Domingo, 30 de octubre de 2011 | Hoy
EL PAíS › CIENTISTAS SOCIALES ANALIZAN EL ESCENARIO POLITICO
Carlos Altamirano, Eduardo Grüner, María Pía López, Marcelo Leyras, Sebastián Etchemendy y Alejandro Grimson repasaron distintos temas. Su visión sobre la eventual redefinición del sistema político, la crisis internacional, el vínculo oficialismo-oposición y los desafíos de CFK.
Por Nora Veiras
No por esperable resultó menos apabullante el triunfo del oficialismo en las elecciones presidenciales del domingo pasado. Treinta y siete puntos de diferencia entre el Frente para la Victoria y el Frente Amplio Progresista dibujan un escenario político con un protagonista excluyente. Sin embargo, apenas las urnas confirmaron su reelección, Cristina Fernández de Kirchner ensayó un discurso de unidad y reprendió a quienes se quedan en las pequeñeces. En ese contexto, la posible redefinición del sistema político, las implicancias de la crisis internacional, la relación con las fuerzas opositoras debilitadas y los desafíos de una nueva gestión aparecen en la agenda de los cientistas sociales interpelados por la complejidad de su objeto de estudio.
Invitados por Página/12 a analizar presente y perspectivas de un ciclo que por primera vez en la historia ha sido relegitimado para completar doce años de un mismo proyecto político, Carlos Altamirano, Eduardo Grüner, María Pía López, Marcelo Leyras, Sebastián Etchemendy y Alejandro Grimson coinciden y discrepan en la lectura del posible país que se viene.
Altamirano, sociólogo, investigador del Conicet, consideró que “el resultado electoral consolida en el poder no sólo a Cristina Kirchner sino a una cierta orientación política y económica, que ha recibido una enorme confianza de la ciudadanía”. Altamirano plantea que “no sé cómo aprovecharán el Gobierno, la Presidenta y sus colaboradores ese enorme crédito abierto”. En esa línea, el autor de Peronismo y cultura de izquierda señaló que existen “condiciones excelentes para cambiar la relación entre oficialismo y oposición –en plural, no hay una sino oposiciones–. José Ignacio de Mendiguren (el titular de la Unión Industrial Argentina) dijo que el 80 por ciento apoyó la orientación general que rige la vida económica: un capitalismo con un Estado activo, no prescindente, con regulación pública, y ésta puede ser una modalidad aceptada por una enorme mayoría. Está en las propuestas del FAP, que encabeza Hermes Binner y también en el discurso de Ricardo Alfonsín. Para Altamirano la pregunta que se abre “es si se piensa que la Argentina es un país plural –aunque se tengan diversas visiones– o el ejercicio de la hegemonía política. Su virtud debería radicar en cómo juega la relación entre esa mayoría abrumadora y ese 40 o 45 por ciento de fuerzas de oposición. El desafío de la Presidenta, como dijo, ‘de los que me votaron y de los que no’, abriría la posibilidad de pensar un capítulo nuevo en la agenda del Gobierno. Si fuera así cerraría un capítulo muy largo del siglo XX signado por la discordia que abrió paso a experimentos antipopulares en la Argentina”.
Coincidiendo en la “legitimación de las políticas” que evidenció el triunfo, Grüner, sociólogo y docente de la UBA, destacó que “lo que venía funcionando hasta ahora como la oposición de derecha se ha demostrado torpe, inútil, absurda; las más amplias fracciones del poder económico concentrado se han percatado de que en el contexto de la crisis económica mundial, nadie puede representarlos mejor que el actual gobierno, puesto que en los últimos años han hecho fantásticos negocios. Claro que con eso no se ganan elecciones, el kirchnerismo ha logrado colocarse como árbitro de intereses en pugna, intereses de clase, materiales y también simbólicos, eso es innegable. Me preocupa qué va a ocurrir frente a la crisis internacional que, a diferencia del 2008, ahora es gravísima. En algunas voces oficiales se insinúan medidas de prevención, me pregunto si se empezarán a considerar ajustes y sabemos que ese caso aumentará la conflictividad social y si eso ocurre se redefinirán las relaciones de fuerza”. Grüner prevé “una especie de minué de tensiones y concesiones”, entre el oficialismo y Binner porque “hay muchas afinidades y, además, una segunda fuerza a cuarenta puntos no tiene para competir con paridad de energía. Lo que fracasó es la hipótesis de bipartidismo que se jugó hasta las primarias”.
