SOCIEDAD › UN ENCUENTRO DE ESTUDIANTES DE DISTINTAS CULTURAS Y CREENCIAS

La diversidad va a la escuela

En el Centro Ana Frank se encontraron esta semana estudiantes de escuelas religiosas y laicas, chicos de familias argentinas o provenientes de países limítrofes o más remotos, para compartir vivencias de sus comunidades.

En un planisferio, Agustín ubicó la República del Congo, en Africa. Desde allí, cuenta, llegaron sus abuelos y se asentaron en la Argentina. Al igual que él, otros chicos señalaron desde dónde vinieron sus antepasados, trayendo consigo su cultura y su historia. Todas diferentes. Comprender esa diversidad fue el propósito del “Primer Encuentro de Escuelas en la Diversidad de Culturas y Creencias”, del que participó un centenar de chicos de entre 13 y 18 años, que en dos jornadas compartieron hábitos, costumbres y valores de sus pueblos de origen, y descubrieron un abanico de culturas. La actividad, desarrollada en el Centro Ana Frank, fue promovida también por el Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y la Sindicatura General de la Nación.

“Yo no sabía que hubo un genocidio armenio”, confiesa una de las chicas, con la estrella de David al cuello, luego de escuchar la presentación de sus compañeros. Los chicos de cuatro escuelas (un salesiana, otra de la comunidad judía, una cristiana ortodoxa de la comunidad armenia y otra laica, en la que cursan algunos chicos nacidos en países limítrofes) se encontraron ayer para descubrir la igualdad en las diferencias: “Es para abrir el micromundo en el que se cierran algunas instituciones, que piensan que abrirse a otras culturas debilita su identidad, pero no es así. Conocer ayuda a fortalecer los principios de las identidades”, sostiene el director del Centro Ana Frank, Héctor Shalom, para echar un poco de luz a la razón que llevó al encuentro.

La presentación de cada una de las comunidades fue el primer paso para el reconocimiento de la diversidad a la que apuntó la actividad. “El Genocidio Armenio comenzó en 1915, ese territorio es un lugar estratégico sobre el que avanzaron los turcos”, contó uno de los chicos para introducir a sus compañeros en la cuestión. “Pero hay muchos que todavía no reconocen que mataron a un millón y medio de armenios. Se llama negacionismo”, sigue, ante la sorpresa de sus compañeros provenientes de la comunidad judía, que de pronto se sintieron identificados con la historia. “Un mundo en movimiento”, la frase escrita sobre uno de los márgenes del mapa, da cuenta de por qué hoy sus culturas se entrecruzan.

Al cabo de esa presentación, otro grupo de chicos se para frente al público y despliega una whipala: “Nosotros somos tan diversos como los colores de esta bandera que representa a las comunidades de los pueblos originarios”, graficó Ana, del colegio Modelo Parque Barón, de Lomas de Zamora. “Ante la desaparición que sufrieron los pueblos originarios en la Argentina, está bueno que las personas que ocupan lugares de decisión en el país empiecen a reconocerlo, poniendo al lado de la bandera argentina una whipala”, interrumpió Julia Contreras, una de las organizadoras del Inadi.

Pero la idea no era restringir los hechos a la historia formal de cada pueblo, cuyos orígenes se encuentran, en su mayoría, en Europa: Italia, España, Alemania, Rusia y Turquía. Para eso, Shalom tomó la posta para que los chicos comiencen a interactuar y les entregó papelitos al azar a cada uno de ellos para que luego se agrupen por concepto: integración, diversidad, construcción, encuentro y conocimiento eran algunos de ellos. Lejos de sus grupos de pertenencia, los chicos comienzan a contar su propia historia.

“Como boliviana, siento que muchas veces la discriminación no parte de las creencias sino por el color de piel o por generalizaciones: ‘Todos los bolivianos son sucios’, dicen, y no es así”, dice una estudiante del colegio Modelo. Las discusiones en los grupos van de lo particular a lo general, hasta la incidencia de los medios de comunicación en la conformación de estereotipos y lo que se produce en la célula familiar. “Intentamos no quedarnos en las situaciones que nos llevaron a discriminar, o por las que fuimos discriminados, sino que intentamos entender por qué pasa”, explicó Agata.

¿Cómo se hace para generar una onda expansiva de estos discursos? Para Silvina Chemen, rabina, “hay que poner el cuerpo, generar encuentros, compartir realidades. La participación es la llave y debería llevarse a los partidos políticos, al club del barrio, a la escuela y a todos los ámbitos”.

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El encuentro, en el Centro Ana Frank, fue promovido por el Inadi y la Sindicatura de la Nación.
Imagen: Joaquin Salguero
 
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