EL PAíS › LOS CAMBIOS PROFUNDOS EN BUENOS AIRES TRAS LA DERROTA DUHALDISTA

Un final de época en la provincia

La victoria de CFK deja al duhaldismo en estado agónico. La coalición que viene a reemplazarlo tiene matices y divergencias. Cómo intentará cohesionar ese espacio el kirchnerismo. El mapa del conurbano.

 Por Martín Piqué

El amplio triunfo de Cristina Kirchner (44,17 por ciento al cierre de esta edición) sobre Chiche Duhalde expresa un final de época en la provincia de Buenos Aires. El PJ bonaerense, o lo que quedaba de esa máquina electoral tras la reconversión de ex duhaldistas en kirchneristas de la última hora, perdió casi la mitad de sus votos desde la última elección legislativa. En 2003, Chiche había logrado el 37,4 por ciento, más de 2 millones de votos, y el peronismo había colocado 17 diputados. Ayer obtuvo el 19,04 por ciento, por lo que perdió el 40 por ciento de lo que había conseguido dos años atrás. El final de época implica un recambio de la mayoría electoral en el distrito más habitado del país. El duhaldismo dejó de serlo. Asumió ese lugar una nueva coalición, con matices y divergencias en su interior, expresada por el Frente para la Victoria, cuya síntesis –¿única?– es el apoyo a Kirchner.
“Conseguimos el triunfo importante que necesitaba el Presidente. Hace mucho tiempo, quizá desde (Arturo) Frondizi, que un Presidente no tenía una base propia tan sólida en la provincia de Buenos Aires”, resumía ante Página/12 el vicecanciller Jorge Taiana, tercer candidato a diputado del Frente para la Victoria. Así, la frase que popularizó el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel, sobre la “madre de todas las batallas”, asumía anoche toda su significación para los kirchneristas que compitieron en territorio bonaerense.
Vistos los resultados en los principales distritos del país, con la Capital Federal y Santa Fe dominadas por otras fuerzas políticas –aun con los diferencias entre Mauricio Macri y Hermes Binner, a quien Kirchner imagina en una futura convergencia– y Córdoba que volvió a mostrar la influencia intacta de José Manuel de la Sota en su terruño, Kirchner necesitaba mostrar un “triunfo propio”.
Ese triunfo debía ser en la provincia de Buenos Aires. Y Kirchner, con un cuidadoso manejo de los tiempos, algo que acostumbra a controlar con obsesión detallista –en la campaña, algunos de sus soldados recibieron críticas por no respetar esa gradualidad–, decidió desembarcar por etapas en el territorio de su otrora aliado. Fue una guerra de posiciones. En esa incursión tuvo un papel estratégico Felipe Solá. Tras largar su corriente interna, el gobernador fue asumiendo el rol de alter ego presidencial. En medio de los viajes al exterior del jefe de Estado, de los que se convirtió en invitado permanente, el gobernador decía lo que Kirchner pensaba pero no quería decir (todavía).
El procesó terminó de la manera que quería Kirchner, con el 44 por ciento para Cristina Kirchner. En agradecimiento al lugar que asumió en la cruzada antiduhaldista, Solá fue el único dirigente no candidato que apareció anoche al lado de la primera dama. Era una postal para las fotos. Al su lado estaban Alberto Balestrini, quien puso su municipio, clave por su padrón electoral, a disposición del proyecto de Kir-chner, y José Pampuro, negociador con los intendentes. Ellos también tuvieron un rol importante en la ofensiva de seducción y cooptación.
¿Qué harán con el triunfo los kirchneristas? La respuesta forma parte del dilema más amplio que debe sortear Kirchner en los dos años de gestión: ¿cómo mantener cohesionada una coalición que tiene una pata (importante) en el peronismo y otra en el espacio de centroizquierda? La respuesta, por lo que anticipan en la Rosada, pasa por volver sobre el PJ con una reafiliación masiva, pero también profundizar el “recambio generacional” de la dirigencia. Esa depuración, si no queda en el amague, afectaría incluso a algunos intendentes que se pasaron del duhaldismo al kirchnerismo a caballo del clima de época.

La avalancha
La magnitud de la victoria K se refleja en algunos datos elocuentes. La lista que encabezaba Cristina Kirchner ganó en casi todos los municipios históricamente duhaldistas: Lomas de Zamora (48 a 25), Lanús (48 a 18), Avellaneda (43 a 17). También ganó en Almirante Brown y Berazategui. El Frente para la Victoria sólo perdió en Presidente Perón, cuya localidad de cabecera es Guernica, la patria chica del matrimonio Mabel Müller-Oscar Rodríguez. Ese lugar eligió Chiche para su cierre de campaña. Su excepcionalidad hizo recordar a aquella “aldea gala que resistía al invasor” en las historietas de Asterix y Obelix.
Como muchos caciques del conurbano preveían, el efecto avalancha perjudicará la gobernabilidad de muchos intendentes del conurbano. Para dar un ejemplo: sobre 12 concejales que se elegían en Lomas de Zamora, la patria chica de Eduardo Duhalde, el Frente para la Victoria ingresará 7, mientras que el PJ tendría 3 o 4, y el ARI 1 o 2. “Con este resultado, Rossi (Jorge, intendente duhaldista, ex titular de Loterías y Casinos) se podría quedar sin la mayoría propia en el Concejo”, evaluó ante Página/12 un legislador provincial kirchnerista que ayer fue electo en la lista del Frente para la Victoria de la tercera sección electoral.
Al cierre de esta edición, la diferencia de 25 puntos entre las dos candidatas se mantenía estable. Con ese resultado, además de las dos bancas del Senado por la mayoría, el kirchnerismo lograba un piso de 19 diputados nacionales sobre los 35 que habían en disputa. El duhaldismo lograba 6 o 7 diputados. Un pobre resultado si se tiene en cuenta que renovaba 15 bancas. De las demás fuerzas sólo tres lograban superar el piso para colocar un diputado: la UCR (11,33) parecía ubicar 3 diputados; el ARI (8,42) conseguía entre 2 y 3 bancas; PRO (7,30) peleaba 1 o 2. Aunque por el clima previo apuntaba a ser una de las sorpresas, el Paufe (5,07) se debatía por ubicar a su primer candidato, Luis Patti.
Como se descontaba, los números no despertaron entusiasmo en el bunker del PJ bonaerense, en la sede de la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) de Reconquista al 600. Uno de los eternos allegados de Eduardo Duhalde, Luis Verdi, aseguraba que el objetivo del duhaldismo era “pasar los 20 puntos” y que no se preocupaban tanto por la diferencia que lograra marcar el Frente para la Victoria. A las 21.30, Chiche dio una brevísima conferencia de prensa en la que admitió el triunfo del “partido Frente para la Victoria”. Dijo también que la motivación central de su campaña había sido “defender el PJ de la provincia de Buenos Aires”.

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Eduardo Duhalde perdió la “madre de todas las batallas”.
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