EL PAíS › EN LA CAUSA POR LAS ESCUCHAS ILEGALES, DECLARó EL EX JEFE DE LA POLICíA METROPOLITANA

Para Chamorro, la culpa es del Fino

Ante el juez Oyarbide, Osvaldo Chamorro intentó desligarse de las investigaciones sobre datos patrimoniales de políticos, sindicalistas y funcionarios. Sorpresivamente, comprometió a Jorge Palacios: “La información estaba en el despacho de él”, dijo.

 Por Irina Hauser y Raúl Kollmann

La primera vez que declaró en la causa del espionaje, como un simple testigo, el entonces jefe de la Policía Metropolitana Osvaldo Chamorro usaba el pelo corto y tenía la cara prolijamente afeitada. Ayer, siete meses después, se lo vio con una enmarañada melena entrecana y barba tupida. Irreconocible para quienes lo trataban antes. Esta vez le tocó contestar preguntas como sospechoso por sus múltiples contactos con el espía Ciro James –algunos filmados–, su cercanía a Jorge “Fino” Palacios y los pedidos de informes financieros al sistema Nosis hallados en una computadora de la consultora donde trabajaban ambos, que le costaron el cargo. “No sé ni cómo se ingresa al Nosis”, intentó desentenderse ante el juez Norberto Oyarbide cuando le preguntaron por qué había gestionado datos patrimoniales de legisladores de la oposición, sindicalistas, de un abogado radical que denunció a una empresa del clan Macri y hasta del jefe de Gabinete porteño. “Esa información estaba en el despacho de Palacios”, culpó a su antiguo aliado. También dijo que el Fino le presentó a James, a quien asegura haber recibido sólo por cuestiones relativas a su nombramiento en la policía porteña, pero no pudo explicar por qué tuvo medio centenar de contactos telefónicos con él.

En los albores de la Metropolitana, Chamorro fue nombrado como segundo de Palacios. Juntos, cuenta en un descargo que le llevó al juez, participaron en el diseño de la fuerza en 2007, apenas Mauricio Macri resultó electo jefe de Gobierno porteño. Iban, precisó, a reuniones en una fundación liderada por actual jefe policial, Eugenio Burzaco. Ambos habían sido separados de la Federal en 2004, tras lo cual Palacios lo invitó a trabajar en su consultora Security Strategic Consultancy SRL, algo que aceptó –dice– en carácter de asesor externo. Sin embargo, su estudio de abogado está conectado y comparte hall con la oficina de Palacios, en Maipú 216. Chamorro declaró que dejó de ir al asumir en la Metropolitana. Pero los pedidos de informes financieros a Nosis hallados en noviembre último, en un archivo rotulado “Osvaldo” –su nombre de pila–, estaban fechados desde julio en adelante, o sea, su etapa tanto de subjefe como de sucesor de Palacios, que renunció el 25 de agosto cuando era inminente su procesamiento por el encubrimiento del atentado a la AMIA.

La lista de espiados surgida de una computadora secuestrada en la consultora incluía a los legisladores de la oposición Silvia La Ruffa, Gonzalo Ruanova y Diana Maffía, al dirigente de los municipales Patricio Datarmini y hasta al jefe de Gabinete porteño Horacio Rodríguez Larreta. También había personajes ligados a la mafia de los medicamentos, como el asesinado Sebastián Forza, otros empresarios y el abogado radical Pablo Sebastián Litardo, quien se había presentado ante la Justicia para pedir que no se cerrara una investigación que involucraba a Calcaterra Construcciones, de los Macri, en posibles sobreprecios en obras en el Hospital Santojanni que podían complicar al gobierno porteño. El espionaje financiero a Litardo se inició diez días después de su denuncia, según planteó en el juzgado.

