EL MUNDO › DETRAS DE LAS RENUNCIAS POR CORRUPCION, LAS INTERNAS DE LA ALIANZA OFICIALISTA DE BRASIL

Dilma no le teme a un socio de Temer

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Record dilmista. En tan sólo 229 días como presidenta, Dilma Rousseff removió de sus cargos a siete miembros del gobierno, entre ministros y vices, lo cual significa que cada 36,1 días rodó la cabeza de algún alto funcionario, algo sin precedentes en la historia democrática reciente de Brasil.

Ayer, Dilma nombró al nuevo titular de Agricultura, el diputado Méndes Ribeiro Filho, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centro), sucesor de Wagner Rossi, derribado el miércoles tras una ola de denuncias sobre irregularidades, algunas documentadas, otras menos, pero en general bastante verosímiles.

El entrante Méndes Ribeiro Fi-lho se comprometió a trabajar fuerte para “hacer justicia a la confianza que recibí de la presidenta y de mi partido”, relativizó las acusaciones contra Rossi y lo elogió por su “trabajo extraordinario”.

Desde los tiempos de Luiz Inácio “Lula” da Silva, el Ministerio de Agricultura ha sido confiado a representantes del pujante “agronegocio”, que representa el 50 por ciento de las exportaciones y ejerce influencia en el Congreso a través de una bancada propia.

La crisis que derribó a Rossi, y poco antes a su viceministro, tomó mal parado al gobierno, obligándolo a nombrar a un hombre poco avezado en el área como el diputado Méndes Ribeiro Filho, quien al ser consultado sobre su experiencia exhibió como todo currículum el ser de Rio Grande do Sul, un estado agropecuario.

La caída de Rossi estuvo precedida por disputas internas en la coalición de 10 partidos que apoya a Rousseff, donde una facción inició una “huelga blanca” en el Congreso, justo cuando el Ejecutivo necesita apoyo para aprobar normas con las cuales enfrentar la crisis económica. El ex ministro era un apadrinado del vicepresidente de la república, Michel Temer, quien también preside el PMDB, partido con la mayor bancada en el Senado y la segunda en Diputados.

A Temer se lo conoce por ser un operador astuto y con una versatilidad política que le permitió ser titular de la Cámara de Diputados en los ’90, cuando era un incondicional del ex presidente Fernando Henrique Cardoso; luego se sumó a la alianza encabezada por el Partido de los Trabajadores, de Dilma y Lula. Los sacudones políticos de estos días mostraron el contraste entre los estilos de Dilma y su vice Temer. La presidenta se mueve con torpeza en la ciénaga de Brasilia, no se preocupa mucho por las zancadillas y al parecer concibe la administración pública con perspectiva de estadista, evitando el juego chico.

La opinión pública aprueba la franqueza de Dilma y su disposición a erradicar la corrupción, como mostró en una encuesta de esta semana que le dio el 70 por ciento de popularidad, un 22 por ciento superior a la obtenida por su gobierno. Claro que el estilo Dilma va más allá de la cruzada ética, dado que no todos los ministros removidos estaban salpicados de sospechas de corrupción. El titular de Defensa, Nelson Jobim, cayó por razones estrictamente políticas, al igual que Luiz Sergio de Oliveira, quien pasó del influyente Ministerio de Relaciones Institucionales a la Secretaría de Pesca.

En sólo ocho meses, Dilma también cambió la cara del gabinete, promoviendo más mujeres a puestos clave, como Gleisy Hoffman a la jefatura de gabinete e Ideli Salvatti a Relaciones Institucionales, a las que se podría sumar la empresaria Luiza Trajano. El “Huracán” Rousseff tiene el respaldo de Lula quien, sin embargo, demostró estar preocupado con la gobernabilidad de la joven administración y recomendó a su compañera mantener el acuerdo con el PMDB y el temible Michel Temer.

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