Sábado, 15 de septiembre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › EL MAL ES IDENTIFICADO EN LA PRIMERA CONSULTA APENAS EN EL 20 POR CIENTO DE LOS CASOS
En coincidencia con el Día Mundial de Concientización del Linfoma, que se conmemora hoy, fue difundida una investigación que muestra un alarmante problema para diagnosticar la enfermedad. Uno de cada tres pacientes tardó más de cuatro meses en obtener la certeza.
Por Pedro Lipcovich
Sólo uno de cada cinco pacientes con linfoma fue correctamente diagnosticado por su médico en la primera consulta; y uno de cada tres pacientes tardó más de cuatro meses, a partir de la consulta inicial, hasta recibir el diagnóstico acertado: así lo indica una encuesta internacional efectuada por la ONG Lymphoma Coalition, cuyos resultados son “más alarmantes que lo anticipado”. A la dificultad de muchos médicos para tener presente este diagnóstico, se agrega la falta de conciencia entre la población: “El 43 por ciento de los pacientes tarda más de seis meses en hacer la primera consulta”, según el mismo informe. El indicio más claro de este tipo de cáncer es el agrandamiento, muchas veces indoloro, de uno o más ganglios linfáticos: en realidad, es común que los ganglios se agranden por simples infecciones en la boca o el oído, pero, cuando alguno se agranda mucho sin que medie infección, y pasan las semanas y no se reduce, es tiempo de consultar al médico clínico. También pueden presentarse otros síntomas, como la fiebre persistente o la pérdida de peso. Hoy es el Día Mundial de Concientización del Linfoma y la agrupación Linfomas Argentina preparó actividades en varias ciudades del país.
Lymphoma Coalition agrupa a 54 organizaciones de pacientes en 40 países. Su encuesta se efectuó sobre 1606 pacientes de 17 países: “El mal diagnóstico por los médicos de atención primaria fue alto: sólo el 19 por ciento de los encuestados había recibido un diagnóstico correcto de linfoma con sus síntomas iniciales; el diagnóstico incorrecto más común fue ‘problema de piel’, seguido por ‘resfrío o infección viral’ y ‘problema glandular’. El tiempo hasta que se logró un diagnóstico correcto, contado a partir de la visita inicial al médico, fue, en el 21 por ciento de los casos, de hasta dos semanas; en el 47 por ciento la demora fue de entre dos semanas y cuatro meses; y el 33 por ciento tardó más de cuatro meses en recibir el diagnóstico correcto.”
“Lo que agrava la demora es la falta de conciencia sobre cánceres linfáticos en la población. Pese a tener síntomas, sólo el 57 por ciento de los pacientes había consultado dentro de los seis meses de haber empezado a experimentarlos; el 26 por ciento tardó entre seis meses y dos años, y el 11 por ciento esperó más de dos años”, según el informe de Lymphoma Coalition, que recomienda “ser persistente cuando uno habla con su médico” y cita el caso de Guy Bouget, presidente de France Lymphome Espoir: “Yo creía que sólo tenía un resfrío que no se iba nunca”.
La entidad precisa que los síntomas de linfoma, es decir, cáncer del sistema linfático, “pueden incluir fiebre persistente e inexplicable, sudor nocturno hasta empapar las sábanas, hinchazón de los ganglios, tos persistente, falta de aire, picazón persistente, fatiga, mareos, dolores de cabeza y pérdida de peso”.
Gustavo Kusminsky, presidente de la Sociedad Argentina de Hematología, comentó que “la fiebre suele no ser constante y más bien presentarse al atardecer o a la noche; el sudor nocturno es el de una persona que empapa las sábanas hasta el punto de que hace falta cambiarlas; en cuanto a la pérdida de peso, es la de una persona que, pese a que come normalmente, adelgaza. Claro que estos síntomas pueden provenir también de otras enfermedades, pero éstas pueden ser tan importantes como el linfoma”.
María Virginia Prates –subjefa de la unidad de trasplante de médula del Hospital Italiano de La Plata y asesora médica de Linfomas Argentina, miembro de Lymphoma Coalition– destacó que “el agrandamiento de uno o más ganglios suele ser el primer síntoma y el que más facilita el diagnóstico. Es cierto que los ganglios linfáticos (en el cuello, en la axila, en la ingle) pueden agrandarse normalmente, por su misma función de controlar las infecciones: alcanza con una otitis o un problema en la garganta o en la boca. Pero también puede suceder que el ganglio alcance el tamaño de una nuez y que se mantenga agrandado por más de cuatro semanas. Si es así, y descartadas las causas benignas, puede ser un linfoma”, explicó.
Por otra parte, no siempre se pueden detectar los ganglios agrandados: “En mujeres jóvenes, el linfoma de Hodgkin aparece sobre todo en ganglios del tórax, que no son palpables, y los síntomas se manifiestan como dolor en el tórax o sensación de falta de aire. También puede haber linfomas en otros órganos donde hay tejido linfático, como el hígado o el intestino, pero son menos frecuentes”, precisó la doctora Prates.
El linfoma Hodgkin afecta a personas con una edad promedio de 38 años; en la Argentina se estiman 2,3 casos nuevos por cada 100.000 habitantes cada año. Más frecuentes son los linfomas no Hodgkin, con 20 casos por cada 100.000 habitantes por año, con una edad media de 66 años. Pero no hay etapa de la vida por fuera de este riesgo: el linfoma es la tercera causa de muerte por cáncer en niños, la quinta en adultos y la primera en jóvenes.
Hay en el mundo más de un millón de personas viviendo con linfoma, según Lymphoma Coalition. La tasa global de mortalidad es del 51 por ciento, pero varía mucho entre los más de 45 subtipos de linfoma registrados.
Entre los recursos de tratamiento se incluyen la radioterapia y la quimioterapia, que en algunos casos puede combinarse con anticuerpos monoclonales; a veces, para poder aplicar altas dosis de quimioterapia, es necesario el trasplante de médula ósea. En otros algunos casos la mejor estrategia es watch and wait: simplemente esperar, con controles periódicos; algunos linfomas “indolentes” tienen una evolución muy lenta, que puede otorgar 20 años de vida o más.
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