EL PAíS › LA INVESTIGACION POR EL ASESINATO DEL GOBERNADOR CARLOS SORIA

Detalles de la última noche

Las palabras de la viuda cuando su hija abrió la puerta y vio a su padre con un tiro en la cara indican, para los investigadores, que la mujer tenía conciencia de sus actos: “¡Llamá a la ambulancia! ¡Llamá, boluda!”, dijo. Los pasos de la causa, que cambia de juez.

 Por Irina Hauser

“¡Llamá a la ambulancia! ¡Llamá, boluda!”. Así habría reaccionado Susana Freydoz cuando vio entrar a su hija María Emilia a la habitación donde estaba con su marido, Carlos Soria, tendido en la cama con un balazo en la cara, según relataron allegados a la causa judicial. Para los investigadores es una frase fundamental, ya que revelaría que la esposa del ex gobernador de Río Negro habría tenido conciencia de sus actos. No estaba obnubilada, ni lamentándose, ni habló de un accidente, e incluso en algún momento empezó a insultar, según se completa esta versión basada en los testimonios de los hijos y el yerno de Soria. La chica declaró que al oír el disparo pensó que era su madre la que se había matado, pero se llevó una sorpresa. La viuda sería indagada esta semana, quizá el miércoles, ya que los dos peritos –el oficial y el de la defensa– evaluaron que está en condiciones de hacerlo, más allá de la depresión que atraviesa. Desde mañana la causa volverá a su juez de origen, Emilio Stadler, quien deberá resolver también si la arresta, la interna en una institución psiquiátrica o la deja en libertad. La detención o la internación podrían ser domiciliarias.

“¿Vos querés que me mate?” “¡Me mato!”, le gritaba Freydoz a Soria en la madrugada del 1º de enero, según declaró la hija menor del matrimonio, María Emilia. Estaban en su cuarto de la chacra de Paso Córdoba, pero desde afuera se oían los alaridos, dijo la chica. No era la primera vez que su madre amenazaba con suicidarse. Sufría de celos constantes, dice la familia. “Voy a hacer como la mujer de (Jorge) Sobisch”, cuentan que solía compararse con Liliana Planas, la esposa del ex gobernador neuquino, que se tiró de un noveno piso hace dos años. La pelea post cena de Año Nuevo habría girado en torno de una relación extramatrimonial de Soria. La discusión, según declaró María Emilia, creció sin interrupciones mientras él soltaba frases denigrantes y terminó con el disparo. Lo primero que pensó fue que Freydoz había concretado su anuncio. Pero cuando entró a la habitación la encontró en pie y a su padre ensangrentado con el rostro perforado. El arma, un revólver calibre .38 que Soria tenía en su mesa de luz, estaba sobre la cama, cerca del cuerpo, señalan fuentes del caso. Pero la única que tenía rastros de pólvora en las manos era Freydoz. La joven forcejeó con ella, explicó, porque no lograba sacarla de la habitación. No hay datos en la causa que indiquen que haya intentado suicidarse en ese momento.

Hasta ahora, el juez Juan Pablo Chirinos –que tuvo la causa los primeros doce días– y el fiscal Miguel Angel Fernández Jahde manejaron la hipótesis de que el homicidio fue doloso. O sea, que Freydoz tuvo noción de lo que hacía. La frase “¡Llamá a la ambulancia!” es uno de los elementos que abonarían esa línea. En la fiscalía no descartan todavía la posibilidad de que el gobernador rionegrino haya recibido el balazo dormido o adormecido. Ponen entre signos de pregunta la existencia de una discusión en ese momento entre Soria y su esposa. Suponen que la teoría de la pelea, los celos y las amenazas de suicidio apunta a ayudar a Freydoz a conseguir su inimputabilidad para desvincularla del delito, de máxima, o una pena reducida, de mínima. El fiscal Fernández Jahde viajaría mañana a Salta para seguir allí de cerca las pericias que se realizarán en el Laboratorio Regional de Investigación Forense, sobre la trayectoria y la distancia del disparo, y obtener un análisis criminalístico completo del hecho.

