SOCIEDAD › EL OFICIO DE CAMPANERO

En las alturas

 Por Soledad Vallejos

La chomba celeste dice “campanero”. Dante Flores tiene el pelo blanco y la piel curtida, trabaja en el Ejército, pero tiene una doble vida en las alturas de la Catedral. Un rato antes de que suenen las campanas del mediodía, sobre el fin de la misa estacional, a un lado de las filas infinitas de fieles que esperan la confesión, dice: “Estoy cumpliendo 36 años de servicio a la catedral y al Milagro de Salta”. “Comencé por una promesa que hice cuando tenía 25 años. En forma consecutiva y durante todos estos tiempos, ahora tengo 61 años, cumplí ese tiempo aquí en la Catedral”.

Es una fecha especial, pero él está a disposición todos los años, todas las semanas, “cuando el cura mande”. Lo que importa es no perder la mano. “Practicamos en el instrumento, que es el carrillón de la torre de la Catedral, que está compuesto por dos campanas pequeñas, dos medianas y la mayor, que por lo general pesa aproximadamente 800 kilos, y el badajo pesa 200 kilos. Las movemos nosotros, que estamos todos pesados y andamos en los 100 kilos. Es a pulso. Hoy tocamos 15 campaneros, que estamos distribuidos en la mayor, las medianas y las pequeñas”. Hay por lo menos dos familias (“los Ibarra, los Guantay”) cuyos integrantes varones, tradicionalmente, comparten responsabilidades en el carrillón. Todos usan guantes, sogas, protección en los oídos; también cumplen con un estatuto que regula las tareas. Tras cada sesión de campanario, los encargados de hacerlas sonar pesan tres, cuatro kilos menos; “somos como los jugadores de fútbol, tenemos que cuidar la comida, las manos, las piernas, descansar”.

La campana tiene “compases, una música”, dirá Dante, que no sabe cuánto tiempo más podrá seguir en esta tarea, un voluntariado que cumple “como penitencia”, y lo lleva a practicar todos los primeros jueves y viernes de cada mes, “y todos los 13, que es el día de la Virgen”.

–¿Se llega a emocionar tocando la campana?

–Por supuesto. Nos emocionamos tanto como la gente que participa de la procesión. Un campanero no viene de careta. Es un promesante.

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