EL MUNDO › INMENSA DESAZON ENTRE LOS TRABAJADORES ITALIANOS EN TIEMPOS DE RECESION ECONOMICA

Más de millón y medio de disconformes

Protestas, disturbios y manifestaciones en 54 ciudades del país. El centro de las quejas fue el llamado Jobs Act, una nueva ley laboral que recorta numerosas prerrogativas adquiridas por los trabajadores desde hace años.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

Recesión económica, de-socupación, huelgas, manifestaciones, mafia en Roma, inmigración y crisis dentro de su propio partido, el Partido Democrático (PD), al primer ministro italiano Matteo Renzi no le espera un tranquilo y feliz fin de año y el que viene tampoco se presenta como muy fácil, según algunos analistas.

Por primera vez desde que Renzi llegó al cargo de primer ministro, el pasado 22 de febrero, las medidas económicas y sobre todo laborales impulsadas por su gobierno, que habían sido motivo de mucha discusión y críticas, fueron el motor de una huelga general de ocho horas el viernes y de manifestaciones en 54 ciudades del país. El centro de las protestas fue el llamado Jobs Act, una nueva ley laboral que recorta numerosas prerrogativas adquiridas por los trabajadores desde hace años. El paro –se habla de una adhesión del 60 por ciento y de un millón y medio de manifestantes en todo el país– fue una de las expresiones más claras de la inmensa desazón reinante entre los trabajadores italianos que, en tiempos de recesión económica, se han visto, dicen, “traicionados” por un gobierno de centroizquierda (aliado con el centroderecha).

Pero las marchas del viernes fueron también una muestra de la profunda crisis que está afectando al mismo Partido Democrático, el heredero del viejo Partido Comunista Italiano, el más grande partido comunista de Europa en los años ’70-’80 del siglo pasado y creador de una nueva visión comunista no soviética del mundo: el “eurocomunismo”.

De las manifestaciones participaron numerosos exponentes del área disidente del PD, un hecho que tampoco tiene muchos precedentes. Mientras algunos disidentes atacan a Renzi por ser soberbio y “autoritario”, otros, como el diputado Pippo Civati, reiteran su amenaza de fundar otro partido “de izquierda” si él sigue en la dirección emprendida hasta ahora. Porque, según Civati, las propuestas laborales del primer ministro no son de izquierda, sino que parecen copiadas de Silvio Berlusconi (centroderecha). “Un partido de izquierda que está en el gobierno no puede estar tan lejos de los problemas de los trabajadores. Y que está lejos lo demuestra el éxito de la huelga general –comentó, por su parte, la diputada Rosy Bindi, otra de las disidentes–. No creo que Renzi esté haciendo políticas de izquierda, pero sobre todo es su método el que puede provocar conflictos en el país. Cada día se inventa un enemigo para justificar actitudes y decisiones incluso un poco autoritarias.” Cuán importante es la crisis dentro del PD lo dirá también la reunión que hoy tendrá la dirección en Roma y en las que se esperan chispas y cortocircuitos de todo tipo.

En el contexto de un país que no logra salir de la recesión económica, a la mencionada desazón de los trabajadores y a la desilusión de muchos militantes de izquierda se le agrega la sensación de asco profundo que han sentido los ciudadanos comunes cuando hace pocos días salió a relucir la llamada “mafia capital”, una asociación de ex militantes de ultraderecha con mafiosos de distintos orígenes –pero sobre todo de la ‘Ndrangheta (mafia) calabresa– y con personajes políticos y de la administración pública que, entre otras cosas, han decidido volcarse a actividades más “nobles”, como el “negocio” de los inmigrantes. “¿Tenés idea de cuánto se gana con los inmigrantes? Con el tráfico de droga se gana menos”, le dijo a su secretaria –según una escucha telefónica– uno de los cerebros de este negocio y titular de una cooperativa de ayuda a los inmigrantes, Salvatore Buzzi, arrestado como parte de “mafia capital”. Buzzi se ocupaba, gracias a sus contactos a nivel administrativo y político y pagando consistentes coimas, de conseguir todos los fondos públicos posibles destinados al tema inmigración para luego, por supuesto, dedicar al objetivo de su cooperativa una mínima parte de esos fondos. “Es una vergüenza que se quiera lucrar con los inmigrantes”, comentó Francesco Rocca, presidente de la Cruz Roja italiana que ayuda verdaderamente a los migrantes que a millares llegan de Africa. Y sobre la infiltración mafiosa en Roma el sacerdote Luigi Ciotti, todo un personaje en Italia por su batalla contra las mafias que ha llevado a cabo sobre todo en el sur del país, comentó: “Lo digo con sinceridad, con respeto y humildad, pero me sorprenden aquellos que se sorprenden”, como dando a entender que muchas cosas se saben y se sabían pero poco se ha hecho para contrarrestarlas.

Si se trata de recesión económica y desocupación, el ministro de Economía de Renzi, Pier Carlo Padoan, salió a defender el criticado Jobs Act. “El gobierno no tiene miedo. Esta reforma sirve y permitirá incluir en el mercado laboral a quien ha sido excluido. Los decretos que pondrán en marcha el Jobs Act están casi listos y realizarán la reforma de modo eficaz”, subrayó.

Aunque oficialmente no salió a relucir, no se descarta que las marchas y los problemas de la desocupación hayan sido tocados por Renzi y el papa Francisco, que ayer se encontraron en el Vaticano en audiencia privada. El papa Francisco en repetidas ocasiones ha bregado públicamente por soluciones para los desocupados italianos que en 2014 superaron el 13 por ciento de la población mientras los de-socupados menores de 25 años fueron más del 43 por ciento.

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Policías y manifestantes chocan en el centro de Roma durante el paro general.
Imagen: EFE
 
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