SOCIEDAD › TRASPLANTAN EL DEDO DE UN PIE A LA MANO DE UN ALBAÑIL ACCIDENTADO

Con el pulgar para arriba

Es una operación inédita en el sistema público de salud. Profesionales del Hospital El Cruce-Néstor Kirchner, de Florencio Varela, rearmaron el pulgar cortado de un paciente con parte de un dedo de su propio pie. “Ahora tengo un pie-mano”, dice con humor el trasplantado.

“El accidente lo tuve con la volcadora de un camión. Estaba moviendo arena y, de repente, por un descuido, no sé bien cómo pasó, la caja de la máquina me apretó el dedo gordo de la mano derecha. Al principio me dijeron que había muy pocas chances de que pudiera recuperarlo. Después, en El Cruce, me dieron dos opciones: que me quedara mocho o hacerme una operación, donde una parte del dedo gordo del pie me lo trasplantaran a la mano. Me decidí por la cirugía y, por suerte, quedó perfecto. Ahora tengo un pie-mano”, relató a Página/12, de buen ánimo y con humor, Fernando Costa, un albañil que trabaja en un corralón en Quilmes. Luego de pasar un momento difícil, donde corrió el riesgo de perder un dedo de la mano en un accidente laboral, médicos del Hospital El Cruce-Néstor Kirchner, de la localidad bonaerense de Florencio Varela, le trasplantaron con éxito parte de un dedo de un pie para reconstruir y salvarle el pulgar. La operación es la primera de este tipo que se realiza en el hospital público de alta complejidad.

A mediados de enero pasado, el paciente ingresó al centro médico, derivado desde el Hospital Iriarte de Quilmes, donde había recibido las primeras curaciones luego de sufrir el aplastamiento. “Me hicieron esperar 15 días para ver si el dedo se recuperaba y prendía. Lo tenía todo seco y duro. No dormía del dolor. Era como tener una criatura. Acostado, me dolía mucho, entonces tenía que estar parado y tenerlo apretado. Me la pasé caminando como un zombie con el dedo negro”, indicó Costa, que tiene esposa y tres hijos.

El equipo de médicos de El Cruce-Néstor Kirchner recurrió a una técnica de cirugía denominada wrap around, en la cual se usan partes del dedo gordo del pie del paciente para reconstruirle la falange dañada. “Fernando tenía una pérdida del pulgar y contaba con dos posibilidades: amputarle parte del dedo, con el dedo más corto como secuela, o realizar el trasplante, utilizando parte del dedo gordo del pie a la mano”, señaló a este diario Sebastián Valbuena, el médico que encabezó el equipo de cirujanos que operó al albañil.

“Era jodido tomar la decisión por el miedo. Los médicos no aseguraban que la operación hiciera que el dedo se recuperara. Además, temía por los dolores y pensaba que me iba a quedar como el dedo gordo de un bebé cuando se chupa el dedo. Una de las cosas que me hicieron decidirme fue que mi mamá tiene un pie de diabético y necesita un podólogo todos los días. Si perdía el dedo, no podía hacerle las curaciones”, contó Costa.

Respecto de la cirugía, que duró más de seis horas, Valbuena detalló que “consistió en extraer el dedo necrótico hasta llegar al tejido sano y luego se tomó parte del dedo gordo del pie y se lo adaptó al pulgar de la mano”. “Primero se unió hueso con hueso, a través de unos clavitos, luego se buscó la arteria y también se la unió. Después se unieron dos venas y, por último, los nervios. De esta manera, el paciente va a tener la misma sensibilidad en el dedo que tenía antes de que se produjera el accidente”, agregó el cirujano.

“El caso de este trabajador es un ejemplo de cómo desde el sistema público de salud estamos para resolver problemáticas que pueden afectar seriamente la vida y la continuidad laboral de la población”, destacó el ministro de Salud, Juan Manzur. Inaugurado en el 2007, El Cruce funciona en red con otros ocho hospitales de mediana complejidad y tiene un área de influencia de más de dos millones de personas.

En la misma línea, Valbuena, especialista en miembros superiores y microcirugía, afirmó que “este tipo de cirugía se ha hecho en el ámbito privado, pero no es habitual en el público. Demanda muchos recursos y requiere de personal altamente calificado. En el país, recién ahora comienzan a existir cursos cortos de microcirugía, pero no hay una capacitación que sea anual. La mayoría de los especialistas tuvo que formarse afuera”.

“El dedo ahora no lo puedo mover porque tengo clavijas. Cuando me las saquen, tengo seis meses de rehabilitación. La operación salió perfecta”, contó el albañil.

Informe: Gonzalo Olaberría.

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Fernando Costa, al salir del hospital. Ahora lo espera una rehabilitación de seis meses.
Imagen: Télam
 
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