusado de narcotraficante, luego haberlo encontrado durmiendo a cien metros de 342 plantas de cannabis sativa. “Si quieren que lo larguen tiene que demostrar que no vendía marihuana”, fue el consejo del funcionario judicial. Esta inversión legal también constituye el argumento central del abogado defensor, Francisco Leguizamón, para exigir la nulidad de la causa. Es que la principal prueba está literalmente podrida, debido a que la pericia química sobre las plantas secuestradas se hizo tarde y ya no contienen THC, principal componente psicoactivo de la marihuana.

Emmanuel Feyling cumplió un año privado de su libertad en la sección de máxima seguridad de la Unidad Penal 6 de Corrientes, conocida como La Granja San Cayetano. Cumplió sus 25 años en esa alcaidía, donde ya hubo huelgas de hambre por los malos tratos del personal y tuvo una hija mientras esperaba el juicio, que podría llegar en febrero. Su caso conmocionó a la pequeña localidad de Empedrado, donde vive junto a sus padres, que perdieron la buena reputación en el vecindario porque nunca se mostraron avergonzados. Todo lo contrario: ellos afirmaron públicamente que iniciaron a Emmanuel y sus cinco hermanos en el uso de la milenaria planta.

Según explicó el padre, Ernesto, en una carta dirigida al juez, cultivar marihuana para consumo personal y “espirituoso” es parte del estilo de vida de los Feyling. “Esto –detalló– nada tiene que ver con el narcotráfico, del cual siempre procuramos mantenernos al margen, ya que el sistema implementado a raíz de la aplicación de esta normativa vigente ha generado una red o sistema de compraventa para la adquisición de los estupefacientes que implica la necesaria trascendencia de las conductas íntimas o privadas.”

Las plantas no estaban en la casa de los Feyling, sino en el campo de la madre de la novia de un conocido de Emmanuel: Fabio Lezcano. Este otro joven es marinero y de-sapareció del mapa antes del allanamiento, el 19 de diciembre del 2007. Emmanuel mandó un escrito al juez, quejándose del operativo porque, entre otras cosas, los agentes cortaron las plantas. las raíces y los tallos, y las contaron por separado. El padre de Emmanuel le insistió al magistrado que producción y consumo van juntos, “esto es lo que entendemos por cultura, ya que adquirir estos productos sin cultivar y estando prohibidos sería aceptar y después de someternos a los designios del narcotráfico”.

Los Feyling son permacultores, siembran todo lo que comen y no usan productos que dañen el medio ambiente. Además, elaboran y venden dulces. Se instalaron hace más de 30 años en Empedrado, a 60 kilómetros de la capital provincial, huyendo de la dictadura y de la ajetreada vida de la ciudad de Buenos Aires. Compraron una chacra de 20 hectáreas con la pretensión de autoabasterse y con el tiempo los chicos se fueron de casa y solo quedó el menor, Emmanuel, que repara motos en su taller. Todos defienden su autonomía a muerte. Por eso, la discusión entre ellos y los representantes de la ley es por momentos sorda. Ernesto les repite a los magistrados que él no cree “en la Justicia que condena o absuelve, sino en la que comprende y resuelve”. El juez habla de “adicción” y no de “estilo de vida”, de una presunta banda de narcotraficantes, cuya existencia aún no ha sido probada. El magistrado rechaza el pedido de excarcelación porque existe la posibilidad de que el acusado entorpezca la investigación o se fugue. Pero el período de investigación está cerrado, igual que la puerta del penal donde Emmanuel espera novedades.

Inteligencia

El caso comenzó con un “informe reservado” enviado por el comisario Orlando Galarza a su superior, Víctor Escalante Rivero, y elevado el 10 de diciembre de 2007 por este último al juez federal de primera instancia Carlos Soto Dávila. Galarza habría recibido un llamado anónimo en el que, según consta en el expediente, “lo ponen en conocimiento sobre dos personas que se dedicarían al consumo y venta de estupefacientes, más precisamente al armado de cigarrillos denominados porros”.

Vale aclarar que consumir no es delito para la ley actual y que Emmanuel Feyling no aparece mencionado en esta primera fase de la investigación; su nombre no figura en ninguna de las tareas de inteligencia. Los sospechosos son un joven apodado “Machete” y un tal “Tempé”. El primero, anotó Galarza, “posee una planta de mora” en el frente de su casa; el segundo, “plantas de diversas especies” sobre el muro perimetral.

