EL PAíS › PANORAMA POLITICO

Autoayuda

 Por Luis Bruschtein

“Es el neoliberalismo, estúpido”, diría Bill Clinton a los que hablan de pesada herencia. Medido de año a año, pero en especial a partir de diciembre del año pasado y considerando la devaluación, el tarifazo y las paritarias, los sectores de menos ingresos perdieron un 25 por ciento de su capacidad adquisitiva. En la otra punta, los bancos ganaron un 65 por ciento más que el año pasado, en especial por la devaluación y el aumento de las tasas de interés, medidas que tomó el nuevo gobierno. Los cincuenta mil millones de pesos que hasta el año pasado pagaban las mineras, los exportadores de granos y la industria por retenciones a la exportación, ahora los pagan los hogares por consumo eléctrico sin subsidios. Lo que han ganado los bancos y los exportadores, lo perdieron los trabajadores por la carestía de la vida. El 10 de diciembre se dio vuelta la taba. Eso se llama transferencia de riqueza de los que menos tienen a los que más tienen. Es la ruta del dinero M hacia las off shore de los ricos entre los cuales figuran el presidente y varios de sus ministros y colaboradores.

Los sacrificados en el altar del libremercadismo son los pobres y las capas medias, o sea, la mayoría. Los ricos han engrosado sus billeteras en estos meses. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), se han perdido más de 142 mil puestos de trabajo, más de la mitad de ellos en la actividad privada, sobre todo en la construcción, y gran parte en la industria. Y entre los empresarios se ha instalado la modalidad de despedir sin causa. Van a juicio y a pagar cuando sea, total la indemnización se la come el tiempo con la inflación.

En cuatro meses, el país ha tomado 20 mil millones de dólares de deuda para pagar deuda. Es plata que sale por la misma puerta que entró y lo único que deja son vencimientos altísimos (se agregan cerca de dos mil millones de dólares anuales a los pagos preexistentes) que serán usados como excusa para los ajustes. Más ajustes en el futuro próximo además de los recientes. Lo que se festeja es ajuste más ajuste. Gran éxito del ministro Prat-Gay que logró un record para la Argentina: en la historia de las deudas externas, es la economía emergente que más se endeudó de un solo saque. Se festeja que la demanda para comprar deuda argentina haya sido mucho mayor que la oferta. Si con los fondos buitre el gobierno demostró que está dispuesto a pagarles más del 1600 por ciento de ganancia, todo el mundo se pelea para negociar con el pagador bobo, o “el campeón”, según calificó Paul Singer a Macri como si se tratara de su Hereford en la Rural. El argumento que el gobierno usa como “esperanzador” es que se endeudaron para poder endeudarse más. De toda la que entró, no vieron un peso y van por más. Lo más desopilante es que después de la sangría y el esfuerzo que implica pagar cifras usurarias a los fondos buitre, se aplaude que las tasa de interés promedio del 7,14 de la nueva deuda sean más bajas que el 8,75 que logró el gobierno anterior, pero se oculta que son tasas de interés más altas que las de cualquiera de los países vecinos, incluyendo a Brasil con su furiosa recesión.

Ni siquiera los golpes militares, que desde 1955 se plantearon metas similares, pudieron avanzar a la velocidad con que lo hizo el macrismo. Es probable que la diferencia sea que, por primera vez, la derecha y sus programas tomaron el gobierno por la vía democrática y no gracias a proscripciones, al fraude “patriótico”, a los golpes militares o a disfrazarse de peronistas o radicales. Es la primera vez que tienen legitimidad abierta como derecha. Esa novedad, sumada al blindaje mediático, les ha dado una libertad de acción que no tuvieron las dictaduras por lo que el proceso de transformacióndestrucción, que tuvieron tiempos más prolongados con los militares, tomó ahora un ritmo vertiginoso.

En menos de cuatro meses ya se empieza a visualizar otra vez un país fundido con muchos desocupados y más pobres. Eso sí, con el propósito de combatir la pobreza, el presidente se reunió con sus ministros y los del gabinete bonaerense para una charla motivacional en el CCK. Les hablaron Margarita Barrientos, y dos ex pobres, Toty Flores –el piquetero reformado de Carrió– y el “ex gerente de felicidad” Daniel Cerezo. Con el conurbano al borde del incendio, los tres ex pobres les contaron a los funcionarios cómo son los pobres. “Todos somos pobres en lo que nos falta –se dijo ante una platea de funcionarios millonarios, empresarios y ceos de grandes empresas– y todos somos ricos en lo que podemos dar.” No tienen la más mínima idea. Esa combinación entre ricos, pícaros que combaten la pobreza con autoayuda y la crisis socioeconómica, es altamente inflamable.

