SOCIEDAD › PROFESIONALES ADVIRTIERON QUE LAS OBRAS HIDRáULICAS PREVISTAS NO EVITARáN LAS INUNDACIONES

Si desbordan, que sea a cielo abierto

Arquitectos e ingenieros cuestionaron el entubamiento de arroyos, alertaron que los canales aliviadores no lograrán evitar inundaciones con lluvias como la del 2 de abril y propusieron “volver a los arroyos a cielo abierto”.

 Por Eduardo Videla

“Se le dice a la gente que la ciudad se inunda porque faltan obras, pero cuando se terminen las obras hidráulicas previstas, la ciudad va a estar más endeudada y se va a seguir inundando.” El vaticinio, formulado por la arquitecta Eva Lilian Rodríguez, fue compartido por un grupo de profesionales que ayer, en la Legislatura porteña, cuestionaron el sistema de entubamiento de arroyos en la Ciudad de Buenos Aires y la construcción de canales aliviadores como única solución al problema de las inundaciones. Propusieron además que el tema sea resuelto de manera “integral”, en “mesas de trabajo multidisciplinarias y participativas”. Y deslizaron la idea de que los arroyos hoy entubados puedan ser recuperados como cursos de agua a cielo abierto.

“Intentamos demostrar la inviabilidad de obras que pueden ser complementarias de otras que se hagan, pero que por sí solas no van a resolver el problema”, dijo a Página/12 el arquitecto Adolfo Rossi, de la Asociación Vecinal Lago Pacífico, la misma que en 2004 presentó un proyecto respaldado por 17 mil firmas para la construcción en Palermo de un lago aliviador del arroyo Maldonado.

Los profesionales pusieron como ejemplo lo ocurrido con el temporal del 2 de abril último, cuando “pese a que se dice que las obras del Maldonado están terminadas, se inundó la cuenca alta, desde Liniers a Floresta, y en Palermo la crecida fue menor porque allí cayeron cuarenta milímetros”. Por eso, “cuando se terminen las anunciadas obras de los arroyos Vega y Medrano, la ciudad va a estar más endeudada, pero se va a seguir inundando”, advirtió el arquitecto Mauricio Contreras, docente del taller libre de Proyecto Social en la Facultad de Arquitectura de la UBA.

Para los profesionales, uno de los factores que contribuyen a las inundaciones es el intensivo uso del terreno, favorecido en los últimos años por la especulación inmobiliaria. “Por eso es necesario, además, modificar el Código de Planeamiento Urbano, que está hecho en función del negocio inmobiliario y no de los intereses sociales”, advirtió Contreras.

Tambien advirtieron que como consecuencia del cambio climático, las lluvias intensas serán cada vez más frecuentes, por lo que las precauciones establecidas en el Plan Hidráulico porteño serán prontamente superadas. Y sobre todo, pusieron el foco en las limitaciones de la construcción de aliviadores “cuando los arroyos son de llanura, con poco declive, y en la desembocadura tienen el freno nada menos que del Río de la Plata. Todos los cálculos se hacen para un río con una altura de 1,25 metros, que no está crecido”, advierte Rossi.

En el encuentro, la arquitecta Rodríguez deslizó la idea de volver atrás con los entubamientos de los arroyos para que vuelvan a circular a cielo abierto, y puso como ejemplo lo ocurrido en Seúl, la capital de Corea del Sur, donde las autoridades llegaron a levantar una autopista que circulaba sobre el arroyo Cheonggyecheon y lo dejaron a cielo abierto para resolver el problema de recurrentes inundaciones”. El arroyo se convirtió en un importante centro recreativo de la ciudad. Su construcción demandó menos de la tercera parte de lo que había demandado el entubamiento.

“Una obra de ese tipo, además, contribuiría a mantener limpio el arroyo, ya que se podría hacer un control visual de su cauce, permitiría hacer una ribera con espacios verdes y hasta fomentar deportes acuáticos en la ciudad”, comentó Rossi a este diario. Concretamente, el arquitecto consideró que esto sería posible con el arroyo Medrano, que circula en casi todo su recorrido debajo de la avenida García del Río.

Rossi todavía no puede explicarse por qué fue descartada la propuesta de construir un lago aliviador en los terrenos ferroviarios de Palermo, allí donde ahora se edifica un shopping y se construirá un emprendimiento inmobiliario. Aquella obra, dice Rossi, costaba “diez veces menos que la que finalmente se hizo en el Maldonado, que al final no sirvió”. En rigor, el ensanche del entubamiento permite hoy escurrir más agua que antes, pero resulta insuficiente cuando las lluvias son excesivas, como la del 2 de abril. “El proyecto tenía la firma de 42 legisladores pero finalmente fue desechado. Fue una batalla perdida. Ahora van a construir un nuevo barrio inundable, no solo porque Godoy Cruz se sigue anegando sino porque van a agregar más y más cemento”, alerta Rossi.

Los profesionales plantearon la creación de “un comité interdisciplinario de especialistas para elaborar un plan que priorice la prevención y el medio ambiente por sobre los intereses inmobiliarios”. “Tenemos que buscar una solución colectiva para las inundaciones que contemple obras hidráulicas con una visión integral y con la participación de la gente”, propuso el ingeniero Edgardo Castro, inspector del Gobierno de la Ciudad y también integrante del panel. “Si no hacemos eso, en diez años vamos a seguir teniendo los mismos problemas”.

“La presencia del hombre ha generado barreras y la naturaleza se defiende como puede”, dice la arquitecta Rodríguez. “Nosotros ponemos esta información a disposición del público para que nos sigan engañando con respuestas confusas”, sostuvo. “La respuesta no puede darse desde una sola disciplina: debe darse en forma interdisciplinaria, con la participación de las personas afectadas.”

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Mauricio Contreras, Adolfo Rossi, Eva Lilian Rodríguez y Edgardo Castro, profesionales en la Legislatura.
Imagen: Dafne Gentinetta
 
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