SOCIEDAD › OPINION

Una política educativa basada en el prejuicio y la desconfianza

 Por Gustavo Lesbegueris *

La imagen que acompaña esta nota integra la publicación Esto es lo que hicimos del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con prólogo del jefe de Gobierno y del ministro de Educación, en la que se reseñan resultados de las políticas educativas de la administración Macri bajo la consigna Sumate a la Revolución Educativa.

Invito a detenernos en la figura y el epígrafe: “La señorita nos enseñó a pintar sin salirnos de los límites. Pero se ve que ella no es muy buena pintando, porque cuando se pinta los labios no le quedan muy bien. Por suerte ahora hay perfeccionamiento docente, así practica y no se pasa de los bordes”.

El recurso de caricaturizar una maestra, apoyado por el relato de un/a alumno/a imaginario/a (se presume de nivel inicial o primario y, por el sesgo, de escuela estatal) podrá pasarles inadvertido a los desprevenidos, no así a quienes vislumbramos detrás de ese dibujo en apariencia inocente la aviesa intención de generar percepciones disvaliosas y reproducir estereotipos que inciden negativamente en la representación social de los/as docentes y, de paso, deslizarles advertencias, todo con estética naïve y, lo que es más grave, sostenido en una publicación oficial.

Lo lamentable del caso es que funcionarios a cargo de la política educativa hayan puesto en boca de alumnos idealizados sus propios preconceptos acerca de quienes educan a esos niños, contribuyendo de esa manera a deslegitimarlos socialmente: maestras “gassallezcas” que enseñan lo que no saben y acostumbran traspasar los límites, que por fortuna “ahora” cuentan con la posibilidad de acceder al “perfeccionamiento docente” a fin de poder practicar y no desbordarse (no está claro si la supuesta etapa fundacional en materia de formación docente alude a la orientación conductista y disciplinadora que la actual gestión educativa pareciera pretender imprimirle a la Escuela de Capacitación Docente –CePA–, o sólo se trata de un exceso verbal).

Los prejuicios de los funcionarios del Ministerio de Educación porteño no son novedad para quienes actuamos en el campo educativo, y abarcan también a otros sectores de la comunidad educativa. En una reciente entrevista radial, el ministro Esteban Bullrich admitió que las fallas en el diseño del sistema de inscripción “en línea” (que, vale recordar, generaron problemas inéditos en la asignación de vacantes que provocaron un significativo desplazamiento de matrícula del sector estatal al privado de la educación) obedecieron a que “pensamos que la gente (en rigor, las familias que solicitaban vacantes para sus hijos) nos iba a mentir”.

Cabe recordar que en la etapa previa a la implementación del sistema electrónico de inscripción de alumnos/as a escuelas estatales el mencionado ministro expresó a través de distintos medios de comunicación que supervisores escolares y directores/as de escuela otorgaban vacantes en forma discrecional y, por tal motivo, se los había relevado de esa responsabilidad, que a partir de ese momento asumiría la gestión educativa a través del nuevo dispositivo.

En la mencionada publicación Esto es lo que hicimos, se informa también que el objetivo principal de la Subsecretaría de Equidad Educativa del Ministerio de Educación de la Ciudad es “fortalecer las trayectorias educativas de los chicos en situación de vulnerabilidad educativa, garantizando condiciones mínimas de educabilidad para el acceso a la buena educación”.

En este caso puede observarse el revés de la trama: circuito educativo de “excelencia” y “calidad educativa” para algunos sectores sociales, “condiciones mínimas de educabilidad” para la “buena educación” de los otros. Siguiendo esa premisa, se instalaron “aulas containers” en escuelas de la zona sur de la Ciudad, cientos de alumnos/as de esa región realizaron los campamentos escolares en condiciones de precariedad en el Parque de la Ciudad en lugar de Tandil o Sierra de la Ventana como en años anteriores, se dispuso el cierre de los consultorios odontológicos que funcionaban en escuelas estatales y del espacio emplazado en el barrio de La Boca del Programa Puentes Escolares, se niega al profesor Claudio Espector el derecho a reasumir su cargo como coordinador de las Orquestas Infanto Juveniles y se vacían de recursos y sentido los programas socioeducativos, entre tantas otras decisiones adoptadas en el marco de la “Revolución Educativa” del macrismo.

La publicación invita a sumarse a la empresa. Agradezco el convite, pero paso.

* Licenciado en Educación, ex defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad.

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