La reunión en el Centro Cultural Kirchner, que sigue cerrado al público para ser usado como palacio del presidente en eventos sociales, surgió de la intranquilidad del macrismo en la provincia de Buenos Aires. Es un territorio donde el blindaje de la corporación mediática que protege al oficialismo tiene menos efecto que en el ámbito porteño. Las encuestas muestran una caída en picada del gobierno. Después de muchos años, miles de ciudadanos han vuelto a caer por debajo de la línea de pobreza, a miles no les alcanza para llegar a fin de mes y arrastran a sectores de las capas medias que vivían del consumo que se perdió. Como señala Washington Uranga, han vuelto a surgir y multiplicarse los comedores populares. Es un escenario que no se puede tapar. No hay blindaje mentiroso que resista esa realidad.

El gobierno provincial no tiene respuestas para esa catástrofe. Los intendentes le piden plata y la gobernadora se la pide al gobierno nacional. Macri no se la da, pero en cambio sí le da una estimulante charla motivacional para que su gabinete no pierda la esperanza. Aunque suene absurdo, Macri confía en esas charlas, como las que se estilan en las grandes corporaciones norteamericanas y japonesas.

La oposición es pragmática y no cree en los gurúes de autoayuda. Los movimientos que produjo ratifican que también registran el panorama social difícil que han creado en estos pocos meses las medidas del gobierno. El massismo, los disidentes justicialistas, y el seudoprogresismo, que apostaban a una primera etapa de alianza con el oficialismo para quebrar al FpV como mayor fuerza de oposición, se vieron obligados a consensuar entre ellos y con el FpV una ley que frene los despidos. Macri mintió y dijo que esa ley había fracasado cuando se aplicó en 2002 porque lo cierto es que a partir de ese año y el siguiente comenzaron a disminuir los despidos. El acuerdo para este proyecto de ley produjo un cambio de frente y por primera vez estas fuerzas se pusieron en sintonía y no acompañaron al oficialismo. Es un síntoma.

Como también lo fue el retorno de Cristina Kirchner con una propuesta como la del Frente Ciudadano, que trata de englobar una estrategia muy amplia e inorgánica de alianzas que puede tener expresiones circunstanciales como la que se produjo a nivel parlamentario para la ley antidespidos o formas a nivel territorial entre movimientos sociales y vecinales que ocupan la primera trinchera contra la crisis. Lo que está diciendo con una propuesta tan abierta es que en este momento hay que impulsar todo tipo de alianzas o acuerdos contra la pobreza en cualquier nivel y con el grado de organicidad que sea.

Síntoma de este proceso que se desarrolla en forma tan vertiginosa también fue la reunión de la ex presidenta con los intendentes bonaerenses que constituyen el corazón territorial del peronismo. De los 55 asistieron 52. Fue casi asistencia completa. Gabriel Katopodis había avisado que no asistiría. Los otros dos son disidentes hace bastante tiempo. Y el participante especial fue Fernando Espinoza, titular del PJ bonaerense y referente de La Matanza, el distrito electoral más grande del país, donde el FPV ganó con más del 60 por ciento de los votos. La ex presidenta se limitó a escucharlos. No hubo bajada de línea, como dijo Clarín, pero en el peronismo se entienden esas señales: la convocatoria fue muy alta. Lo que implica también que la situación en el conurbano es difícil y que no se vislumbra que a Vidal le dé el piné.

En el encuentro con los senadores hubo más faltazos, pero la señal más importante tenía que provenir desde el territorio bonaerense, donde la permanencia o la recuperación es esencial para el macrismo y el peronismo. Los demás gobernadores toman nota del devenir bonaerense.

El gobierno sabe que no puede aspirar a una mejora de la situación social, porque piensa que lo de los años que pasaron fue derroche, que se vivió una ilusión. Y apuesta a la naturalización de lo precario en complicidad con sus aliados de la corporación mediática que desde diciembre abusan con artículos sobre los beneficios para la salud de los ventiladores frente a los acondicionadores de aire, sobre la importancia que tiene un “changuito inteligente” en los supermercados (hay que saber comprar), en las virtudes de las caminatas para ir al trabajo o en la excelencia del “gourmet austero”. Son formas de engatusar a una clase media que perderá muchos de los beneficios a los que accedió en los últimos años. Es más difícil engatusar al hambre. Pero para contener a los sectores más humildes está el miedo al desempleo.

Compartir: 

Twitter

Imagen: Télam
 
EL PAíS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.