EL MUNDO › EN LONDRES, ABOGO EN FAVOR DE LA PERMANENCIA DE GRAN BRETAÑA EN LA UNION EUROPEA

Apuesta de Obama por la unidad europea

“La Unión Europea no limita la influencia global británica, la magnifica. Una Europa fuerte no amenaza el liderazgo mundial británico, lo refuerza. Europa es muy positiva económicamente para el Reino Unido”, señaló el mandatario de EE.UU.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

En el Reino Unido por los 90 años de la Reina Isabel II, el presidente Barack Obama intervino en la campaña por el referendo sobre Europa con un respaldo abierto a la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. “La Unión Europea no limita la influencia global británica, la magnifica. Una Europa fuerte no amenaza el liderazgo mundial británico, lo refuerza. Europa es muy positiva económicamente para el Reino Unido”, señaló el presidente en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro David Cameron.

En un intento de evitar que su intervención fuera percibida como una interferencia, el presidente estadounidense aclaró que era “un asunto interno de los británicos”, pero con las encuestas cabeza a cabeza, el líder informal de la campaña del Leave Europe, el alcalde de Londres, Boris Johnson, no estaba para diplomacias. Con un tono impaciente que apenas ocultaba la exasperación, Johnson acusó a Obama de basar sus opiniones en “el ancestral rechazo que un presidente, que es en parte oriundo de Kenia, puede sentir por el imperio británico que Winston Churchill defendió tan enfáticamente”.

No es habitual que los políticos británicos, tan celebrados por su “cool” James Bondiano, pierdan los papeles, pero la polarización que genera el tema europea rompe fronteras. En el caso de Johnson el racismo imperial de su chicana derrumbó toda la political correctness que han procurado proyectar los conservadores en la última década para evitar ataques del laborismo.

Con más solidez argumentativa, Johnson añadió que era “hipócrita” que un país que ni siquiera había rubricado la Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia porque lo consideraba una interferencia en su soberanía le exigiera al Reino Unido que hiciera exactamente eso con la Unión Europea. “Es el típico ‘haz lo que yo digo y no lo que hago’. Es incoherente, inconsistente y directamente hipócrita. Ellos nunca contemplarían ceder el control de su democracia a sus vecinos”, señaló Johnson.

Este mensaje “nacionalista” del alcalde de Londres cuenta, según las no siempre creíbles encuestas, con el respaldo de un 60 por ciento de los británicos, pero su desliz con el tema de Kenia ganó ayer la atención mediática y política. El ministro de economía en la sombra, el laborista John Mc Donnell, se puso en la larga fila de los que salieron a acusarlo de “racismo”. Entre los conservadores, el nieto de Winston Churchill, el diputado Nicholas Soames, señaló que las palabras de Johnson eran “abominables” y que era “inconcebible” que su abuelo no hubiera escuchado el mensaje de un presidente estadounidense.

El mensaje de Obama fue inequívoco en relación al referendo del 23 de junio que decidirá si el Reino Unido sigue en la UE. Primero en la columna central del Daily Telegraph, uno de los diarios más conservadores y euroescépticos, y, de manera mucho más abierta y contundente durante las preguntas que le hicieron por la tarde en la conferencia de prensa con Cameron, Obama apostó por un Reino Unido en Europa.

“En estos momentos estamos negociando un acuerdo entre la Unión Europea y Estados Unidos para formar el acuerdo comercial más grande del planeta. Si el Reino Unido deja la Unión Europea, tendrá que ir a la cola de la cola para negociar un acuerdo comercial bilateral... Desde ya que no voto en este referendo, pero si lo hiciera, pensaría mucho antes de dejar un bloque que representa un 44% de mis exportaciones y millones de empleos... La cooperación en temas económicos, laborales o de inteligencia y antiterrorismo, será mucho más efectiva si se extiende por toda Europa”, señaló el mandatario estadounidense.

Un mensaje tan enfático cayó como una bomba en los partidarios del Brexit conscientes de que el impacto internacional de una salida de la UE es uno de los flancos más débiles de su campaña. El presidente pinchó o cuanto menos desinfló uno de los argumentos de los Leave Europe quienes proclaman que el adiós a Europa le va a permitir al Reino Unido profundizar su “relación especial” con Estados Unidos. Esta supuesta “relación especial” con la que sueñan estaría cimentada mucho más en el lenguaje, una visión común y el vínculo histórico colonial, poscolonial y bélico (aliados en las dos guerras mundiales, en las guerras del Golfo, etc.) que en el “aquí y ahora” que mencionó Obama con crudo realismo. Entre los euroescépticos estas palabras sonaron a la pérfida traición de una país al que se admira por su modelo económico y por ser el hijo dilecto que heredó la hegemonía global del siempre añorado imperio británico.

El exabrupto racista de Johnson deja al descubierto un segundo flanco descuidado hoy por los conservadores que buscan desde hace años erradicar la imagen del “nasty party” (el “partido horrible” por su insensibilidad social). En la campaña para la elección del 5 de mayo del nuevo alcalde de Londres, el candidato conservador Zac Goldsmith está usando la “carta racial” para tratar de recortar los 11 puntos de ventaja que le lleva en las encuestas el candidato laborista, el musulmán Sadiq Khan.

La “carta racial” describe a Khan, un abogado especializado en derechos humanos, hijo de un imigrante pakistaní conductor de colectivos, como un peligro para la seguridad de los londinenses en medio de las amenazas que presenta el terrorismo islámico luego de los atentados de Bélgica este año y París en 2015. En un intento de apuntalar a Goldsmith, el mismo primer ministro David Cameron intervino este miércoles en la Cámara de los Comunes con un ataque contra Khan. Salpicado como quedó por los Panama Papers, con su credibilidad seriamente cuestionada, la intervención de Cameron pareció un salvavida de plomo para el candidato conservador.

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Cameron y Obama saludan en la puerta de la residencia oficial del premier, en 10 Downing Street.
Imagen: Télam
 
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