La investigación continuó. Después se sumó otro sospechoso y el comisario volvió a recibir “llamados anónimos” que informaban que en una chacra de 6 hectáreas perteneciente a Fabio Lezcano, en Colonia Derqui, a 20 kilómetros de Empedrado, “se encontraría una caja de cartón en cuyo interior habría bolsas de semillas y hojas secas de un vegetal con la características de la cannabis sativa”.

El otro llamado indicaba que además de consumir y vender, habría plantines en esta chacra. El comisario Galarza intuía que se trataba de una banda de narcotraficantes y pidió la orden de allanamiento sólo para la propiedad de Fabio Lezcano. Y la consiguió.

Doce pesos

Los agentes de la Dirección de Toxicomanía de Corrientes y los policías de Empedrado irrumpieron en la chacra a las 14.30 del 19 de diciembre de 2007. Al divisar “una ranchada tipo carpa, la cual se halla construida de tacuara, plástico, mediasombra con su techo de lona y chapa de zinc” pidieron a los dos testigos de rigor que aguarden, temiendo algún tipo de reacción de los presuntos narcotraficantes. En la tienda no estaba ninguno de los sospechosos mencionados. Sólo encontraron a Emmanuel Feyling durmiendo panza arriba y bastante fumado, por cierto. Al lado del catre, en una bolsa, había 197 gramos de flores.

Los agentes lo despertaron y le pidieron que saliera. El joven no se resistió. En la ranchada había “colillitas chiquititas, tipo caseras, tijeras, una pipa casera hecha de caña, fertilizante, saliendo de la casa en una caja había hojas secas de marihuana”, describió la testigo Elvira Rosa López, que conocía a la familia Feyling, al igual que el otro testigo llevado al allanamiento. También había 210 semillas, “presumiblemente de marihuana”, debajo del catre y fertilizante.

A cien metros de la ranchada, en un terreno de doce por diez metros, se erguían 264 plantines, que a la vista de Gustavo Alterats, bioquímico de Toxicomanía, eran de cannabis sativa. A veinte metros, había otra plantación más pequeña con 78 plantines. Todos fueron arrancados y confiscados, al igual que una asada, un rastrillo y una pala de punta “en regular estado de conservación”. Mientras tanto Feyling permanecía de rodillas, esposado y encapuchado.

El proceso

Al pedir por segunda vez la excarcelación, el 30 de octubre pasado, el abogado defensor Francisco Leguizamón advirtió que se violaba el principio de inocencia y afirmó que Emmanuel “no sembraba, ni cultivaba, no vendía ni acopiaba, simplemente iba a ese lugar como invitado”. Aunque el acusado no tiene antecedentes penales entre otras condiciones favorables, la excarcelación le fue denegada porque la escala penal es de 4 a 15 años y “no favorece el beneficio”.

Esto último fue desestimado después de la denegación por un fallo de Casación nacional, que estableció como “doctrina plenaria” aplicar la prisión preventiva sólo en casos extraordinarios, más allá de la pena privativa prevista por el supuesto delito.

La calificación del juez es de “siembra, producción y tenencia de semillas con destino ilegítimo”, según la ley 23.737. El problema es que la pericia química, según un informe sobre la situación legal del 11 de noviembre pasado, determinó que “las muestras se componen de partículas de hojas, tallos, semillas y partes florales del vegetal, encontrándose en mal estado de conservación” y “no se puede determinar la aptitud toxicomanígena de las muestras”. Las semillas sólo presentan “un dos por ciento” de viabilidad germinativa. En el mismo escrito, el juzgado de la Cámara Federal confirma la prisión preventiva y desestima los dichos de Emmanuel sobre vínculo casual con el lugar allanado. Por otro lado, admite como válida la pericia psicológica que determinó que el joven “tiene trastornos de conducta” por el consumo habitual de marihuana y que sugiere un tratamiento ambulatorio. Por ahora, sólo un nuevo peritaje psicológico hecho el 23 de diciembre podría servir para que consiga la libertad asistida a la espera de resolver la cuestión de fondo. Su padre, en diálogo con Página/12, pidió que lo apresen a él porque fue quien le enseñó a cultivar. Su abogado admite que el chico tiene suerte si en febrero se conforma un tribunal que haría una especie de juicio abreviado, en una provincia donde “más de uno terminó 4 años preso por fumar en la calle o tener porro en su bolsillo”.

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