SOCIEDAD › SPANAIR, GERENCIADA POR LA MISMA EMPRESA QUE MANEJó AEROLíNEAS ARGENTINAS

Otra herencia del grupo Marsans

La empresa fue creada por Marsans, que se asoció al grupo sueco SAS, actual propietario, pero siguió con el management de la aerolínea. Hasta que se descubrió un importante rojo contable y balances retocados, como ocurrió aquí con AA.

 Por Cledis Candelaresi

Cualquier semejanza con la realidad local podría considerarse “pura coincidencia”. Lo cierto es que bajo el gerenciamiento de Marsans, socio minoritario de SAS, Spanair no sólo acumuló un rojo contable importante sino que mostró balances remozados a través de una cosmética similar a la que ese mismo grupo habría utilizado en Aerolíneas Argentinas para enmascarar una eventual situación de quiebra.

Spanair es de Scandinavian Airlines System. Pero hasta hace poco tiempo, Marsans tenía aún un 5 por ciento del capital accionario y estaba a cargo del manejo de la línea aérea a través de dos de sus hombres clave, Gonzalo Pascual, en la presidencia, y Enrique Meliá, como Ceo. El grupo hispano fue uno de los promotores de aquella línea aérea, cuando los suecos buscaban una pata española para desarrollar su emprendimiento. Pero de tener un lugar destacado, no sólo en el manejo sino en la estructura propietaria, pasaron a uno menor.

Ese retroceso tuvo lugar en el 2001, cuando se rehusaron a capitalizar a Spanair. Casualmente el mismo año en que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales le cedió a Marsans-Air Comet su participación en Aerolíneas por el valor simbólico de un dólar, entregándole 758 millones de euros para que cancele el pasivo concursal y la ponga en marcha. Tal vez por el peso de esta misión –o por la renuencia a hacer aportes genuinos millonarios– el grupo ibérico se negó a hacer la contribución de capital que correspondía, imprescindible para mantener la salud económico-financiera de Spanair. Así resignaron su lugar a favor de la empresa pública SAS.

En el 2006, los suecos decidieron poner en venta una empresa que no les daba el rédito esperado. Fue cuando prestaron especial atención a la confección de los balances que se habían elaborado bajo el comando de Marsans, transgrediendo normas fiscales españolas para enmascarar los quebrantos millonarios que estaba teniendo la aerolínea. Una cosmética contable a la que apeló primero Iberia y luego el mismo accionista privado en Aerolíneas y Austral.

La venta de Spanair fracasó, ya que SAS no encontró un oferente de la talla y en las condiciones buscadas. Entre ellos estuvo Marsans, cuyos máximos responsables gerenciaban a la deficitaria empresa, pero fueron desairados por sus socios de otros tiempos, que se rehusaron a cerrar un trato comercial con ellos. Para los españoles, esta contrariedad implicó alguna dificultad para su plan empresario integral, que suponía desarrollar la red de vuelos internacionales de largo alcance con Air Comet (eventualmente Aerolíneas), reservando a Spanair como el complemento perfecto para redistribuir por Europa el tráfico que venía de América latina.

El mercado europeo es reñido, las empresas emergen y, en un contexto de costos crecientes, caen con facilidad, dando lugar a reacomodamientos constantes. Air Madrid, una firma de bajo costo, quebró hace un año, liberando rutas que el gobierno español luego asignó a Air Comet (firma del grupo Marsans). Así se quedó con las rutas a Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Lima, Argentina y Santiago de Chile (de donde se están retirando).

Spanair compitió con otras y sobrevivió como pudo en un mercado que tiene dificultades, más allá de las deficiencias que puedan exhibir sus gerenciadores. Pero difícilmente esa sobrevida se extienda mucho tiempo. Gonzalo Pascual, junto a Gerardo Díaz Ferrán, hombre fuerte de Marsans, ve la tragedia de ayer y el poco promisorio futuro como algo ajeno, ya que hace tiempo dejó el management y ese negocio. Con los pesares de Aerolíneas le basta y sobra.

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El avión accidentado había pasado la revisión técnica anual el 24 de enero último.
 
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