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El titular del Servicio Penitenciario Bonaerense, Fernando Díaz, afirmó ayer que son conscientes de que “hay dos versiones que difieren” sobre cómo ocurrieron los hechos y que como saben que “algunas cosas son concretas”, decidieron separar a los jefes de la Unidad 28 de Magdalena “con el objeto de llevar adelante una investigación totalmente transparente”. Díaz sostuvo que lo único que se busca es “conocer la verdad a fondo”. La versión oficial de los hechos fue defendida por el subprefecto Miguel Montoya, a cargo del penal la noche de la tragedia, quien aseguró que “en el pabellón 16 había una pelea entre internos, que uno de los efectivos realizó un tiro para que finalizara y que uno de los reclusos prendió fuego a un colchón”.
Una fuente oficial aseguró que la prueba de cómo sucedieron los hechos es que tres de los internos fallecidos tenían puestas, debajo de las ropas, “las fajas que se usan cuando hay una pelea pactada entre los presos; esa precaución se toma para evitar recibir heridas con las facas que se utilizan en esos enfrentamientos”. Según el subprefecto Montoya, una vez iniciado el fuego “las llamas se expandieron rápidamente, los presos empezaron a salir corriendo por la puerta, que nunca se cerró, pero algunos quedaron adentro y quizá se intoxicaron”.
Montoya negó que los penitenciarios no hayan hecho nada para evitar la tragedia. “Con algunos compañeros y otros reclusos rompimos una pared y sacamos heridos, por eso no entiendo a los que dicen que los guardias no sacamos a nadie”, sostuvo el subprefecto. Montoya precisó que las puertas de los pabellones 15 y 16 “estaban abiertas” y que él, en forma personal, colaboró en las tareas para intentar rescatar a las víctimas.
“Yo estaba dentro del pabellón, hice ingresar el vehículo de bomberos, pues el jefe de bomberos tenía temor por alguna represalia”, narró el subprefecto Montoya.