ESPECTáCULOS › ENCUENTRO CON EL CINE COREANO, DESDE HOY EN LA LUGONES

El poder que preocupa a Hollywood

Con una cinematografía robusta y en constante crecimiento, Corea del Sur está entregando varios directores para seguir.

 Por Horacio Bernades

No es cuestión de snobismo o búsqueda desesperada de la novedad: si el cine coreano gana premios y despierta interés en todo el mundo, es por valores propios y no mero exotismo cultural. Allí está para demostrarlo Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera, la película de Kim Ki-duk, actualmente en cartel en Buenos Aires, que no sólo ha sido unánimemente saludada por la crítica sino que viene resultando, además, un sorprendente éxito de público. Algo semejante había sucedido, el año pasado, con Camino a casa, segundo opus de la realizadora Lee Jeong-hyang. Ella y Kim Ki-duk son, de hecho, dos de los nombres que más relucen en la grilla del Encuentro con el cine coreano, que a partir de hoy y hasta el jueves 4 de noviembre tendrá lugar en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín. Integrado por nueve películas, el Encuentro es presentado por el Complejo Teatral Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, con auspicio y colaboración del Ministerio de Cultura y Turismo de Corea y la Embajada de la República de Corea en la Argentina.
Producto de la confluencia entre una decidida política de protección por parte del gobierno de Corea del Sur (la Corea capitalista, para decirlo en términos de Guerra Fría) y el empuje de una industria hiperproductiva y altamente diversificada, la explosión del cine coreano es relativamente reciente. Es durante la segunda mitad de los ’90 que las películas propias comienzan a disputarles el mercado interno a los productos hollywoodenses, al mismo tiempo que la participación del cine coreano en los más importantes festivales internacionales crece, se multiplica y llama la atención. Con una producción estimada en unos 150 títulos al año, la política de cuota de pantalla dio por resultado que, al día de hoy, Corea del Sur sea uno de los pocos territorios del mundo donde el cine local supera el 30 por ciento de participación, sobre el total de entradas vendidas. Lo cual es observado con sumo recelo desde Estados Unidos.
De poco hubieran servido las políticas oficiales y el dinamismo industrial si los resultados no hubieran tenido la calidad y capacidad de penetración que caracterizan el cine coreano. Todo lo cual pudo apreciarse en sucesivas ediciones del Bafici porteño, desde que en la edición 2001 le dio cabida a una docena de títulos de ese origen. Allí pudo verificarse la diversidad, vitalidad y eclecticismo de su producción, registrable tanto en un producto de terror, un
thriller, una comedia o una de acción, como en la más radical muestra de cine de arte. El Encuentro programado en la sala Lugones permitirá ratificarlo, arrancando fuerte hoy con Bad Guy, que Kim Ki-duk dirigió en 2001 y que lo muestra al límite de su faceta pre Primavera, verano, otoño ... En efecto, en contraposición con la película recién estrenada en Argentina, las de su primera etapa se caracterizan por lo tortuoso y torturado, lo provocativo y violento.
Centrada en la relación de sometimiento a la que un matón de barrio fuerza a una prostituta, Bad Guy extremó hasta tal punto todas estas características, que terminó ofendiendo a santos y réprobos en su país. El lunes habrá ocasión de apreciar el elogiadísimo debut de la señora Lee Jeong-hyang (la de Camino a casa, que cierra el Encuentro el miércoles 3 y jueves 4). Se trata de El zoológico al lado del museo, melodrama romántico de 1998, que la crítica ensalzó por su delicadeza y originalidad. Otro melodrama romántico, pero sometido a un tratamiento fantástico (que incluye viajes en el tiempo) es la anómala fórmula que propone Pares (Kim Jeong-gwon, 2000), vista en su país por un millón de espectadores. Ocupará la pantalla de la Lugones el martes 26.
Aunque lo de Pares suene a mescolanza genérica, el feliz atrevimiento con que las películas coreanas se aventuran entre los más disímiles registros es una de las características más salientes de ese cine. Parecidos cruces propone
la estilizadísima Il mare (Lee Hyung-seung, 2000), en la que un hombre comienza a recibir las cartas de amor que una desconocida le envía... desde el futuro (miércoles 27). Un triángulo erótico entre un matrimonio y un taxi boy es el eje de Deseo (Kim Eung-su, 2000), introducción a la insatisfacción vital, amorosa y sexual, que tanto abunda en la corriente más intimista del cine de aquel origen (jueves 28). Relectura cibernética, tecno y virtual del clásico infantil La pequeña vendedora de fósforos, Resurrección de la fosforerita es lo más reciente de Jang Sun-woo. Se trata del realizador de Mentiras, apoteosis sadomaso que se estrenó hace unos meses en Buenos Aires. La película es de 2002 y se verá el viernes 29 y sábado 30.
Dirigida por Park Chan-wook, Area compartida de seguridad es un thriller político que reflota el que seguramente sea el tema más tabú de la sociedad coreana de posguerra: el enfrentamiento Norte-Sur (domingo 31 y lunes 1º de noviembre). Conocida en inglés como JSA, resultó una de las películas más vistas en toda la historia del cine de su país. El director es el mismo de Sympathy for Mr. Vengeance –vista en el último Bafici– y la revulsiva Old Boy, Premio Especial del Jurado en la última edición del Festival de Cannes. Por puro amor es el título del melodrama social dirigido por Bae Chang-ho (martes 2), mientras que el cierre del Encuentro quedará a cargo de la ya conocida Camino a casa, el miércoles 3 y jueves 4.

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Bad Guy, un violento film que Kim Ki-duk dirigió en 2001, antes de Primavera, verano, otoño...
 
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