Las posibilidades de reconfiguración del sistema político ofrece distintas conclusiones. María Pía López, socióloga, recordó que “en las primeras ideas de Néstor Kirchner aparecía una centroizquierda y una centroderecha, más que un bipartidismo, ahora esto se complejizó. En la oposición aparecen dos fuerzas ascendentes: el macrismo –aunque no participó en la elección nacional–, una derecha pospolítica, vaciadora de discusión, negadora del conflicto; y el Frente Amplio Progresista, que incluye al socialismo, Libres del Sur, sectores de la CTA que pone en juego otras ideas. El Frente para la Victoria es la forma más eficaz, más práctica y consecuente para la consecución de las reformas, pero va a tener que discutir por derecha y por izquierda. Al interior del Frente para la Victoria también se va a generar el debate por la sucesión”.
Para Sebastián Etchemendy, director de la maestría de Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella, “es posible que la Argentina vaya cada vez más a un sistema de partido predominante. Ha habido democracias consolidadas con ese sistema: Suecia desde el ‘37 hasta el ’76 estuvo gobernada por la socialdemocracia; Japón desde la Segunda Guerra hasta fines de los ’90 tuvo gobiernos liberal-democráticos. La diferencia argentina es que la competencia se dará seguramente desde dentro del peronismo. Lo que se ve es una disputa Massa-Scioli versus sectores más progresistas. En términos de partidos, la oposición está muy dispersa y fragmentada. En Recoleta, por ejemplo, hubo mucho voto Binner-Pinedo (del PRO). ¿Cuántos votos de Binner son de Binner y no de la derecha antiperonista? Creo que el voto progresista lo agarró Cristina. Macri, por ahora es vecinalista; su suerte está atada a algún peronismo disidente. El problema es que la batalla se tiene que dar dentro del partido dominante. Al preservarse, evitó también la construcción territorial y hoy no tiene más que Capital y Vicente López”.
Marcelo Leyras, director de carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, no encuentra una gran diferencia con el resultado electoral del 2007: “Creo que no implica un reacomodamiento del sistema políticos: como en 2007 hay un Frente para la Victoria articulando un peronismo heterogéneo y una oposición dispersa. La diferencia está en que el socialismo gobierna una provincia y fue reelegido y el PRO gobierna Capital y también fue reelegido. Son dos fuerzas que pueden articular oposición de centroizquieda y centroderecha. Esto le puede dar más claridad a la oposición. Dentro del peronismo hay un Frente para la Victoria muy fuerte y aspirantes a reemplazarlo en provincias. La diferencia con 2007 es un triunfo más categórico y gente más cercana a Cristina Kirchner en mejor posición para disputar estos cuatro años. En síntesis una estructura similar con características de actores distintas”. Para Leyras la categorización de bipartidismo es caduca. “Excepto el 30 de octubre del ’83, cuando casi todo se repartió entre el radicalismo y el peronismo, en las elecciones legislativas siempre se repartieron entre peronismo, radicalismo y terceras fuerzas. El radicalismo no logró recuperarse como alternativa desde el ’93, después del Pacto de Olivos.”
El antropólogo Alejandro Grimson, docente de la Universidad Nacional de San Martín, señaló que hay dos factores que deben despejarse para vislumbrar el derrotero de las fuerzas políticas: por un lado “cuál va a ser la capacidad de las fuerzas derrotadas para entender las razones del triunfo de Cristina Kirchner. Todavía hay poca información para saber si van a seguir repitiendo lo de antes de la elección o van a hacer un diagnóstico de las medidas positivas del Gobierno que lo llevaron al triunfo. Por otro lado, me parece erróneo plantear que las opciones del Gobierno sean consenso o lucha. Creo que hay otras opciones que son los conflictos puntuales vinculados a cuestiones de igualdad. La opción sería consenso y conflictividad en función de esas agendas. Algunas medidas que se tomaron esta última semana como cortar privilegios a las mineras y petroleras son señales en ese sentido”.
A futuro, los investigadores sociales diseñan una agenda de cuestiones pendientes en materia de política energética, habitacional, impositiva para concretar la denominada “profundización del modelo”. La continuidad de políticas de protección del empleo y del mercado interno con medidas heterodoxas aparecen en el horizonte cercano. Altamirano señaló que ante la eventualidad de una agudización de la crisis internacional que repercuta en el país, el Gobierno “no encontraría en una parte de la oposición obstáculos, en el sentido de aprovecharse de las dificultades del adversario. Hay conciencia de que la situación ahora es muy buena, no hay que subestimar los efectos de la crisis sobre la Argentina”.
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