Chamorro declaró que la PC no era suya sino “de la consultora”, donde también trabajaban dos chicas, y “estaba ubicada en la recepción”. Cuando le preguntaron por qué el archivo llevaba su nombre contestó: “No lo sé. Supongo que cuando se hace el contrato entre la consultora y la empresa yo veo el contrato usual que manda la empresa y les digo que guarden las claves y que hagan una impresión para armar una carpeta (...) deduzco que como yo pedí que se guarden las claves lo guardaron allí”. Luego, asombrosamente, comprometió a su viejo amigo Palacios, con quien incluso comparte abogado: “El tenía la carpeta que se imprimió”; “esa información estaba en el despacho de él”, aseguró. A los espiados a través de Nosis dijo que ni los conoce, excepto a Rodríguez Larreta, a quien vio en reuniones de trabajo. Sólo precisó que “lo que respecta a farmacias y droguerías son trabajos encargados por Laboratorios Abbott”. Señaló que “no le consta” que la consultora haya hecho alguna actividad ilegal, y suavizó: “Palacios fue un excelente profesional, premiado y reconocido”.

Lo cierto es que mientras desde la consultora de Palacios se rastreaban datos personales y comerciales de personas diversas, Chamorro intercambiaba llamados con el ex policía Ciro James (una decena de celular a celular y algo más de cuarenta vía su secretaria) y, según revelaron las imágenes tomadas por las cámaras del Ministerio de Justicia y Seguridad, donde está la Metropolitana, por lo menos en dos ocasiones conversaron en un pasillo y se reunieron en el “despacho de jefatura”. En ninguno de los dos casos quedó asentado el ingreso de James al edificio, como cualquier otro visitante. “Como los que llevaban los registros no dependían de mí, no sé qué control efectuaban”, justificó Chamorro.

Chamorro dijo que a James se lo presentó Palacios. “Lo entrevisté para iniciar el trámite” de su incorporación a la Policía. De los dos encuentros registrados por las cámaras de vigilancia, dice que sólo recuerda el del 28 de septiembre, pero no el del 14 de ese mes, también filmado. Y que, igual que los llamados telefónicos, todo giraba en torno de su designación y los problemas que se habían planteado para efectivizar su nombramiento, dado que tenía un cargo como asesor en el Ministerio de Educación porteño desde 2008. Esa designación, sospechan los investigadores, habría sido la pantalla para que James desplegara y recibiera una paga de 6000 pesos por sus actividades de inteligencia. En la cartera, de hecho, no hay ni rastros de que haya hecho trabajo de asesoría alguno. Para minimizar su relación con el espía Chamorro dijo que ni se acordaría de él “si no hubiese estado involucrado en esta causa”.

James y Palacios están presos, ya que en el expediente se pudo probar que actuaron de manera sincronizada en una serie de escuchas telefónicas, entre ellas la que afectó al familiar de las víctimas de AMIA, Sergio Burstein, entre 21 de septiembre y el 5 de octubre pasado, la misma época en que James visitaba Chamorro en el Ministerio de Seguridad y se comunicaba con él; también se movieron en tándem, por ejemplo, cuando se les intervino el teléfono al empresario Carlos Avila y al gerente de Coto Rodrigo Blas Velasco. Otra escucha, la que justificó parte del procesamiento a Macri, es la que afectó a su cuñado Daniel Leonardo, en la misma época que James fue contratado en Educación. James retiraba las escuchas de todos de la SIDE. Para Oyarbide hubo una asociación ilícita.

Chamorro está imputado, en principio, como posible encubridor de la organización y su citación también indica que la investigación pretende desentrañar cómo es que se hacía espionaje con la estructura y los medios del gobierno porteño. Por eso le preguntaron también por qué fueron contratados al menos una veintena de ex agentes de inteligencia de la Federal, si la Metropolitana no prevé tareas de inteligencia. “Iban a investigaciones”, contestó. Como iría James, dijo, a quien le tenían listo un lugar como sumariante. Al abandonar tribunales se proclamó inocente y, en línea con la teoría macrista, dijo que hubo una conspiración contra la Metropolitana.

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Casi irreconocible, Osvaldo Chamorro apareció con barba y pelo largo. “No sé ni cómo se ingresa al Nosis”, buscó defenderse.
Imagen: Rolando Andrade
 
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