SOCIEDAD › DENUNCIAN A NUEVE UNIFORMADOS POR VIOLENCIA Y A UNO DE ELLOS POR DISPARAR EN UNA VIVIENDA

Los prefectos de los dedos sensibles

La Procuraduría de Violencia Institucional denunció que los prefectos allanaron ilegalmente una casa en La Boca disparando al aire, pese a que había niños. Golpearon al dueño de casa y, ya en el piso, uno le disparó a quemarropa con su escopeta y le destrozó un riñón.

 Por Horacio Cecchi

Nueve prefectos fueron denunciados penalmente por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), por haber ingresado ilegalmente a una casa, en La Boca, en diciembre pasado, y herir gravemente de un escopetazo a un hombre al que tenían sujeto en el piso y le perforaron un riñón, además de disparar al aire para amedrentar a sus familiares, entre ellos varios niños. La denuncia penal fue presentada por el titular de Procuvin, el fiscal general Miguel Palazzani, y el coordinador del área de Violencia Policial, por privación ilegítima de la libertad agravada, apremios ilegales, violación de domicilio, abuso de armas y de autoridad, violación de deberes de funcionario público, encubrimiento y tentativa de homicidio a uno de ellos. No está claro si la intervención de los prefectos se realizó dentro del marco del Cinturón Sur para dar mayor seguridad a los vecinos.

La investigación preliminar realizada por Procuvin determinó que la tarde del 2 de diciembre de 2014, una patrulla de Prefectura comenzó a perseguir a un Volkswagen Bora blanco tripulado por cuatro personas, que se encontraba en Ministro Brin y Villafañe, de La Boca. La persecución fue corta, siete cuadras hasta Pedro de Mendoza al 1300, muy cerca de la curva que pasa por debajo de la Autopista a La Plata.

Los prefectos bajaron de la patrulla y comenzaron a discutir con las cuatro personas que estaban en el Bora. Unos niños que salieron de la vivienda sobre cuya puerta había estacionado el auto, vieron la escena y fueron a su casa a avisar a su padre, cuyo cuñado estaba involucrado en la discusión con los uniformados. El padre de los niños salió a ver de qué se trataba y comprobó que los prefectos tenían armas de fuego en sus manos. Uno apuntaba al piso y otro hacia su casa, razón por la que el hombre advirtió al prefecto que había chicos y era peligroso. En ese momento, cayeron varios patrulleros más, conformando un total de 20 uniformados, más un carro de asalto que cayó por si acaso.

A todo esto, el padre de los chicos entró a la casa con la sana intención de refugiarse, pero cuatro uniformados rompieron la puerta a patadas y entraron “a las corridas y armados entre los vecinos y niños, sin tomar ninguna medida de protección respecto de ellos”, según cita la presentación de Procuvin. Mientras, los vecinos practicaron lo que parecía un intento de intervención racional, señalando a los uniformados que no tenían orden de allanamiento. La denuncia describe que como respuesta, los prefectos les apuntaron con las armas y empezaron a empujarlos hacia fuera. Después entraron otros tres uniformados, entre ellos un cabo 1º.

“Los agentes efectuaron disparos intimidatorios dentro de la morada del damnificado –cita Procuvin–, quien en ese contexto de forcejeos y desesperación cayó al suelo.” Los uniformados lo vieron en el piso y sin perder tiempo lo redujeron pisotéandolo y a las patadas. En ese momento, un cabo 1º colocó su escopeta sobre el costado izquierdo del hombre y le disparó a quemarropa una posta de perdigones de goma que, a esa distancia, puede ser letal. Le perforó el riñón.

La tarea de seguridad de los prefectos no terminó ahí. El baleado fue trasladado a una base en la calle Lamadrid, debajo del puente de La Boca, pero lo retuvieron en el patrullero. De allí lo trasladaron a la comisaría 24ª donde los federales, con algo de tino, recomendaron que lo trasladaran a un hospital.

Lo interesante de toda la acción es que el malón pidió instrucciones a un superior jerárquico, quien recomendó que no lo dejaran en un hospital porque los podía comprometer. Recién al anochecer una ambulancia del SAME lo atendió y lo trasladó al Argerich, donde fue intervenido quirúrgicamente de urgencia.

Las pruebas de Procuvin incluyen registros fílmicos, testimonios, informes médicos y modulaciones radiales, entre otros. Los nombres de los nueve imputados surgieron del acta que los mismos prefectos elaboraron para encubrir su actuación, y en la que justificaron la detención confundiendo al perseguido con el que estaba en la casa. En ese acta justificaron como accidental el disparo que le costó el riñón a la víctima. Para la Procuvin la justificación es inverosímil: en un video “se puede escuchar que la escopeta fue accionada al menos tres veces”.

Al día siguiente, el mismo cabo 1º del dedo sensible cayó por el hospital y formalizó la detención de la víctima, y dejó un pelotón de custodia.

Además de denunciar a los nueve, especialmente al cabo 1ª, Palazzani y Medina consideraron que como el Departamento Federal de Emergencias había enviado uniformados en masa al lugar, incluso con chalecos antibalas colocados, había dado instrucciones y pedido información sobre el detenido y los lesionados, se debía investigar especialmente a las áreas encargadas de la coordinación del operativo.

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El pedido de investigación de la Procuvin incluye a los superiores jerárquicos que dieron órdenes.
Imagen: Pablo Piovano
 
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