SOCIEDAD

En Santa Fe, la bajante del agua dejó una muerte al descubierto

El cadáver de un hombre ahogado en su casa hace dos días fue encontrado recién ayer. El chaparrón del miércoles entorpeció la tarea de desagote del agua. El tiempo volvió a mejorar.

 Por Juan Carlos Tizziani

Desde Santa Fe

La mirada de los santafesinos sigue fija en el cielo. El último chaparrón de 80 milímetros el miércoles a la noche provocó más zozobra en los barrios inundados del oeste. “Nos pegó un susto grande que nos hizo retroceder en el desagote del agua, pero ya estamos avanzando de nuevo”, dijo el intendente Martín Balbarrey. A siete días del desastre, aún falta desagotar gran parte de los barrios Chalet, Santa Rosa de Lima y Centenario, los más bajos de la ciudad. Ayer permaneció nublado todo el día, pero el pronóstico meteorológico no es halagüeño hasta mañana. En tanto, ayer apareció otra víctima fatal de la inundación en la ciudad de Santa Fe.

El cuerpo de un hombre de 51 años, Jorge Carnevale, fue encontrado flotando en el interior de una vivienda muy precaria, en el barrio San Lorenzo, una de las zonas más afectadas por la emergencia. El juez José Manuel García Porta confirmó que la autopsia reveló la causa del fallecimiento: asfixia por inmersión. Su muerte se habría producido 48 horas antes de ser encontrado. La hipótesis es que el hombre no pudo escapar de la inundación y, por algún motivo, tampoco pudo salir caminando de su casa.

Mientras tanto, otro hombre de 84 años, Tito Ponce, murió en el hospital José María Cullen por una insuficiencia renal, en lo que podría ser también el primer caso fatal de leptospirosis. “Estamos ante un caso sospechoso, pero no está confirmado”, dijo el subsecretario de Salud de la provincia, Guillermo Kerz. “Lo que hacemos en estas situaciones es una investigación epidemiológica, se tomaron las muestras de sangre correspondiente y tendremos los resultados en las próximas 48 o 72 horas para confirmar o descartar la causa de esta muerte”, agregó.

La bajante y la vuelta a casa parecieron aplacar también la ola de piquetes de desesperados que salieron a cortar rutas y calles en demanda de asistencia y alimentos. El gobierno insistió que no reprimirá la protesta social. “No quiero ningún muerto en mi gestión”, fue la orden del gobernador Jorge Obeid a su ministro de Gobierno, Roberto Rosúa. Sin embargo, algunos episodios quedaron bajo la lupa en las últimas horas: el bloqueo a líneas de colectivos, cierta sincronía en los piquetes en el norte de la ciudad y el ataque de un pequeño grupo de encapuchados a la Municipalidad de Santa Fe, donde rompió vidrios y desparramó basura, pero que el intendente minimizó. “Creo que eso fue armado, son esas cosas que se hacen desde la política que me parecen lamentables”, afirmó Balbarrey. Rosúa, por su parte, aseguró que “hay que distinguir. Una cosa es el reclamo social que debe ser socorrido de inmediato por los organismos del Estado y otra cualquier acción de tipo delictivo que no vamos a tolerar bajo ninguna circunstancia”.

Ahora, el gran esfuerzo está puesto en sacar el agua lo antes posible de la zona inundada. La tarea parece enorme ante ese mar marrón y nauseabundo que invade los puntos más bajos de Chalet, Santa Rosa de Lima y Centenario. Los santafesinos vuelven a sus casas como se fueron, sin ayuda. Pero más de 17.000 quedan aún en los centros de evacuados.

La lluvia del miércoles retrasó el desagote. “Nos pegó un susto grande, nos hizo retroceder en el avance del bombeo. Nos cargó de agua otra vez, con varios centímetros en los reservorios, pero las bombas ya están bajando eso que recreció y seguirán bajando el resto. Nos retarda el desagote del agua. O sea, retrocedimos un poco, pero ahora estamos avanzando de nuevo. Las bombas están funcionando a pleno, hay muchísimo bombeo”, explicó Balbarrey.

El nuevo día sin lluvia, aunque nublado y plomizo, ayudó también a mejorar la situación. Los accesos a la ciudad estuvieron libres, por primera vez en la semana. Y para mejor, a media tarde, Vialidad provincial habilitó el tránsito liviano, con precaución y a baja velocidad, en la autopista Santa Fe-Rosario, la columna vertebral de la provincia, más ahora que la Ruta 11 está cortada por la caída de un puente sobre el arroyo Los Padres.

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En la ciudad de Santa Fe quedan todavía 17 mil evacuados y en Rosario sólo hay unos cientos.
 
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