EL PAíS › EN LA CASA ROSADA CONFíAN EN QUE LOS CORTES SE DILUYAN DURANTE LOS PRóXIMOS DíAS

Un fin de semana con la vista en el camino

En el Gobierno preocupaba el desabastecimiento que empezaba a insinuarse en el interior, pero el acuerdo con los transportistas trajo la esperanza de que los piquetes sean levantados. La Presidenta ordenó despejar las rutas que sigan bloqueadas.

 Por Daniel Miguez

Aunque muchos transportistas todavía se mantenían ayer en las rutas, el Gobierno confiaba en que el fin de semana comiencen a diluirse los piquetes y que no sea necesario llegar a aplicar la fuerza para despejar los caminos. Con un optimismo moderado, en la Casa Rosada razonaban que el anuncio hecho por el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, de denunciar penalmente los cortes y el acuerdo alcanzado por el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, con seis de las cámaras del sector deberían incidir en el ánimo de quienes todavía tienen sus camiones cruzados en rutas de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Entre Ríos.

El acuerdo con los transportistas se trabajó sobre la base de que el Gobierno iba a garantizar la libre circulación en todo el país, lo que cerró con la palabra que las cámaras del sector dijeron haber obtenido de las entidades agropecuarias de permitirles cargar los cereales acopiados que ya están vendidos.

A juzgar por los comentarios que PáginaI12 pudo recoger en los pasillos de la Casa Rosada, al Gobierno le preocupaba mucho que el desabastecimiento que ya se insinuaba en varias ciudades del interior del país se profundizara en el fin de semana largo. La evaluación que hacían en los despachos oficiales era que no faltaría carne porque hay suficiente en las cámaras frigoríficas y la entrada de vacunos a Liniers era aceptable, aunque menor al habitual. Inquietaba, en cambio, el abastecimiento de leche y de otros productos, como la harina, faltante en las panaderías.

Por eso ayer fue un día de mucho movimiento en Balcarce 50 en torno de este tema. Cristina Fernández estuvo allí desde muy temprano y por la tarde no hizo actos ni tuvo audiencias. Sí, en cambio, hubo un constante desfile de funcionarios por su despacho.

La Presidenta habló con el ministro de Planificación, Julio De Vido, sobre cómo encarar la negociación con los transportistas, conducida luego por Jaime. Además, se reunió más de una vez con el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y varias veces con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. También, desde la Casa Rosada, el secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, monitoreó la evolución de la actitud de los ruralistas, hasta que llegó la noticia de que la Federación Agraria iba a decidir proponerle a las otras entidades volver a no comercializar granos para la exportación.

En un momento, casi inmediatamente después de que Jaime llamara para decir que había acuerdo con los transportistas, circuló una información confusa en la Casa Rosada, cuando vieron que en un canal de noticias se anunciaba que los ruralistas habían pedido a sus representados que entreguen los granos para que los camiones los lleven a los puertos. Un funcionario chequeó, con una de las entidades y recibió la verdad: eso queda librado a la decisión individual de cada productor. Algo bien distinto.

A eso de las 6 de la tarde la Presidenta ya tenía definido ordenar que las rutas sean despejadas y la ingeniería de cómo hacerlo sin que hubiera una intervención directa de las fuerzas de seguridad. El modo que se le ocurrió fue el de pedir a los funcionarios que vieran cortes que hicieran la denuncia ante el fuero federal y que fuera la Justicia quien ordenara el desalojo de las rutas. Eso fue lo que anunció poco después en la sala de conferencias de la Casa Rosada, Aníbal Fernández.

“Algún incidente o alguna escena de violencia está dentro de las posibilidades, pero esperemos que reine la sensatez y que esto no ocurra. Lo que no podemos permitir es que sigan cortando rutas y ocasionando un daño económico muy grande al comercio o al turismo, por ejemplo, pero por sobre todo que sigan generando desabastecimiento”, dijo un ministro a PáginaI12.

Para el Gobierno, luego del acuerdo logrado con los transportistas, la mayoría de los dueños de los camiones acatarán la decisión de abandonar los piquetes. “Por los informes que tenemos hasta ahora (las 10 de la noche de ayer) sólo podrían quedar algunos focos en la provincia de Córdoba y otros, aunque menos, en la de La Pampa”, señaló a este diario otro de los funcionarios que seguía el asunto de cerca.

De todas maneras, la vorágine de llamadas telefónicas y decisiones no terminó con la jornada de la Presidenta en la Casa Rosada. A la noche bien tarde, Cristina Fernández subió al jefe de Gabinete al helicóptero y se lo llevó para Olivos. La idea era que en la cena, junto a su esposo Néstor Kirchner, siguieran trabajando sobre el tema.

Y todo parece indicar que el seguimiento de lo que ocurra en las próximas horas y los preparativos para nuevas medidas a anunciar la semana que viene seguirán todo el fin de semana en la quinta presidencial. De hecho, la Presidenta decidió no viajar a El Calafate, como suele hacerlo en los fines de semana extendidos. Le pareció que era mejor trabajar en Buenos Aires para controlar el desarrollo de los hechos más de cerca y, de paso, evitar las críticas habituales de una parte de la sociedad porteña cada vez que pasa unos días en Santa Cruz, especialmente ante una situación crítica como la que plantea el conflicto agropecuario.

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La Presidenta y los ministros Florencio Randazzo y Carlos Fernández en la Casa Rosada.
Imagen: Télam
 
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