EL PAíS › LA DESAZóN DE QUIENES QUERíAN FESTEJAR EL 25 DE MAYO

“¿Por dónde se puede entrar?”

“Es el 25 de Mayo más triste del que tengo memoria.” La frase la pronunció un joven, casi como un suspiro, mientras su compañera asentía. Ambos acababan de llegar por Diagonal Sur y se asomaban detrás de las vallas que impedían el ingreso –y además no dejaban mirar– al interior del perímetro de la Plaza, cercado desde el martes a la tarde. La condición para ingresar a los festejos del Día de la Patria que en solitario celebraban el presidente Mauricio Macri, el titular de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, y el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, junto a la plana mayor de Cambiemos, consistía en llevar una cintita en la muñeca indicadora de la pertenencia del portador al evento. De lo contrario, los uniformados se encargaban de rechazar al público con buenos modales. Desde lejos llegaban los acordes del Himno, entonados por los Granaderos. Escucharlo fue todo el protagonismo que el público tuvo durante el mediodía de ayer.

“Vinimos a visitar el Cabildo, pero ni eso pudimos”, contó a este diario Valeria, que paseaba, sin rumbo, de la mano de su hija. “Una lástima”, se quejó mientras, como un día cualquiera, optaba por repasar las vidrieras de los locales abiertos sobre Florida. Sobre Avenida de Mayo marchó a paso de feriado la mayoría del público: desde 9 de Julio hasta Florida, donde las vallas hacían de muro, una feria se desplegaba a ambos lados de la calzada, y representaba la mayor atracción. El clima esta vez no le aguó la fiesta al Presidente, pero la abulia era total: no hubo fiesta.

“Si éstos hubieran estado acá el año pasado…” le señaló Sonia, que no ocultaba su afinidad con el gobierno anterior, a Página/12, al tiempo que miraba a su alrededor. El público llegaba portando escarapelas, se daba ánimo entonando el Himno y alzaba las cámaras de los celulares para captar lo que las vallas apenas dejaban ver: Granaderos, Gendarmería, Policía Federal, Camiones Blindados, la plaza vacía, la Casa Rosada, La Catedral, gente sentada.

La zozobra se rompió cuando un pequeño grupo de militantes kirchneristas, sin banderas, comenzó a golpear con fuerza contra las vallas que impedían el acceso sobre Avenida de Mayo. “Abrí la plaza….” cantaron. Se sumaron las voces de varios de los puesteros, de los artesanos de Florida y de varios autoconvocados. Cuando los cantos derivaron en consignas contra Macri y en defensa contra la ex Presidenta, los peatones miraban asombrados: algunos, después de unos segundos y de saberse entre pares, se sumaron con palmas y a viva voz; otros ensayaron su mayor gesto de disgusto y devolvieron una sonrisa irónica.

“¿Alguien sabe por dónde se puede entrar a la plaza?” consultó Andrea, que había llegado desde San Martín, a varios de los peatones que circulaban por Florida, haciendo un esfuerzo para ser escuchada. Al recibir la respuesta más pronunciada durante toda la jornada (ni por Balcarce, ni por Defensa, tampoco por Reconquista o por San Martín), le dijo a este diario: “Me gustaría que podamos movernos tranquilos, que los turistas vean que en este país podemos celebrar el día de la Patria sin protestas. Pero vivimos con lo que tenemos”. Se refería al acampe de las organizaciones de cooperativas sobre Diagonal Norte en reclamo de aumentos al gobierno porteño por sus magros salarios, una de las razones –o de las excusas– que motivaron al Gobierno a cercar la plaza.

Informe: Matías Ferrari.

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Imagen: Bernardino Avila
 
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