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La gloria de don Alejo

 Por Mario Wainfeld

Alejo Laclau es primo segundo de Ernesto Laclau. Este es un académico reconocido a nivel internacional, autor de interesantes trabajos sobre el populismo desde hace décadas. El primo Ernesto ha manifestado pública adhesión al kirchnerismo. Se le asigna ser su “ideólogo”, expresión errada dado que el kirchnerismo, como todo populismo, armó su praxis andando el camino. Y luego fue explicado por los estudiosos.

Pero volvamos a Alejo Laclau, quien retó públicamente a su reconocido pariente, en una carta de lectores publicada y resaltada por el diario Clarín. Alejo le reprochó su alineamiento con un gobierno espantoso. Escribió, en un breve y no memorable texto, una nueva versión de la clásica diatriba de la gente común que sabe de qué se trata versus los intelectuales que navegan en nubes de Ubeda.

El corresponsal de Clarín tuvo sus minutos de fama. Fue ensalzado por los grandes medios y por sus voceros, fue reporteado, hasta ganó imitadores. Otro lector, sin familiares ilustres para mostrar, manifestó un noble deseo: que los filósofos Ricardo Forster y José Pablo Feinmann tengan, a su vez, parientes sensatos que los disuadan de su apoyo al kirchnerismo. Es factible que sus plegarias sean atendidas: ¿quién no tiene, en la aldea global, algún pariente que lo envidie o lo deteste o lo llame al orden?

El rebusque es divertido e ilustrativo de cómo se construye, desde la mera nada, un discurso mediático. De un lado “la gente”, del otro los malsanos intelectuales regiminosos. De un lado la familia, con su sabiduría conservadora. Del otro, el ideologismo disolvente de algunos desventurados. Y la consecuencia: la división de quienes deben estar unidos.

Ese discurso berreta tiene sus tifosi en tribunas y plateas de doctrina. Todo un síntoma.

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