DEPORTES › HURACáN, UN EQUIPO CON DESTINO E HINCHADA SUFRIDA

Tenía esas cinco guitas para el peso

 Por Pablo Vignone

A Huracán siempre le faltan cinco p’al peso... ¿Cómo olvidar a aquel fabuloso equipo de Cappa, del que Arano, Domínguez, Toranzo son sobrevivientes, abatidos por la falta que nunca cobró Gabriel Brazenas, esa falta cuyo autor, Joaquín Larrivey, admitió recientemente que debió haber sido sancionada? ¿Cómo olvidar aquel equipo fresco y atrevido de Héctor Cúper, que hace veinte años fue a jugar el último partido del último campeonato de dos puntos por triunfo, cuando con el reglamento que venía ya habría llegado campeón a la cancha de Independiente, y sufrió una humillación que todavía arde en la memoria de los hinchas? ¿Cómo olvidar la final perdida por el ascenso a mitad de año, contra el mismo Independiente, después de un vertiginoso sprint final? ¿Cómo olvidar que, pese a haber bajado sucesivamente a cinco equipos de Primera para cristalizar la Copa, este equipo campeón no consigue todavía una posición entre los 30 mejores equipos de la Argentina, que de eso se trata el ascenso irredento? ¿Cómo no imaginar que ese penal aéreo de Wanchope Abila, el delantero que inexplicablemente es goleador histórico de la Copa Argentina, era nuevamente la confirmación del sufrido destino del Globo de Parque de los Patricios?

Qué curioso. En Huracán nació el menottismo, que luego llevó a la Selección Argentina a su primer título mundial y abrió un camino de gloria, precisamente en la época de los épicos enfrentamientos con el Central de Carlos Timoteo Griguol en la Copa Libertadores de 1974, un torneo al que el Globo retorna después de más cuatro décadas. Curioso, porque Menotti nació futbolísticamente en Central y mamó los principios que, a su manera, impuso el queridísimo Viejo Angel Tulio Zof en esos equipos maravillosos del Nacional de 1980 y del torneo de 1987.

A Huracán esta vez le acercaron las cinco guitas. Y Eduardo Domínguez, a quien le anularon un gol completamente lícito en ese recordado partido en la cancha de Vélez, un gol que valía un título, se tomó revancha cinco años más tarde, alzando la Copa Argentina.

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