SOCIEDAD › PREMIAN A ODONTOLOGOS POR SU LABOR

Sonrisas en tierra wichí

Es un camino de tierra “interminable” el que separa a la Misión Nueva Pompeya de la localidad más cercana, Castelli. En algún punto de esa recta de 180 kilómetros suelen producirse muchos de los partos que comienzan a anunciarse en la misión: por supuesto que los hijos no aguardan a que el traslado de sus madres se complete para llegar al mundo. En ese lugar, conocido como el corazón del Impenetrable chaqueño, trabajan Gustavo García y Viviana Vega, una pareja de odontólogos que atiende mayoritariamente a la población wichí de esa zona y que hoy recibirá el premio La Sonrisa del Año, otorgado por la Asociación Odontológica Argentina.
Hasta los 18 años, Gustavo vivió en General Pinedo, a 250 kilómetros de Resistencia. A esa edad se fue a estudiar a Corrientes, donde se encontró con Viviana. Los padres de ella tenían un almacén en el Impenetrable y ése fue el primer contacto de Gustavo con el lugar. “No conocía nada. Y cuando llegás te impacta todo”, afirma. Como ese camino desde Castelli, “tan largo, que si te llueve, no podés salir”, y en el que la tierra queda flotando por un rato largo después de que pasan los vehículos.
Viviana no viajó a Buenos Aires con su marido para recibir el premio, porque en estos días está por nacer Agustina, la segunda hija del matrimonio que llegó a la misión en junio de 2002, con un hijo de dos años. “Cuando llegamos en la ambulancia, vemos bajar a la gente por los senderitos, con los chicos en brazos”, comenta Gustavo. Así los reciben en los siete puestos sanitarios que dependen del hospital de la misión, donde por lo general se encuentra un enfermero con algunos medicamentos básicos. Dos o tres veces por mes, los odontólogos llegan a esos puntos para prestar asistencia. Pero también trabajan desde la prevención de enfermedades bucales con los niños de la zona. Utilizan “láminas, como se hacía antes. Porque no hay electricidad, no es cuestión de dejarles un video del Doctor Muelita”, aclara. Además de mostrar las técnicas de cepillado, procuran hablar con los docentes, “que son los que tienen contacto más cotidiano” con los chicos para que la tarea no se diluya.
En la zona viven “unas cinco mil personas, entre aborígenes y criollos”. En el lugar flota “esa idea de la discriminación, te llama la atención”, según cuenta Gustavo. Los wichí están alejados del pueblo y muchos subsisten con el Plan Jefas y Jefes de Hogar. Los maestros de la zona son bilingües, porque hasta los seis o siete años, los niños hablan wichí. A partir de esa edad comienzan a incorporar el castellano.
“En varios de los puestos sanitarios, hay aljibes”, explica Gustavo. Y si los tanques que suelen cargar las autoridades locales se vacían, se apela al líquido “de un charco, de un río, de la laguna”, a los que se agregan gotas de lavandina, cuenta.
Esta es la segunda edición del premio La Sonrisa del Año, que se originó para premiar a quienes “a través de sus acciones generan sonrisas y felicidad en niños y adultos”, dijeron desde la Asociación Odontológica Argentina. La primera distinción se entregó al jugador Javier Zanetti, por la labor que se desarrolla en la Fundación Pupi. Hoy a las 19.30, Gustavo recibirá el reconocimiento en el Hotel Sheraton, en el marco de las 33ª Jornadas Internacionales de la AOA, que se realizan allí.

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