ECONOMíA › RATO VA A RESISTIR LOS INTENTOS DE REFORMA CON UNA PROPUESTA MAS DURA

El FMI no cambia y ofrece más de lo mismo

La reunión previa a la asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial dejó ver la impermeabilidad al reclamo de los socios medianos. Ayer, en Londres, Argentina acompañó el planteo del G-20 de profundos cambios, pero el director gerente del FMI presentó un informe con recomendaciones que avanzan en sentido contrario.

 Por Raúl Dellatorre

La crisis de legitimidad del Fondo Monetario Internacional tendrá escrito un nuevo capítulo después de que se realice la Asamblea Anual de Primavera, el 14 y 15 de este mes en Wa- shington. Los encuentros preparatorios de estos días indican que, mientras los socios más poderosos que controlan la institución ratificarán el rumbo que caracterizó al FMI en las últimas décadas, los países en desarrollo insistirán –sin ser escuchados– en un reparto “más democrático” del poder de decisión y un cambio en las prioridades de las políticas económicas recomendadas. El documento que el directorio del FMI, presidido por Rodrigo Rato, presentará ante la asamblea como parte del “plan de ingresos a largo plazo para financiar las actividades del FMI” avanza, incluso, en algunos planos que afectarán aún más la relación entre los países más fuertes y los socios menores: recomienda, por ejemplo, “el cobro de los servicios suministrados a los países miembro” y “reanudar el reembolso al FMI de los gastos administrativos que origina el programa de asistencia financiera a los países miembro de bajo ingreso”. Dichas recomendaciones surgen de reconocer –lo que puede resultar más irritante aún– que “el fortalecimiento de las capacidades es un aporte fundamental del FMI al bienestar de muchos países miembros”.

Ayer se realizó la primera reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI en Londres, previa a la asamblea anual conjunta con el Banco Mundial. La delegación argentina fue encabezada por Sergio Chodos, secretario de Finanzas. En este encuentro se vuelcan las propuestas de enmiendas al funcionamiento del Fondo y estrategias para hacer frente a eventuales crisis del sistema financiero global. En esta oportunidad, el Comité se encontró con dos grupos de propuestas provenientes de dos vertientes diferentes: el informe elevado por un Comité de Notables nombrado por Rodrigo Rato en mayo de 2006, y las conclusiones surgidas de la reunión del Grupo de los 20, foro que involucra a los principales países de desarrollo medio, entre los que se cuentan China, India, México, Brasil y Argentina.

El encuentro del G-20 se concretó en Sudáfrica, entre el 24 y 25 de marzo. Por Argentina, participó la subsecretaria de Finanzas, Alejandra Scharf. El punto central del debate fue la reforma que se está planteando en el FMI. Argentina, al igual que la mayoría de los presentes, ratificó lo ya propuesto en Singapur seis meses atrás: aumentar la representación de los países en desarrollo y promover una mayor legitimidad y eficiencia en sus operaciones. La representante argentina destacó, en particular, la necesidad de dar espacio a políticas de distribución del ingreso que permitan consolidar las demandas domésticas de los países en desarrollo y promover un ajuste de los desequilibrios internacionales que afectan a esos mismos países.

El director del Fondo, en tanto, encargó a un comité de notables, encabezado por el ex gerente del Banco de Pagos Internacionales y actual presidente de JP Morgan Chase International, Andrew Cro-ckett, un informe sobre cambios en la política de ingresos del organismo. Es decir, que lo que los países en desarrollo cuestionan como una filosofía económica contraria al interés general, el directorio del Fondo lo tradujo como la necesidad de cambiar la estrategia de recursos de la institución, para asegurar su capitalización.

En su informe, el Comité concluye que el actual modelo de ingresos del FMI, basado principalmente en lo que obtiene de los préstamos otorgados a los países miembro, “no es adecuado”, por lo que recomienda una serie de medidas que “infundirían sostenibilidad a las finanzas del FMI y garantizarían un firme cimiento financiero para la función trascendental que desempeña en la comunidad internacional”. De rectificación de rumbos, ni una palabra.

Para beneplácito de Rato, las principales recomendaciones del Comité apuntan a “una ampliación de las operaciones de inversión del Fondo a fin de utilizar su balance para generar ingresos”. Entre otras medidas, aconseja:

- Ampliar su política de inversiones financieras de las reservas actuales, en consonancia con los bancos multilaterales de desarrollo, lo que le permitiría obtener unos 45 millones de dólares adicionales por año.

- Invertir parte de las cuotas que suscriben los países miembro, lo cual redundaría en otros 200 millones por año.

- Ventas limitadas de sus tenencias en oro para dotar de fondos extra a la institución, en forma limitada y “sujetas a salvaguardas estrictas para suavizar su efecto en el mercado”.

- Cobro de los servicios suministrados a los países miembro. Considerando su “aporte fundamental al bienestar de muchos países miembros”, y pese al elevado costo administrativo que imponen dichos servicios –sobre todo de los suntuosos honorarios y gastos de viaje de sus funcionarios–, el Comité interpreta que “por razones de política pública quizá no corresponda desalentar el uso de (dichos) servicios”. Como solución, respalda “el cobro de esos servicios” y reanudar, además, “el reembolso al FMI de los gastos administrativos que origina el programa de asistencia financiera a los países miembro de bajo ingreso”. Gastos que deberán ser erogados por todos los países que no merezcan esa categorización.

Ambas concepciones, las de una reforma integral planteada por el G-20 y la que simplemente busca asegurar un superávit, del Comité de Notables, tuvieron ayer su primer round de confrontación en Londres, en la reunión del Comité Monetario y Financiero: dos posiciones casi opuestas.

La conducción del FMI asumió que tenía un problema a partir de la cancelación total de sus deudas por parte de Argentina, Brasil, Turquía y parcial por otros, entre ellos Uruguay. La escasez de recursos puso al desnudo el desfinanciamiento del órgano encargado de velar por la salud del sistema financiero internacional. Pero los socios principales y el directorio que le responde siguieron haciendo la vista gorda al fracaso de las políticas recomendadas por el organismo y su responsabilidad en las últimas crisis. El 14 y 15 de abril, en Washington, dos concepciones diferentes volverán a verse las caras.

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Rodrigo Rato, director gerente del Fondo. Bien lejos de los reclamos, bien cerca de los intereses de los más poderosos.
 
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