ECONOMíA › LAS TARIFAS EN ARGENTINA COMPARADAS CON LAS DEL RESTO DE LA REGION

El gas es barato cuando llega por caño

El metro cúbico de gas natural por redes cuesta 9,6 pesos en Río de Janeiro, 6,9 en San Pablo, 3,57 en Chile y 2,18 en Uruguay, en todos los casos muy por encima de los 35 centavos locales. Discrepancias entre el Enargas y las distribuidoras.

 Por Cledis Candelaresi

Los cuadros con precios de otros países que se están adjuntando a las facturas de gas acusan una gran disparidad tarifaria en toda la región, que resulta violenta si se toma a Brasil como referencia. En las principales ciudades del país vecino, el gas por redes cuesta entre diecinueve y veintisiete veces más que en Argentina, donde el valor para los domicilios está alrededor de 35 centavos el metro cúbico. La existencia de esa brecha es un dato conocido. Pero los cálculos plasmados en notas adjuntas a las boletas tienen una fuente indefinida: las distribuidoras aseguran que es el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) el que les proporciona los precios de las naciones limítrofes, mientras que el ente regulador asegura que no.

A través de la nota 9097, el Enargas instruyó a las empresas a que facturen con la leyenda de Consumo Subsidiado por el Estado Nacional, con el añadido de un cuadro comparativo de precios respecto de naciones vecinas. Para esto deben tomar como referencias las tarifas que aplican las empresas de gas natural en Brasil, Metrogas en Chile (igual nombre, pero diferente composición societaria que la firma local) y Montevideo Gas, en la capital uruguaya.

Ese instructivo oficial no incluyó los precios de las naciones vecinas que, según sugiere el Ente, las propias empresas deberían averiguar. Estas, por el contrario, coinciden en que son los reguladores los que les proveen el valor del metro cúbico en cada ciudad del extranjero para hacer la estimación en cada una de las facturas a emitir. Como fuere, todas las distribuidoras utilizan el mismo patrón y no manifiestan ninguna discrepancia respecto de los resultados de la multiplicación.

De esa comparación resulta que el metro cúbico de gas natural por redes cuesta 9,6 pesos en Río de Janeiro; 6,9 pesos en San Pablo; 3,57 en Chile y 2,18 en Uruguay, en todos los casos, valores muy por encima de los 35 centavos locales. El cargo sobre la tarifa del gas, parcialmente suspendido y que regirá a pleno a partir de octubre, llevará el precio del carburante para la máxima categoría de consumo a 60 centavos. Todavía muy lejos de lo que pagan los otros usuarios de la región. A esto se refiere el Gobierno cuando señala que el gas y otros combustibles están subsidiados en la Argentina.

Posiblemente, con esos cotejos esté cumplido el cometido oficial de concientizar a los clientes residenciales de que las tarifas en la Argentina son bajas en términos relativos. Sin embargo, el recurso docente amenaza enmascarar las grandes diferencias en el servicio y en la disponibilidad del recurso que existen entre los países de la región.

Si bien Brasil tiene cada vez mayor cantidad de gas propio en su matriz energética, Río y San Pablo están básicamente abastecidas por el que importa desde Bolivia a 4,5 dólares el millón de BTU, sin los costos de transporte ni distribución. Una primera razón para explicar por qué ese carburante –cuyo uso en la capital carioca es, por cuestiones climáticas, mucho más acotado que en Argentina– resulta más caro.

Pero la conversión de moneda y unidad calórica, realizada por la consultora de Daniel Montamat, llama la atención al menos sobre otra cuestión. El gas boliviano a los brasileños les cuesta 88 centavos de pesos (argentinos). Añadiendo el costo de transportarlo y distribuirlo, ese valor podría trepar cómodo por encima del peso, pero todavía estaría a años luz de los casi 10 que debe pagar un usuario carioca o de los 7 que obla un paulista.

Otra duda válida es si no se está comparando peras con manzanas. El desarrollo de las redes de gas natural en el vecindario poco tiene que ver con la mayor expansión de ese servicio en la Argentina, que sólo en los últimos años tuvo que apelar a la importación, por el retroceso de su producción y reservas. Uruguay importa todo el gas a través de los buques metaneros, que comprimen 600 veces el volumen de ese carburante que llega a puerto a tarifas muy elevadas en dólares. Chile está en situación similar: de a poco se fue independizando del gas que importaba desde la Argentina, pero hoy apela a los mismos costosos métodos de provisión uruguaya.

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Las distribuidoras aseguran que el Enargas les proporciona los precios de los países limítrofes; el ente lo niega.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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