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Solá, en su hora más difícil, piensa en Arslanian y en Aníbal Fernández

Preocupado por la movilización y las presiones internas, el gobernador bonaerense resolvió apurar la designación del reemplazante de Giannettasio al frente de Seguridad.

 Por Martín Piqué

Felipe Solá sabía que el tema de la seguridad había llegado a un punto límite con el asesinato de Axel Blumberg. Lo presentía, a medida que comprobaba la repercusión mediática y social del caso. Y lo confirmaba día a día, cuando observaba el apoyo que iba logrando la marcha al Congreso. “Este tema puede llevarse puesto a cualquiera, porque en esto la gente no mide nada”, era la frase que repetían desde el entorno del gobernador. Pero la convocatoria de ayer superó todas las previsiones. “Hay miedo en la provincia, pero también hay miedo en Capital. El que no es consciente de la dimensión del problema no entiende nada”, analizaban anoche en La Plata. A esa hora, mientras la gente seguía en las calles, Solá analizaba con la ministra interina Graciela Giannettasio cómo adelantar los tiempos para que asuma el especialista que quedará a cargo en la cartera. Hasta ahora la duda está entre el jurista León Arslanian o el ministro del Interior Aníbal Fernández, pero pueden surgir terceros en discordia.
Mientras la calle se llenaba de personas reclamando “Justicia y seguridad”, los funcionarios trataban de acelerar las decisiones para mostrar ejecutividad. Con ese objetivo, la vicegobernadora anunció ayer que convocará al penalista Arslanian para integrar un consejo asesor del ministerio. También dijo que llamará al ex subsecretario de Seguridad bonaerense Marcelo Saín, quien hasta hace poco era considerado un enemigo público del peronismo bonaerense: Eduardo Duhalde lo solía llamar “Caín” en las reuniones partidarias. Pero el tiempo es otro, las urgencias imperan, y Saín colaborará en el equipo del ministerio mientras lo conduzca Giannettasio.
Más allá de los anuncios, el debut de la ex ministra de Educación fue mucho más complicado de lo esperado. Además de la enorme cantidad de personas que ocuparon la calle, el padre de Axel, Juan Carlos Blumberg, cuestionó públicamente su designación. “Espero que sea momentáneo. Es una persona que está en la educación. Debería quedarse hasta que nombren a un idóneo en seguridad porque, si no, sería un desastre”, dijo Blumberg. Pero el padre del joven asesinado en Moreno no sólo cuestionó a Giannettasio: también escribió un petitorio dirigido a Solá que entregó en la Casa de la Provincia de Buenos Aires. En ese papel, Blumberg aseguraba que “los derechos humanos son de todos” y solicitaba al gobernador que “reestructurara la policía, con capacitación, con dotación de equipamiento y tecnología conforme a la actualidad, con remuneraciones dignas al ejercicio de sus funciones y una organización jerárquica disciplinada y controlada conforme a la ley”.
En algunos puntos, el texto de Blumberg parecía corresponderse con la propuesta de crear una policía metropolitana, pero en otras partes tomaba las clásicas demandas asociadas al reclamo de “mano dura”: en especial la distinción entre los derechos humanos de la gente y los derechos humanos de los delincuentes. Por su parte, Giannettasio, en una carta que leyó en el Senado bonaerense, prometió que la provincia trabajará en conjunto con la Nación y la ciudad de Buenos Aires. “La hora demanda decisiones complejas”, dijo a la mañana, cuando renunció transitoriamente a su cargo de titular del Senado para asumir en el Ministerio de Seguridad. Con esas declaraciones, la vicegobernadora quería mostrar la decisión del PJ bonaerense de acompañar a Solá en su hora más difícil: la reforma definitiva de la Policía Bonaerense.
A través de Giannettasio se expresaba también una voz que hasta ahora permaneció en silencio: la del ex presidente Eduardo Duhalde. Página/12 pudo saber que Duhalde estuvo al tanto de la propuesta de Solá y que hizo llegar su aprobación. Aunque concentrado en los debates del Mercosur, Duhalde no puede olvidar las serias complicaciones que le acarreó la Bonaerense desde que apareció el cadáver de José Luis Cabezas en la cava de General Madariaga, el 25 de enero de 1997. Las noticias horribles continuaron con el episodio de Villa Ramallo y el asesinato de MaximilianoKosteki y Darío Santillán. Pese a todos estos hechos, las sucesivas reformas a la policía nunca se aplicaron hasta el final.
Son estos antecedentes los que hacen dudar a Néstor Kirchner acerca de la voluntad real de los bonaerenses para terminar con la corrupción de la Bonaerense y su complicidad con el delito. Anoche, por lo pronto, el Presidente aseguró desde Tierra del Fuego que se sentía “solo” en la lucha contra la inseguridad que le reclamaba, a esa misma hora, una multitud en Plaza de Mayo: “Pingüino, pingüino, encontrá a los asesinos”, gritaban los vecinos. Solá estaba en La Plata, reunido con Giannettasio y la plana mayor de la policía, y por eso no pudo oír algunos gritos que pedían su renuncia. Igualmente, en el entorno del gobernador saben que algunos en el PJ bonaerense están buscando una situación traumática. “Sabemos que pueden haber costos, pero esta vez el proceso va en serio”, responden.

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El gobernador siguió con preocupación la marcha, que llegó hasta el frente a la Casa Rosada.
 
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