Por lo pronto, el juez Stadler –un histórico de la provincia– podría indagar a Freydoz a mediados de semana. Los peritos psiquiatras coincidieron en que puede enfrentar esa situación y ejercer su defensa. Pero, como informó Página/12, discreparon en el diagnóstico. La pericia oficial, que no es vinculante pero tiene peso en la investigación, dice que la viuda es imputable, aunque a su entender podría haber obrado en un rapto de “emoción violenta”, una especie de estado de locura repentina y fugaz que capaz de disminuir sólo parcialmente su comprensión. Desde el punto de vista legal ese cuadro funciona como un atenuante. En este caso, de todos modos, si bien podría evitar una pena perpetua, difícilmente se salve de la cárcel por estar el delito agravado por el vínculo conyugal. El perito de parte, Carlos Cornaglia, sugirió la inimputabilidad y pidió estudios toxicológicos complementarios y genéticos, que rastreen una posible enfermedad psiquiátrica de fondo. Habló también de “celotipia” (los celos enfermizos que generan ideas paranoicas).

Durante las siete horas de entrevistas que Freydoz mantuvo con los peritos, habría referido una serie de situaciones que mostrarían que el disparo mortal fue corolario de un día cargado de tensiones en el matrimonio, aunque no era algo nuevo para ellos. El perito oficial describió en su informe por lo menos tres posibles detonantes del crimen surgidos del relato de la propia viuda:

- Freydoz se habría quejado con insistencia de algo que alimentó su ira en la noche de Año Nuevo: “El no brindó conmigo”, dijo.

- Refirió varias escenas a lo largo del día en las que percibía que Soria estaba de mal ánimo con ella, o la ignoraba, o cuando ella preguntaba por qué estaba así, él respondía con frases del estilo “no me hinchés”. Discutieron por minucias: desde la comida hasta los petardos y las cañitas voladoras.

- Después de que se fueron las visitas se desató la discusión descripta por la hija, María Emilia. Ella y su novio, Mariano Valentín, eran los únicos que estaban en la casa en el momento de los hechos.

La viuda usó el revólver del gobernador. Tuvo que dar una vuelta o caminar unos pasos para agarrarlo de la mesita junto a la cama. El hecho de que Soria aparentemente no haya intentado detenerla es uno de los datos que sugieren a la fiscalía que quizá dormía. Se sabe por las primeras pericias que el disparo se produjo por lo menos a 40 o 50 centímetros de distancia, es decir, no fue resultado accidental de una riña. Para agrandar el intríngulis, otro dato llamativo es que pasó muy poco tiempo, ni quince minutos, desde que se fue el último invitado, otro hijo de la pareja, Martín Soria, hasta que ocurrió el crimen. Soria hijo, intendente de General Roca, recibió el llamado de su hermana y su cuñado cuando estaba por entrar a su casa, dio la vuelta y llegó a la chacra justo antes de la ambulancia. Así las cosas, también se podría pensar que hubo una pulseada verbal intensa, que Freydoz agarró el arma y Soria –si la menospreciaba– no creyó fuera a apretar el gatillo.

Chirinos no ordenó la detención de Freydoz porque entendió que no había peligro de que entorpeciera la investigación ni de que se fugara. Dijo que le daba más temor que se suicide, no sólo porque esté deprimida, sino porque es una reacción típica de quienes cometen este tipo de hechos. En los tribunales de General Roca no descartan que Stadler sí ordene detenerla, o dicte su prisión preventiva al momento de procesarla, ya que es un juez proclive a ese tipo de medidas (aunque después se las revoquen sus superiores). También está la chance de que ordene internarla en una institución psiquiátrica. Cualquiera de las dos medidas se puede transformar en domiciliaria. Si siguiera libre, al haber menos apelaciones de por medio, podría llegar en unos dos o tres meses a juicio.

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