SOCIEDAD › EL ANáLISIS DE UNA ESPECIALISTA

Qué muestra la encuesta

“En líneas generales, si bien son de una muestra tomada a una población geográficamente muy delimitada, los datos podrían extenderse a otras regiones o a la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, porque se corresponden a lo que los adolescentes con los que trabajamos piensan/dicen/comparten en los talleres. Son ‘opiniones’ que bien pueden darse por válidas o generalizables a las que escuchamos cotidianamente”, explica Lucía Schiariti, licenciada y coordinadora de talleres de Educación Sexual Integral, en el marco del Programa de alumnas embarazadas, madres y alumnos padres de la ciudad de Buenos Aires.

“Si se consideran estas respuestas globalmente –evalúa–, podemos ver que hay quienes piensan que en la primera vez no hay riesgo de embarazo, los que suponen que durante la menstruación tampoco, los que usan mal el preservativo porque creen que alcanza con ponerlo antes de eyacular y los que consideran el ‘acabar afuera’ como un método anticonceptivo. Las cifras alcanzan el 40 por ciento (no se pueden sumar porque se intuye que son los mismos), es decir que un número importante de adolescentes sigue manejándose con información escasa o errónea a la hora de tener relaciones, guiándose por lo que familiares, amigos e internet les dicen.”

Schiariti contó que “una alumna madre de 17 años, en un taller que hicimos la semana pasada, consultó sobre si ‘para quedar embarazada hacía falta el líquido blanco o con el transparente alcanzaba’. Es probable que su pareja sexual (padre de su hijo de casi un año) empleara el método del coito interrumpido, que casi el 21 por ciento de los encuestados considera como una opción segura”.

En cuanto a los datos de la encuesta cuyos porcentajes se modifican en relación con el nivel de escolarización alcanzado por los padres, la especialista destaca que “con mayores estudios, la investigación sostiene que los chicos están más informados sobre sus derechos”. “Tener más o mejor información no es ‘garantía’ de cuidarse bien –aclara–, pero claramente ayuda. Esto refuta la idea de que no hay que trabajar estos temas con los adolescentes más chicos (13 a 15 años) –como aún hoy sostienen en algunas escuelas–, porque ‘podría darles más información de la que necesitan o incitarlos a comenzar a tener sexo’. Por el contrario, cuanto más se trabaje, de manera sistemática (es decir planificada y sostenida), mejor.”

“Todos estos temas suponen cuestiones que muchas veces son bastantes complejas de entender y mucho más de incorporar –advierte–. Por eso es fundamental tener la oportunidad de partir de lo que los chicos/as saben y piensan y a partir de allí aclarar, discutir, brindar información que explique los funcionamientos, que pueda contrarrestar esas ideas de ‘sentido común’ que obturan el adquirir la información correcta.”

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