SOCIEDAD

Testimonios desde el horror

“Nunca había conocido un sismo así. Mi hijo se puso a llorar y a gritar, mientras los objetos se caían de las estanterías”, declaró Sayori Suzuki, un ama de casa de 34 años que vive en Minamisoma, en el noroeste del país. El tsunami arrasó vecindarios enteros, arrastrando casas, vehículos y personas. Ayer, algunos pájaros trinaban en medio de los campos destruidos de Minamisoma, donde la ola del tsunami avanzó dos kilómetros tierra adentro.

“Mi casa no sufrió daños, pero la de un miembro de mi familia fue arrastrada. Otro familiar me dijo que mientras se escapaba a bordo de su auto, veía por el retrovisor que las olas lo alcanzaban. Casi no se salva”, dijo Sayori Suzuki. El hermano de la mujer es empleado en una de las centrales nucleares en emergencia. “Trabajó durante toda la noche. Estoy preocupada por él a causa del riesgo a exponerse a la radiación”, dijo la entrevistada.

Los sobrevivientes todavía estaban en estado de conmoción por lo sucedido. “Todo comenzó a mecerse ligeramente y, luego, las sacudidas fueron verticales. Esto continuó durante cinco minutos. Apenas podía mantenerme en pie”, relató un obrero de 35 años que se encontraba trabajando en el momento del terremoto.

“Dos hornos (de la fundición de su fábrica) explotaron, uno tras otro. También pudimos escuchar explosiones de las fábricas vecinas”, agregó. El tsunami destruyó la ciudad de Sendai, donde fueron encontrados entre 200 y 300 cadáveres en la playa. En toda la región, los sobrevivientes, socorridos por miles de soldados, buscaban a sus familiares y amigos.

“Hay tanta gente que perdió la vida”, dijo un hombre de edad avanzada a periodistas de la televisión antes de estallar en llanto y agregar: “No tengo palabras para (describir) esto”.

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