CONTRATAPA

Una sola diferencia

 Por Juan Gelman

¿Busca la Casa Blanca convertir a EE.UU. en un estado policial? No faltan los estadounidenses que se están haciendo la pregunta. Tampoco los hechos que la suscitan. El diario USA Today reveló este mes que poco después del 11/9 el Organismo de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) comenzó a registrar sin órdenes judiciales, como marca la ley, los llamados telefónicos locales de millones de norteamericanos. Los datos son proporcionados por AT&T, Verizon y BellSouth, tres empresas que sirven a 244 millones de teléfonos fijos y celulares, el 80 por ciento de ese mercado. Cualquier semejanza con los métodos de la KGB no parece una casualidad.

Cuando el año pasado se hizo público que el NSA espiaba desde el 2002, siempre sin orden judicial, los llamados telefónicos y los e-mails que los habitantes de EE.UU. reciben del extranjero y envían al exterior, W. Bush defendió la medida con la justificación que se eterniza de “la guerra antiterrorista”. En esa ocasión insistió en que el NSA sólo vigilaba los llamados y correos electrónicos internacionales: “En otras palabras –dijo–, un extremo de la comunicación debe estar fuera de EE.UU.”. Pero hacía cuatro años que lo mismo estaba ocurriendo con los llamados telefónicos que empiezan y terminan dentro de EE.UU. Parafraseando a Juvenal, ¿qué haría en la Casa Blanca el que no sabe mentir?

“Es la base de datos más grande del mundo”, dijo una persona que, como todos los que consintieron en hablar de las actividades del NSA, prefirió el anonimato. El objetivo del organismo es ‘crear una base de datos con cada llamado que se haga’ dentro de las fronteras del país, agregó” (USA Today, 11-5-06). No es nada difícil cruzar un número telefónico con otras bases de datos y conocer el nombre de quien lo usa, su domicilio, su ADN, sus cuentas bancarias y hasta íntimas pasiones que lo tornarían vulnerable a los chantajes. La tecnología ha avanzado mucho y hoy la Stassi, el casi omnipresente servicio secreto de la ex Alemania Oriental, sería una niña de pecho comparada con el NSA.

El propósito declarado de la gigantesca base de datos es identificar patrones de “una ‘red social’ de personas interconectadas, incluidos, tal vez, posibles terroristas” (The Christian Science Monitor, 15-5-06). Y, también tal vez, opositores políticos, dirigentes pacifistas y miembros de organizaciones opuestas a la guerra en Iraq. El ex espía William M. Arkin –“Voltaire” cuando ejercía su oficio en Berlín para el ejército norteamericano durante la guerra fría– ha señalado que “este programa de ingestión, digestión y distribución de inteligencia que maneja el NSA despierta preguntas profundas acerca de la privacidad y las libertades civiles de todos los estadounidenses (...) se está aplicando lentamente un programa de vigilancia exhaustiva que en pocos años permitirá rastrear las actividades y ‘transacciones’ de una persona determinada casi en tiempo real” (The Washington Post, 14-5-06). Vaya, vaya.

El senador republicano Lindsey Graham ha propuesto que W. debe “perseguir a los movimientos quintacolumnistas”, entendiendo por eso “a los estadounidenses considerados poco leales (léase pacifistas), incluidos quienes difunden información que puede ser útil al enemigo” (léase periodistas y críticos de la guerra) (www.truthout.org., 21-2-06). Son candidatos a un futuro no muy feliz: el Cuerpo de Ingenieros del ejército cerró en enero un contrato por valor de 385 millones de dólares con la Kellogg Brown & Root –subsidiaria del gigante Halliburton que Dick Cheney supo presidir– a fin de construir en distintos puntos de EE.UU. lo que suelen llamarse “centros de detención”. Un vocero de la Kellog explicó que esas obras se erigirán en previsión de “un flujo inesperado de inmigrantes a EE.UU. o para apoyar el rápido desarrollo de nuevos programas” (Market Watch, 26-1-06).

Cada uno de esos centros tendrá capacidad para 5000 detenidos y la frase “rápido desarrollo de nuevos programas” se presta a más de una interpretación. Para Daniel Ellsberg –que dio a la opinión pública los “Papeles del Pentágono” sobre Vietnam– “es casi seguro que se ha previsto, para después del próximo 11/9, una redada de personas originarias del Medio Oriente, de musulmanes y posiblemente de quienes no están de acuerdo con la guerra. Ya se ha hecho en menor escala con las detenciones ‘especiales’ de inmigrantes de países árabes y con Guantánamo”.

Hay más: en enero del 2005 se revisó el programa que establece el trabajo de presos civiles en los cuarteles mediante acuerdos del Pentágono con cárceles y penales. Dicho programa, cuya primera redacción se remonta a 1997, autoriza ahora al Fiscal General a “establecer, equipar y mantener campos de detención en los lugares que elija” y a “facilitar... los servicios de los prisioneros de EE.UU.” a los distintos departamentos del gobierno, incluido el de Defensa (www.army.mil/usapa, 14-1-05). La única diferencia que habría entre los centros de detención norteamericanos, los gulags soviéticos y los campos de concentración nazis será el idioma.

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