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Factores externos

 Por Alfredo Zaiat

El futuro presidente que surgirá del ballottage tendrá que comenzar la gestión económica con una variable que está fuera de su alcance: el contexto internacional. El equipo económico del nuevo gobierno podrá presentar medidas para abordar las tensiones internas concentradas en los frentes cambiario, inflacionario, fiscal y laboral, pero esas iniciativas no deberían ignorar que la economía mundial, en especial el comercio internacional, está transitando el octavo año de crisis, alcanzando ahora a casi todos los países reunidos en el Brics. La mayor o menor relevancia que le asignen a esa cuestión exógena determinará la calidad de la política económica. Si aplican iniciativas como si no fuese importante, afectarán el bienestar general; en cambio, si evalúan con seriedad las transformaciones que se están desarrollando en el mapa mundial, estarán en mejores condiciones de instrumentar una estrategia que permita amortiguar los costos ineludibles de una economía global con motores de crecimiento deteriorados.

Los siguientes son los factores externos que impactan en forma negativa:

1. La Reserva Federal (banca central estadounidense) tiene decidido aumentar la tasa de interés pero todavía no lo ha concretado porque las señales de su economía no son lo suficientemente robustas, y las que emite la internacional son de debilidad. Pero el solo hecho de anunciar que subirá la tasa más tarde o temprano ha provocado un repliegue de los capitales especulativos de la mayoría de las plazas emergentes hacia la de Nueva York. Cuando aplique el ajuste al alza de la tasa de interés, si bien se mantendrá en niveles históricamente bajos, implicará un encarecimiento del costo de endeudamiento externo para los sectores público y privado.

2. El crecimiento económico de China se desaceleró a 6,9 por ciento en el tercer trimestre frente al mismo periodo del año anterior, anotando el menor avance de los últimos 25 años. El gobierno chino ha decidido cambiar su paradigma de crecimiento en noviembre de 2012, en el XVIII Congreso Nacional del PCCH, impulsando el consumo más que la inversión. Además la producción de servicios está contribuyendo más que la de manufacturas en el PIB y la demanda interna es más dinámica que las exportaciones. El consumo interno ha aumentado hasta representar más del 50 por ciento del PIB, cuando en 2009 sólo llegaba al 35. Este proceso de transición que implica tensiones al interior de la economía china provoca mayor volatilidad en la economía mundial.

3. Los dos primeros factores mencionados (probable aumento de la tasa de interés en Estados Unidos con fortalecimiento del dólar y desaceleración del crecimiento de China) implicaron una importante caída de los precios internacionales de las materias primas. La evolución del índice de precios de las commodities de exportación argentinas que elabora el Banco Central disminuyó 16,1 por ciento en septiembre último respecto al mismo mes del año pasado, ubicándose en un nivel similar al de 2007.

4. La Organización Mundial de Comercio indicó en un reciente informe que el volumen del comercio mundial de mercancías creció apenas 2,8 por ciento en 2014 y disminuyó la estimación inicial del 3,3 al 2,8 por ciento en 2015. Esta revisión a la baja estuvo motivada por la caída de los precios de las materias primas y el menor crecimiento de China. Esa performance del comercio se ubica muy por debajo del promedio anual del 5,1 por ciento registrado desde 1990 hasta el estallido de la crisis en 2008. Entre 2012 y 2014, el comercio creció en promedio apenas el 2,4 por ciento, el ritmo más lento registrado en un trienio en el que hubo expansión del comercio (es decir, excluyendo años como 1975 y 2009, en los cuales el comercio mundial disminuyó).

5. El factor de mayor riesgo externo para la economía argentina es la evolución de Brasil. La opción de política económica del gobierno de Dilma Rousseff ha sido devaluación y contracción de la demanda doméstica aplicando una suba de la tasa de interés y ajuste fiscal para disminuir el déficit de sus cuentas públicas. Argentina padece la caída del PIB brasileño (3 a 4 por ciento este año, y la estimación más optimista indica un retroceso de 1,5 por ciento en 2016) porque tiene a esa economía como socio comercial privilegiado, y su entramado industrial, en especial, el automotor, es muy dependiente de esa demanda. Es conocido el resultado de la política económica conservadora brasileña: menos exportaciones industriales argentinas afectando el nivel de actividad y el empleo.

Frente a estos factores externos perturbadores, una estrategia económica de ajuste conducirá a una recesión y deterioro de las variables sociolaborales. Medidas contracíclicas para cuidar el mercado interno son el sendero que demostró ser el mejor para promover el bienestar general. Es una valiosa enseñanza que habrá que ver si la incorpora en su gestión el próximo presidente.

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