SOCIEDAD › EL ROBOT PHILAE, POSADO EN EL LEJANO COMETA 67/P, SE RECONECTó TRAS SIETE MESES DE HIBERNACIóN

Un saludo a 510 millones de kilómetros

El Philae fue lanzado hace una década y fue el primer objeto construido por el hombre que se posó en un cometa. Lo hizo del lado oscuro del 67/P, a 510 millones de kilómetros. Hibernó desde noviembre hasta que el cometa se acercó al Sol. Ahora transmitió datos.

“¡Hola, planeta Tierra! ¿Me oyen?”, tuiteó el robot a través de su cuenta, animada por la Agencia Espacial Europea (ESA). Philae, el minilaboratorio que dormitaba sobre un cometa desde noviembre, volvió a activarse y a mandar “señales de vida” tras siete meses, informó el Centro Aeroespacial Alemán (DLR). La sonda Rosetta recibió una señal de unos 85 segundos procedente del robot, lo que indicaría que sus baterías se reactivaron y que el aparato resistió las condiciones climáticas y ambientales. De hecho, ya envió los primeros paquetes de datos luego de su letargo. Hito en la carrera aeroespacial por tratarse del primer objeto construido por humanos que logró posarse sobre un cometa, la histórica misión busca asomarse al pasado más remoto del universo.

Rosetta recibió el sábado pasado una corta señal procedente del minilaboratorio. “¡Philae está vivo!”, gritó Jean-Yves Le Gall, presidente del Centro Nacional de Estudios Espaciales francés (CNES). “La buena noticia llegó en medio de la noche. Tuvimos alrededor de dos minutos de enlace entre Rosetta y Philae, y 40 segundos de datos. Ahora hay que analizar todo esto”, explicó entusiasmado Le Gall.

Los investigadores e ingenieros de la misión Rosetta llevaban siete meses esperando a que el módulo Philae, posado en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, despertara de su hibernación. Ya lo ha hecho y ha sido capaz de enviar datos a la Tierra. “El minilaboratorio se conectó el sábado a las 22.28 y envió los primeros 300 de los más de 8 mil paquetes de datos a la Tierra”, explicó Stefan Ulamec, de la agencia espacial alemana DLR. La tan esperada noticia fue aclamada por el mundo aeroespacial, que ya siguió con pasión las tribulaciones del robot el invierno pasado. “La @NASA dice buenos días a Philae”, tuiteó la agencia espacial norteamericana.

Tras diez años de viaje en la sonda Rosetta, el módulo Philae se posó el 12 de noviembre de 2014 sobre el 67P/Churyumov-Gerasimenko a 500 millones de kilómetros de la Tierra, convirtiéndose en el primer objeto humano colocado sobre un cometa y conformando así un hecho histórico. Este éxito se completa ahora con el despertar de Philae, que después de posarse en el 67P logró estar operativo durante casi 57 horas y consiguió enviar algunos datos a la Tierra. Sin embargo, como quedó en una zona oscura del cuerpo celeste, no pudo recargar sus baterías solares y entró en modo reposo el 15 de noviembre de 2014 por tiempo indeterminado, tras enviar los primeros datos con alrededor de 60 horas de funcionamiento. Los científicos tuvieron que esperar a que el cometa volviera a recibir luz solar para intentar despertar al robot y poder seguir con la investigación. A medida que el cometa se acercaba al Sol, las posibilidades de que Philae se despertara iban aumentando. “¿Cuánto tiempo he estado dormido?”, preguntó el robot el sábado, en su habitual tono de- senfadado.

La sonda a la que pertenece Philae hizo un largo viaje. Lanzada el 2 de marzo de 2004 desde la base en Kourou, Guayana Francesa, Rosetta debe su nombre a la piedra que permitió descifrar el lenguaje jeroglífico de los egipcios. Su misión era viajar a la órbita del cometa 67/P con el objetivo de conocer los orígenes del Sistema Solar –hace 4600 millones de años– y las claves de la aparición de la vida en la Tierra. Los cometas, de hecho, son considerados vestigios de la materia primitiva. Tras pasar por los asteroides Luichewoo, Steins y Lutetia, en 2005 la misión tomó la primera imagen del cometa Tempel 1. En su largo viaje pasó en tres ocasiones (en 2005, 2007 y 2009) cerca de la Tierra para aprovechar su fuerza de gravedad; en una oportunidad (2007) recibió impulso de Marte.

El 8 de junio de 2011, la sonda Rosetta, seguida desde el Centro de Control de Operaciones de la ESA en Darmstadt (oeste de Alemania), recibió la orden de entrar en modo de hibernación, el “tramo más solitario” y siguió su largo periplo con todos los sistemas apagados para limitar el consumo de energía. Tras permanecer 957 días dormida, el 20 de enero de 2014 envió a la Tierra la señal de su “despertar” desde el espacio profundo. En mayo se aproximó al cometa y el 6 de agosto se produjo el encuentro, a más de 510 millones de kilómetros de la Tierra. La sonda de la ESA, que había recorrido más de 6 mil millones de kilómetros, estaba a unos 100 kilómetros del cometa y viajaba a una velocidad de 775 metros por segundo. La revista Science consideró la misión como el logro científico de 2014 y las sucesivas investigaciones dieron con un dato por demás significativo: el cometa 67/P no posee campo magnético propio.

El 12 de noviembre de 2014, tras desengancharse de Rosetta, siete horas de vuelo y dos rebotes, Philae se posó en la superficie del cometa y envió señales de que estaba “vivo”. Días después entró en hibernación. Pero el sábado “despertó”: los casi dos minutos de comunicación entre Philae y la sonda “bastaron para confirmar que se encuentra bien y que sus sistemas funcionan correctamente en términos de energía y de temperatura para seguir comunicando”, indicó Patrick Martin, responsable de la misión.

Philae mide 1,3x1,5 metro, pesa 100 kilos en la Tierra, pero es ligero como una pluma sobre el cometa y porta un taladro para sacar muestras directas. El robot está equipado con un interruptor que no se enciende hasta que la temperatura interna del aparato alcanza los -45 grados Celsius. Para poder entrar en contacto con la sonda y recibir sus órdenes requiere 12 vatios, y 19 para enviar datos. Tras el envío de los primeros datos el sábado por la noche, los científicos empezarán a desencriptarlos y analizarlos. Una tarea que podría llevar horas e incluso días.

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El Philae intenta aterrizar en el 67/P, ya despegado de Rosetta (izq.), en una imagen provista por ESA.
 
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