CIENCIA › DIALOGO CON MARTIN RAMIREZ, ARACNOLOGO

La hora de la araña

Ingeniosas y pacientes, las arañas son uno de los organismos más variados de la Tierra. Su “árbol de la vida” es vasto y diverso y está siendo objeto de una ardua reconstrucción.

 Por Federico Kukso

Terror de muchos, admiración de pocos, las arañas despiertan en ambos lados del espectro una ola de emociones de signo contrario. Aquellos que las adulan como uno de los organismos más intrigantes y curiosos de la diversidad biológica terrestre no ahorran elogios: que están en todos los continentes (menos en la Antártida) y en todos los climas, que son prodigios de la evolución, maravillosas cazadoras solitarias, arquitectas ingeniosas, símbolo de la paciencia, despertadoras de fobias, uno de los grupos zoológicos más diversos de la Tierra o que ocupan el séptimo lugar entre la biodiversidad del planeta en términos de especies descriptas. Lo que antes era un grupo reducido, ahora se está ampliando, con científicos pacientes y detallistas como Martín Ramírez, especialista en aracnología e investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, que las buscan y las describen con una envidiable persistencia.

–¿Faltó algo en la presentación?

–Sí, en realidad soy biólogo, investigador del Conicet y me especializo en morfología y filogenia de arañas. En el museo lo que hacemos es sistemática y taxonomía, o sea, clasificaciones, trazamos parentescos filogenéticos y resolvemos los nombres de las especies de arañas.

–¿Qué se sabe del mundo de las arañas?

–Habrá casi unas 70 mil especies conocidas. Uno va al campo y trae muchos bichos sin nombre, que nadie conoce. Yo trabajo sobre todo en Sudamérica: viajé mucho a bosques templados de Chile y Argentina. Vamos también al sudeste asiático y a Australia. Por lo general, una campaña dura cuatro o cinco semanas. De ahí que se trae una cantidad enorme de bichos que hay que acondicionar: en una campaña traés fácil mil lotes. Y dentro de cada lote hay entre uno y diez bichos.

–¿Y qué se hace con eso?

–El estudio de esos especímenes depende del interés de cada investigador. Nuestro interés en el museo es tener colecciones perdurables. Los repositorios de especímenes se utilizan durante siglos en los museos. Se dice que una muy buena colección lleva la vida de dos personas. En la Argentina hay una muy buena tradición en aracnología.

–Además de recolectar los especímenes, ¿qué más hace?

–Nosotros estudiamos los parentescos y buscamos rearmar el árbol filogenético de las arañas. Por ejemplo, hay bichos más o menos primitivos en los bosques de Chile que tienen un grupo hermano en Tasmania. Como no teníamos muestras de ADN de este bicho en Oceanía fuimos con el objetivo de hallarlos. Lo que nosotros buscamos no es solamente el “árbol de la vida” de las arañas, sino que teniendo todos los datos morfológicos y genéticos procuramos vestir ese árbol con información que vos podés interpretar evolutivamente.

–Debe ser un árbol bastante grande.

–Así es. Pensá que las primeras arañas son de hace 280 millones de años. Otra de las cosas que estudiamos es cómo evolucionó el comportamiento de construcción de telas, cuándo aparecieron los hilos pegajosos, cuándo surgieron las telas aéreas y con qué parte del cuerpo las hacen.

–¿Sólo las usan para capturar a sus presas?

–No, para nada. En las arañas superiores todo gira alrededor de la tela: con ellas cazan, envuelven los huevos, caminan. Siempre dejan en su andar un hilo que les sirve de cable de seguridad y de comunicación química.

–Ultimamente las telarañas acapararon la mirada de las ciencias de los materiales que buscan imitar su flexibilidad y resistencia.

–Nosotros lo que podemos aportar son datos de diversidad, porque se sabe mucho de unas pocas especies. No todas las telas son iguales. Cambian mucho las propiedades físicas, como la elasticidad, resistencia, grosor. Y además no es que haya una sola fibra. Una araña produce muchas fibras para distintos usos. Nosotros estudiamos bastante la anatomía de cada una de las “fúsulas”, que es lo que hacen cada una de las hebras de seda.

–¿De qué parte de la araña sale la tela?

–Al final del abdomen tiene seis apéndices chiquititos con unas boquillas con glándulas. De cada una sale un hilo líquido y en el momento que se tensa se solidifica. En rigor, la tela de araña son proteínas. A nosotros lo que nos interesa es más que nada la diversidad: no sólo diversidad de formas de vida, sino la diversidad de la morfología que llevan encima. Es otro mundo. La complejidad de los seres vivos está replicada en miles de millones de ejemplares. La construcción de la tela suele ser muy estereotipada: la manera en que ponen los hilos, los peinan y la secuencia suele estar bastante conservado evolutivamente.

–¿Cuál es la estructura básica de una araña?

–Tiene ocho patas, un “prosoma”, que es la cabeza y el tórax fusionado, y ocho ojos. Algo único de las arañas es el órgano de transferencia espermática. Los machos copulan con un bulbo que no está conectado a los testículos y que tienen que cargar.

–Como una mochila.

–Eso es único. Otra exclusividad son las “hileras”, los apéndices donde generan la seda. Todas las arañas tienen eso. Hay que aclarar que las arañas no son insectos, sino artrópodos.

–¿Se secuenció el genoma de las arañas?

–Completamente no. Nosotros estamos secuenciando varios marcadores moleculares para hacer, junto a los datos morfológicos, el árbol de la vida de las arañas.

–¿Películas como El hombre araña ayudaron a difundir la aracnología?

–Jurassic Park les hizo muy bien a los paleontólogos. Pero El hombre araña muchas repercusiones no tuvo, que yo sepa.

–¿Las colecciones de arañas quedan en el museo?

–Todo el trabajo que resulte de nuestro desempeño profesional queda en el museo. Está muy mal visto tener colecciones privadas.

–¿Tienen todas las arañas un comportamiento similar?

–No. Tenés arañas pescadoras, que ponen unos hilitos que van hasta la superficie del agua. Cuando enganchan un bichito lo suben y se lo comen. Otras se especializan en comer otras arañas, están las que arrojan la tela, otras se entierran en la arena. La diversidad es inagotable.

–¿Los comportamientos son aislados o hay cooperación?

–Suelen ser solitarias. Hay casos de arañas sociales, pero son casos aislados. Y no es que haya castas bien definidas como las hormigas. En general, hay un cuidado maternal de las arañas con sus crías hasta que llega el momento de la dispersión, en que las arañas chiquititas cuando están completas se van. Hay otras que abandonan los huevos.

–¿Y hay algún descubrimiento que se esté aguardando?

–Durante mucho tiempo fue el origen de las telas orbiculares, la telaraña típica, que apareció en algún momento de la evolución. Fósiles de arquitectura de telas son rarísimos. Y tendrían que haberse conservado en ámbar, que es demasiado reciente. Nosotros lo que usamos son bichos actuales para trazar su historia.

–¿Se puede comparar en algún punto el comportamiento de los seres humanos con el de las arañas?

–No sé si tanto. Somos muy distintos. Pensá que los canales de experiencia de estos bichos no los vamos a entender nunca. Tienen un ancho de banda de comunicación química o vibratoria en escalas mínimas que nunca lo vamos a poder medir. Y si alguna vez lo hacemos, seguro no lo comprenderíamos.

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