EL MUNDO › EL JUICIO POR LOS VATILEAKS

Tesoros ocultos

 Por Elena Llorente

Desde Roma

El tribunal vaticano que está procesando al ex mayordomo de Benedicto XVI por el robo de documentos secretos de su departamento privado, debería emitir su sentencia el sábado, una semana después, exactamente, de que comenzara el juicio y un día antes del Sínodo de Obispos, como para que todo quede bien claro antes de que el Papa se deba enfrentar con los prelados de todo el mundo que vienen a Roma para el encuentro.

Este juicio relámpago, realizado según las normas del estado de Ciudad del Vaticano –y no de la Iglesia como ente religioso– y durante el que fue interrogado el acusado, Paolo Gabriele, y el secretario personal del Papa, Georg Ganswein entre otros testigos, se concluirá con la arenga del fiscal, Nicola Picardi, y de la abogada defensora, Cristiana Arru. El acusado también tendrá derecho a hablar en la última audiencia, después de lo cual el tribunal presidido por Giuseppe DallaTorre se retirará a deliberar para luego emitir la sentencia. El mayordomo arriesga una pena de hasta seis años de cárcel, pero podría ser indultado por el Papa en cualquier momento.

Gabriele robó decenas de cartas y material escrito dirigido al pontífice que luego entregó a un periodista, Gian Luigi Nuzzi, que con eso publicó un libro. En la audiencia del miércoles fueron interrogados varios miembros de la Gendarmería vaticana que tuvieron a cargo el arresto de Gabriele y el allanamiento de la casa que ocupa dentro del Vaticano con su esposa y tres hijos. Según los cuatro gendarmes y funcionarios interrogados, en el departamento de Gabriele fue encontrado material fotocopiado o descargado de Internet como para llenar 82 cajas cúbicas de cartón, cada una de medio metro de lado. Entre los miles de papeles había apuntes de puño y letra del Papa, respuestas a las cartas de los cardenales, documentos referidos a la vida privada y familiar de Benedicto XVI, cartas de políticos que piden consejo al pontífice y textos en clave dirigidos a las nunciaturas de todo el mundo, es decir a las embajadas vaticanas. En algunos de esos papeles estaba escrito en alemán “para destruir”.

Los gendarmes, que durante casi ocho horas allanaron la casa de Gabriele, no sólo se llevaron sus computadoras y numerosos pen drive, que todavía se están evaluando, sino que revisaron hasta los juegos electrónicos de los tres hijos del mayordomo. En cuanto a los documentos en clave dirigidos a las nunciaturas, “se trata de un hecho muy grave porque esas claves son un mecanismo complejo que no podrá ser más utilizado dado que el mayordomo lo ha fotocopiado”, añadió De Santis. Ante una pregunta del presidente del Tribunal, De Santis dijo que “la elección de mezclar los documentos vaticanos con las miles de otras hojas distintas no se debe al desorden sino a la intención de esconderlos en caso de un allanamiento.

Otro punto que salió a relucir en el interrogatorio del miércoles fue el de una supuesta pepita de oro y un cheque por cien mil euros encontrados en la casa de Gabriele, un regalo que el Papa había recibido durante un viaje. El fiscal no le dio demasiada importancia al hecho en relación con el robo de documentos. Gabriele, por su parte dijo en su interrogatorio que nunca en su vida había visto una pepita, que no sabía ni qué forma tenían. Lo que se sabe con certeza es que Gabriele era a menudo encargado de poner a salvo los regalos que el pontífice recibía durante los viajes.

Gabriele quedó como único acusado de este proceso que concluirá el sábado. De ser condenado a la cárcel, el ex mayordomo deberá cumplir su pena en una prisión italiana porque dentro del Vaticano sólo existen algunas celdas para detenciones provisorias.

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