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El final de uno de los dictadores más emblemáticos

El ex dictador chileno Augusto Pinochet Ugarte, quien murió hoy a los 91 años en Santiago como consecuencia de un infarto al miocardio, es tal vez el tirano más emblemático de los que asolaron América latina a partir de los años ’70. Su nombre saltó a la fama en 1973. El 23 de agosto de ese año, Pinochet había sido confirmado como jefe del Ejército por el presidente socialista Salvador Allende, a quien juró lealtad.

Pero esa subordinación duró sólo 18 días. El 11 de septiembre ordenó el ingreso a sangre y fuego al Palacio de La Moneda, donde murió Allende, y se autoconsagró como el angel exterminador del comunismo. "Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia adelante", dijo triunfante luego del golpe de Estado.

Así inició una dictadura feroz, que costó miles de muertos y engendró una corrupción que lo persiguió hasta sus últimos días, los que pasó bajo prisión domiciliaria. Pinochet marcó a fuego a la sociedad chilena. Su dictadura provocó antinomias que, luego de tres lustros de gobiernos democráticos, siguen dividiendo a la sociedad casi por mitades, con una leve ventaja para los sectores antidictatoriales.

Para sus seguidores, el "Tata", como lo solían llamar, es el hombre que salvó al país del "marxismo" y el mentor del modelo económico neoliberal del que muchos chilenos se enorgullecen.

El "milagro chileno", como se lo conoció popularmente, se convirtió en el ejemplo y bandera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Para sus enemigos, es quien quebrantó la democracia e implantó una dictadura que tuvo en la represión, muerte y desaparición de personas el único argumento para imponerse. Las cifras oficiales son elocuentes: más de tres mil muertos, un tercio de los cuales permanecen desaparecidos; decenas de miles de presos y torturados y unos 200.000 exiliados que se diseminaron por el mundo durante su régimen.

El anciano general sabía de sus cuentas pendientes. Por eso desde el poder buscó por todos los medios asegurarse un retiro tranquilo. En agosto de 1988 fue designado por la Junta Militar candidato único a la presidencia en el plebiscito del 5 de octubre, en el que 55,2 por ciento de la ciudadanía rechazó sus intenciones de continuar gobernando hasta 1997.

Tras las elecciones generales de diciembre de 1989, en que fue elegido Patricio Aylwin, Pinochet abandonó el poder en marzo de 1990, pero continuó como jefe del Ejército hasta marzo de 1998. Y antes de irse se aseguró un nombramiento como senador vitalicio, cargo al que renunció en 2001. De todos modos, mantuvo su inmunidad en calidad de ex gobernante, una herramienta que utilizó para trabar el trabajo de la Justicia cada vez que se solicitó su desafuero.

Fuente: Télam

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