Miércoles, 27 de enero de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL PRESIDENTE APROVECHARá EL DISCURSO DEL ESTADO DE LA UNIóN PARA PROMETER CUMPLIR CON SUS METAS
Congelará por tres años una parte del presupuesto. Quedan a resguardo las áreas de defensa, seguridad social y Medicare.
Por David Usborne *
Confrontado por una sarta de peligros políticos, el presidente Barack Obama aprovechará el discurso del Estado de la Unión esta noche para prometer cumplir con sus principales prioridades internas, incluyendo la reforma de salud y al mismo tiempo tomando decisiones más drásticas para detener el gasto gubernamental. El presidente pedirá un congelamiento de tres años en el gasto discrecional en el presupuesto federal del año que viene, apuntando a programas internos en educación y ciencia y varios servicios sociales. Las áreas que no verán esa restricción incluirán los gastos de defensa y militares así como de seguridad social y Medicare.
La Casa Blanca está reaccionando en parte a la pérdida de la banca en el Senado del difunto Edward Kennedy en Massachusetts a manos del republicano Scott Brown la semana pasada. El debilitamiento en el apoyo a Obama puede surgir en parte de una percepción –hábilmente alimentada por los conservadores– de que está presidiendo sobre un gobierno “enloquecido” en Washington por los déficit que crecen y una deuda nacional que es cada vez más cara al servicio.
Hubo una pizca de noticias alentadoras ayer de la Oficina de Presupuestos del Congreso, que predijo que el déficit presupuestario llegará a 1,3 billón en el actual año fiscal, apenas menos que el 1,4 del año pasado. Más sorprendentes, quizá, fueron los datos de confianza de los consumidores ayer, indicando que los estadounidenses se sienten ahora más optimistas sobre la economía de lo que lo han estado durante más de un año y medio.
Los enormes déficit, sin embargo, continúan siendo un significativo problema político para Obama. La debacle de Massachusetts puso en foco la reacción que provocaron algunas decisiones de su administración, incluyendo el programa de 787.000 millones de dólares de estímulo y el rescate de los bancos.
El congelamiento propuesto es de alguna manera simbólico, afectando a un 8 por ciento del presupuesto federal y probablemente sirva al final para salvar al gobierno sólo de 250.000 millones de dólares. Si tiene éxito en acallar algo de la crítica de los conservadores, también es probable que enfurezca a los demócratas progresistas que ya se sienten abandonados por Obama.
En una señal de desunión en el campo demócrata, el grupo progresista de defensa moveon.org ayer publicó un aviso de página entera en USAToday advirtiendo al presidente y a los líderes demócratas en el Capitolio contra cualquier cambio hace el centro, bajo el titular “Luchen. No arruguen”.
No es la primera vez que Obama se enfrenta a una tarea que algunos consideran que es decisiva para él políticamente. En el pasado le hizo frente a la situación, por ejemplo, cuando dio su discurso en West Point sobre el aumento de tropas en Afganistán o la noche que llamó al Congreso para una reunión conjunta para escuchar su posición sobre la reforma de salud. Pero ahora las cosas están más difíciles. A raíz de que el partido ha perdido su prueba contra los obstruccionistas, la mayoría de 60 bancas en el Senado, las perspectivas para la reforma de salud se han debilitado fuertemente y nadie parece seguro de cuál es la mejor manera de salvarla.
Se escuchan murmullos alrededor de Washington de que durante un tiempo puede haber despidos de alto perfil en el círculo Obama, quizás el secretario del Tesoro, Tim Geithner, o el asesor económico, Larry Summers. Pero generalmente, miembros de su propio partido, muchos de los cuales están ahora preocupados por sus perspectivas de reelección en noviembre, estarán buscando alguna clase de narrativa coherente del presidente para lo meses por venir. Mientras el mensaje de los republicanos –rechazar todas las cosas de Obama– es claro como el cristal, la hilacha del presidente es más difícil de encontrar.
Más bien hay algunas contradicciones en la posición de la Casa Blanca. Aun si Obama se presenta como un disciplinario del déficit, no retrocederá de las prioridades que él cree que a la larga pagarán políticamente. Incluyen planes para una ley de creación de empleos de 150.000 millones de dólares. La promesa de un congelamiento parcial de los gastos no impresionó inmediatamente a los republicanos del Congreso. “Dado el despilfarro sin precedentes de gastos de los demócratas de Washington, esto es como anunciar que uno comenzará una dieta después de ganar una competencia por comer tortas”, comentó Michael Steel, el vocero líder de la minoría de la Cámara de Representantes.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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