EL PAíS › LA HISTORIA DE CONSTANZA GUGLIELMI

La lugarteniente de Blumberg

Es la esposa de un ex gobernador de Chubut que renunció en medio de denuncias de corrupción. Su padre era un general retirado que figura en la Conadep. Se llevaba mal con su hermana, cuyo asesinato fue el punto de partida para su lanzamiento como referente del blumberismo. Fue asesora de Reutemann y tenía relaciones con el menemismo.

 Por Nora Veiras

Aunque todavía no definió su salto a una candidatura, el miércoles pasado Juan Carlos Blumberg participó junto a Ramón Puerta de una cena militante en el Club Español. El misionero busca referentes nacionales con quienes potenciar un frente opositor equiparable al de su provincia. Entre las participantes más activas estaba Constanza Guglielmi. Dueña de un discurso mucho más sofisticado y persuasivo que el del propio ingeniero, en su entorno viene cobrando protagonismo. ¿Quién es esta mujer que pugna por la seguridad ante cuanto micrófono se le cruza? ¿Quién es esta mujer que se atrevió a disertar ante unas cuatro mil personas en Oberá, Misiones, en plena campaña contra la reelección indefinida de Carlos Rovira? Saltó a la primera plana de los medios en junio cuando su hermana menor, María Pía, fue asesinada en Palermo tras un fallido robo, pero hace rato que está acostumbrada a deambular por los laberintos del poder.

Constanza es la esposa del ex gobernador de Chubut, Néstor Perl, un hombre que asumió en 1987 como el primer mandatario provincial de origen judío en la Argentina y que renunció tres años más tarde para evitar un juicio político en medio de denuncias por malversación de caudales públicos. A pesar de ese final poco ilustre, siempre se las ingenió para conseguir conchabos atractivos. En 1993, Carlos Menem lo designó agregado de Asuntos Científicos y Tecnológicos en Italia. En el ’98, regresó al país para ubicarse como subsecretario de Asuntos Institucionales del Ministerio de Salud y Acción Social gracias a su buena relación con Carlos Corach. Ya en el gobierno de Eduardo Duhalde, desembarcó en la Corporación Antiguo Puerto Madero y poco después recaló en la Secretaría de Coordinación del Ministerio del Interior.

La relación entre las hermanas Guglielmi aparentemente distaba de ser estrecha. Algunos amigos de la empresaria asesinada recordaron que en 1996 el matrimonio Perl y Guglielmi facultó a sus abogados Armando José Murature y Ana María Maya para desalojar a María Pía de un departamento en la calle Uriburu al 1100. El desalojo de la chica que diez años más tarde sería baleada y se transformaría en motivo de la reivindicación de justicia de Constanza se concretó el 24 de diciembre de ese año, es decir en Navidad.

La Familia

El pater familias era el general retirado Alejandro Guglielmi, denunciado ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) –Legajo 3716– por su participación en el centro clandestino de detencion El Campito, de Campo de Mayo. Quedó viudo cuando su hija menor tenía siete años. Fueron las familias amigas las que lo ayudaron con la crianza. El matrimonio del ex jefe de la Policía Federal general Jorge Caceres Monié y Beatriz Sasiain, muertos en un atentado guerrillero en 1975, y el del propio general Juan Baustista Sasiain, acusado de delitos de lesa humanidad y fallecido antes de la condena, le dieron una mano. Los dos varones de la familia encontraron diferentes destinos: Alejandro, el mayor, es teniente coronel y sigue vinculado a los deportes y negocios ecuestres como su padre; el menor, Sebastián, trabaja en el Correo Argentino desde la época de la privatización de Franco Macri. También supo hacer puerto en Interior mientras su cuñado ocupaba un cargo.

En esos sólidos vínculos corporativos hay que sondear para encontrar el motivo de la presencia del general retirado Miguel Giuliano en el velatorio de la mujer que explotaba la concesión de la Confitería del Golf en Palermo. Una explotación que no cesó ni siquiera por duelo. El 24 de mayo pasado, Giuliano había liderado un acto en Plaza San Martin frente al cenotafio de Malvinas en homenaje a “los muertos por la subversión” que mutó en reivindicación del terrorismo de Estado. El 5 de junio reapareció en la ceremonia fúnebre para plantar sospechas frente a los micrófonos: consideró “sugestivo” el crimen de la mujer “por ser hermana de un militar”. “No quisiera hacer ninguna afirmación sin elementos de juicio, pero (que sea hermana de un militar) es un elemento a considerar, que se tenga en cuenta en la investigación ese dato”, insistió.

Ante esos dichos, el marido de María Pia, Carlos Báez, le pidó a la ministra de Defensa, Nilda Garré, que le cayera con todo el peso de la ley a Giuliano porque “es nefasto lo que hizo, se burló de todo el dolor nuestro a beneficio propio”. Báez quedó viudo con un bebé de tres meses.

Plagado de militares activos y retirados, la casa fúnebre se transformó en un cónclave para lanzar propuestas sobre mano dura. A principio de julio, Pagina/12 adelantó que “está en poder del Gobierno un informe que reproduce algunos de los diálogos entre uniformados que se produjeron en el velatorio, quienes, más allá de su pesar por la tragedia, coincidieron en que ‘esto tiene que tener un límite, hay que buscar un referente y no debe ser un general ni coronel comprometido con el poder’, ‘se deben iniciar diálogos secretos entre referentes de las grandes concentraciones militares en el país’, ‘Ayer la veíamos de afuera siendo espectadores de la disolución de lo único que funcionaba, que era la inteligencia. Hoy somos todos parte y entendemos por qué atacamos a la inteligencia militar’. Guglielmi padre había regresado de su autoexilio protector en Brasil obligado por el inesperado asesinato de su hija. El falleció poco después.

Los vínculos entre los represores llegan a tener aristas increíbles. En los corrillos castrenses aseguran que el teniente coronel Schwab –lugarteniente de Antonio Domingo Bussi–, que fue subordinado de Guglielmi, les puso a sus hijas los mismos nombres que su jefe: Constanza y María Pía.

El hermano teniente coronel fue señalado como uno de los que acordaron con el desplante de darle la espalda al presidente Néstor Kirchner en el Colegio Militar como forma de repudiar la política de derechos humanos del oficialismo. En el mismo acto en el que la mediática Cecilia Pando fue desalojada en medio de un escandalete. Los memoriosos recuerdan el mal trago que pasó su hermana María Pía cuando al volver de un viaje a esquiar, la policía lo detuvo porque circulaba en un auto mellizo.

Constanza renunció a mediados de noviembre de su puesto como secretaria del senador Carlos Reutemann. “No me parecía que debía comprometer al senador con el que estaba trabajando”, dijo en alusión a su incorporación a la cruzada de Blumberg y aseguró que fueron funcionarios del gobierno los que le sugirieron a un asesor del Lole que la apartara.

Por ahora, se quedó sin esa base de operaciones. No importa, espera ansiosa el 2007 para colar en algún cargo. Verba no le falta.

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Constanza Guglielmi –la primera a la izquierda– en una conferencia de prensa de Blumberg en Misiones.
Imagen: Télam
 
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