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Animales en el camino

De noche –como todavía lo era cuando se produjo el siniestro en Chaco–, al conductor le resulta prácticamente imposible ver a tiempo un animal –advirtió un especialista del Cesvi–; la responsabilidad podría ser del concesionario de la ruta, si no la vigiló adecuadamente, y del dueño del animal.

“De noche, un animal en la ruta es peligrosísimo”, puntualizó Gustavo Brambatti, subgerente de seguridad vial del Cesvi (Centro de Educación y Seguridad Vial): hay que advertir que las luces bajas tienen un alcance de unos 35 metros, y las altas de 75 metros. Un vehículo a 80 kilómetros por hora, que no es muy alta velocidad en ruta, recorre 22 metros por segundo; sacar el pie del acelerador y ponerlo en el freno lleva dos segundos: 44 metros. Quiere decir que, con las luces bajas, uno está frito; y con las luces altas, no alcanza para frenar totalmente. Si el animal es negro, crece el riesgo de no percibirlo. Y la situación se agrava si el animal aparece por la izquierda, ya que las luces, tanto las altas como las bajas, están dispuestas de manera que iluminen menos hacia ese costado, a fin de no encandilar a los conductores que vienen de frente.”

–¿A quién puede corresponder la responsabilidad por la presencia de animales en la ruta?–preguntó Página/12.

–Lo básico es investigar al concesionario de la Ruta 11 –contestó Brambatti–. Claro que no se puede alambrar la ruta: pero el concesionario debe demostrar que sus móviles la recorren con la frecuencia necesaria para detectar rápidamente la presencia de animales. También se le imputa responsabilidad al dueño del animal, que debería prevenir su ingreso en una ruta.

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