SOCIEDAD › MáS DE 170 MUERTOS POR INCENDIOS EN EL SUR, Y EN EL NORTE, INUNDACIONES

El fin del mundo en Australia

El fuego bajó algo la intensidad, pero el número de víctimas sigue en incremento. Ayer eran 173 los muertos por el incendio que presenta llamas de cuatro pisos de altura. En el norte, tres ahogados y cuatro mil viviendas afectadas por inundaciones.

Australia se encuentra en llamas y, al mismo tiempo, bajo el agua. En el sur del país, las víctimas por los incontrolables incendios siguen aumentando. Desde el último sábado, 173 personas perdieron la vida y 400 resultaron heridas. Por el momento, continúan activos más de 31 focos en el estado de Victoria, cerca de cuatro mil evacuados han solicitado ayuda de emergencia, 3300 kilómetros cuadrados de terreno fueron destruidos por el fuego y el valor de los daños materiales se calcula en 360 millones de dólares. En el norte, por su parte, al menos tres personas (entre ellos un niño) están desaparecidas, producto de las inundaciones que afectan hace diez días la región. Gary Morgan, jefe del Centro de Investigaciones Bushfire Corporative de Sydney, advirtió que “todos los elementos científicos de que disponemos hasta ahora demuestran que hay que contar con condiciones meteorológicas extremas en los próximos años”.

Las llamas se han propagado como consecuencia de un cóctel peligroso: temperaturas record, una sequía inédita y fuertes vientos. Sin embargo, aunque las altas temperaturas registradas en los últimos días en el centro y sur de Australia ayer descendieron considerablemente, los fuertes vientos imposibilitan aún la extinción total del fuego. Un bombero local, Greg Anof, admitió que “la intensidad del fuego es tan grande que en la mayoría de los casos nuestras tácticas no tienen efecto sobre las llamas”. Por ejemplo, sólo en el estado de Victoria continúan activos más de 31 focos. De hecho, el alcalde de Victoria, John Brumby, dijo que en la ciudad minera de Bendigo “algunos fuegos no fueron posibles de controlar” porque “había bomberos que literalmente enfrentaban llamas de una altura de cuatro pisos”.

Además, pese a los 30 mil voluntarios (entre bomberos y personal de Defensa Civil) y los 37 aviones utilizados para socorrer a los danmificados, muchos habitantes todavía permanecen en la zona del desastre. De hecho, durante una reunión de crisis, los funcionarios australianos consideraron la posibilidad de que “las víctimas fatales superen las 230 personas”. Según Brumby, muchas personas murieron al intentar proteger sus casas y numerosos cadáveres fueron encontrados en autos calcinados. También, el pánico ante las llamas provocó una huida masiva, y muchos conductores, cegados por el humo, chocaron entre sí o contra árboles.

“Nos cubrimos con una cobija en el riachuelo y nos acurrucamos con el perro y dos vecinos. Era tan sólo un arroyo de verano de poca profundidad, pero había suficiente agua. Nos sentamos en las aguas turbias bajo una frazada mojada y el fuego pasó sobre nosotros”, explicó Sonja Parkinson, una habitante de la ciudad de Melbourne –estado de Victoria–. Cerca de Healesville, Rhys Sund, de 19 años, utilizó un pequeño tractor con remolque para salvar a su hermana Rhiannon y a un grupo de mujeres y niños aterrorizados en una aislada granja en la ruta del fuego.

Solamente en Victoria, el fuego dejó a miles de personas sin techo, destruyó más de 750 viviendas y arrasó con 3300 kilómetros cuadrados de terreno. Asimismo, las autoridades calculan que el valor de los daños materiales llega a los 360 millones de dólares.

Algunas personas, luego de permanecer refugiadas en sus coches por días, pudieron llegar a los centros asistenciales de la Cruz Roja y, desde allí, esperar noticias sobre la suerte de sus familiares y vecinos. Por el momento, cerca de 4 mil evacuados han solicitado ayuda de emergencia al Estado australiano. Ayer, de hecho, el primer ministro, Kevin Rudd, anunció la apertura de un fondo de diez millones de dólares locales (6,7 millones estadounidenses) para la ayuda de los más danmificados por el desastre. Por otro lado, varias cadenas de supermercados entregaron los ingresos de una jornada a las víctimas, y el servicio de correos contribuyó con un millón de dólares para el fondo y ofreció sus servicios de forma gratuita para recolectar el dinero.

Además, las autoridades australianas comenzaron las investigaciones en pos de averiguar las causas del inicio del fuego: sospechan que muchos de los incendios fueron provocados intencionalmente. De hecho, Rudd se refirió al delito como “asesinato múltiple”, en tanto la policía adelantó que los responsables enfrentarán acusaciones de homicidio. Al mismo tiempo, para evitar nuevos incendios, las autoridades cerraron algunos parques nacionales y pusieron bajo vigilancia las zonas afectadas.

El norte del país no corre mejor suerte: desde hace 10 días un frente de lluvias torrenciales azota el territorio. Producto de las graves inundaciones, al menos tres personas –entre ellas un niño de cinco años– están desaparecidas, el 60 por ciento del estado de Queensland fue declarado zona de catástrofe, los cultivos de la región se perdieron por completo y algunos granjeros abandonaron su ganado por no poder alimentarlo. Además, tres mil viviendas quedaron bajo el agua. Al igual que en el sur, decenas de personas debieron ser evacuadas a centros de la Cruz Roja local.

La organización ecologista Greenpeace hizo predicciones sombrías sobre las consecuencias del calentamiento climático: “Australia se expone a episodios de sequía más frecuentes, a temperaturas más elevadas, a fuegos más intensos, así como a ciclones y a inundaciones de consecuencias más graves”, aseguró la ONG.

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En Whitlesea, estado de Victoria, una granja que prácticamente quedó borrada del mapa. El fuego arrasó con todo a su paso.
Imagen: EFE
 
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