SOCIEDAD › LO CREíAN MUERTO HASTA QUE APARECIó CAMINANDO

El velorio del Cesario

“Pobrecito, cómo habrá sufrido”, decía un familiar antes de llegar al velorio del Cesario, velorio que debía cumplimentarse en Río Mayo, al sur de Chubut, porque en el caserío del Buen Pasto, donde en vida transcurrió sus días el Cesario, no había ni para caerse muerto. Lo del pobrecito venía a cuento porque los huesos habían aparecido aquí, allá y acullá, algunos en el lecho del río que pasa a un costado del caserío (por eso lo del buen pasto), otros repartidos cerca de la orilla con indicios de haber sido quemados. “Homicidio”, dictaminó Calegari, el comisario del pueblo apenas don Venancio, hermano de Cesario, reconoció los huesos como parte de lo que fue su hermano.

El Cesario había aparecido repartido y descubierto por un pescador deportivo que había salido con su familia en domingo de pesca y encontró lo que encontró. Después aparecieron los otros huesos, todos trasladados a Río Mayo para ser armados en esqueleto.

Fue entonces que Venancio reclamó los restos de su hermano Cesario desde el Buen Pasto. El y otros familiares viajaron a Río Mayo, donde confirmaron sus temores. Y después, con la consternación que los embargaba y los comentarios que empezaron a surgir, hicieron una colecta para pagar el micro a quien quisiera despedir al Cesario.

Antes del velorio iniciaron los trámites de rutina, certificados, estudios forenses y demás.

Al Cesario lo habrán partido en pedacitos, pero eso no obsta para entender que era muy querido. Si no, ver nada más el micro que, además de cargar con los vecinos del Buen Pasto, debía hacer todo un periplo patagónico para levantar a otros tantos de los pueblos de alrededor, alrededor que en la Patagonia es hablar de un mínimo de 10 o 20 kilómetros.

El colectivo fúnebre fue un adelanto del velorio, porque la distancia y el tiempo que llevó el viaje dio lugar a todo tipo de conjeturas sobre la muerte del Cesario. Incluso, a la obviedad de que alguien no lo quería tanto como se había dicho. Quién. Nunca se dijo.

Por eso habrá sido la sorpresa, tanto preparativo, tanta demostración de condolencia y en pleno velorio el Cesario se apareció, en vida, con todos sus huesitos puestos donde debían, en la localidad santacruceña de Las Heras, no tan lejos como para no escuchar las noticias de las radios locales que hablaban de su propia muerte. Por eso, el Cesario se presentó a la policía para negar su propio deceso y, principalmente, negar tantas habladurías de pueblo. Ahora, los restos los estudia la fiscalía de la localidad de Sarmiento.

Compartir: 

Twitter

 
SOCIEDAD
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.