Viernes, 25 de abril de 2008 | Hoy
Por Irene Meler*
Un oasis cultural. Así se me ocurre definir al suplemento Las12, como una alternativa ante tanta feminidad edulcorada, tanta exhibición obscena del cuerpo como mercancía y tanta mimesis grotesca con lo peor de la masculinidad tradicional. Porque ésas son las tendencias contradictorias que se pueden observar en nuestro desorientado entorno posmoderno, donde en el universo mediático conviven en alegre cambalache el ama de casa de los ’50, la conejita prostituida y la ejecutiva amazona.
Las mujeres de la transición no tenemos una vida fácil. Si como dijo un rey de Francia, no es posible hacer una tortilla sin romper los huevos, en el caso de la pacífica pero efectiva revolución feminista, en muchos casos hemos sido nosotras mismas las rotas, o al menos, algo abolladas. Los malabarismos y acrobacias para llevar adelante la doble o triple jornada de trabajo, el sentimiento de culpabilidad por no ser madres tan buenas como las que tuvimos ni trabajadoras tan exitosas como nuestros padres, los quebrantos afectivos y la persistente exposición al maltrato y al abuso que se resisten a desaparecer, son algunos de los avatares de la existencia de estas generaciones femeninas.
Sin embargo, en algún sentido somos privilegiadas y es bueno reconocerlo. Pobres en algunos aspectos, somos ricas en un bien escasísimo: poseemos un ideal organizador de nuestro proyecto de vida. No cualquiera dispone de un ideal, en el desierto cínico y desencantado del capitalismo “avanzado”. Pero los ideales, necesarios para generar metas y propósitos, han demostrado tener un aspecto siniestro, cuando se transforman en controles rígidos sobre el bien y el mal, definidos de modo absolutista. Es contra ese peligro que nos vacuna Las12. El suplemento nos brinda miradas plurales e irreverentes sobre el mundo de hoy, donde el compromiso feminista es explícito pero no se transforma en doctrina. Las contradicciones, las paradojas irresolubles de muchas tensiones sociales y culturales de nuestra época, son exploradas con una perspectiva audaz, compleja y abierta.
Digamos gracias, entonces, a ese grupo de amigas y compañeras, porque permite que en el tránsito por caminos que vamos construyendo sin mapa, sepamos que somos muchas, y que no estamos solas.
* Psicologa psicoanalista. Coordinadora del Foro de Psicoanalisis y Genero de la Asociacion de Psicólogos de Buenos Aires (APBA)
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