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Una caipirinha envenenada desde el “New York Times”

Acusaciones de alcoholismo del diario norteamericano The New York Times contra el presidente Lula tensaron las relaciones diplomáticas entre Brasilia y Washington, y se estudia iniciar acciones judiciales.

Una nota publicada anteayer por el diario estadounidense The New York Times, que lanza sospechas de alcoholismo sobre el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, provocó malestar en las relaciones entre Brasil y Estados Unidos. En medio de manifestaciones de indignación, un importante asesor de Lula da Silva, el ministro jefe de la Secretaría de Comunicación, Luis Gushiken, expresó su sospecha de que el texto estaría “al servicio de gobiernos centrales que desprecian la soberanía ajena, buscan interferir en cuestiones internas e intentan imponer una visión unilateral”. A su vez, el vocero presidencial André Singer anunció que el gobierno tomará las medidas pertinentes, y se estudiaba emprender acciones judiciales. La prensa reaccionó de modo ambivalente, aludiendo a la debilidad del gobierno de Lula, y un columnista del Jornal do Brasil escribió que por eso “un periodista de quinta categoría se atreve a calumniar a un gobierno de segunda categoría”.
Gushiken destacó que el corresponsal del New York Times en Brasil, Larry Rohter, vive en Río de Janeiro –donde, por otra parte, ayer se sumaron 2000 militares a la lucha contra el narcotráfico–, por lo que no tiene oportunidad de realizar “una observación personal y directa” de los temas de Brasilia. “Quizá, como es común en autoridades estadounidenses equivocarse en cuanto a la capital de Brasil, el diario todavía no se haya dado cuenta de que desde 1960 la ciudad de Río de Janeiro dejó de ser la capital del país”, agregó el ministro en tono irónico. El presidente Lula, que ayer se reunió con comunidades indígenas, ha limitado sus críticas al tenor del reportaje y, en una nota oficial divulgada por su portavoz, André Singer, expresó la “profunda indignación” del gobierno brasileño ante el “reportaje calumnioso”, al cual tildó de “periodismo amarillo”. “Los hábitos sociales del presidente son moderados y en nada difieren de la media de los ciudadanos brasileños”, añadió.
Según el comunicado, el corresponsal del New York Times “simplemente se inventó una supuesta ‘preocupación nacional’ por hábitos del presidente de la República para verter un amontonado de afirmaciones ofensivas y prejuiciosas”, obtenidas “de fuentes oscuras y sin confiabilidad alguna”.
La nota oficial reitera la disposición del gobierno brasileño de adoptar medidas para “la defensa del honor del presidente de la República y de la imagen de Brasil en el exterior”, lo que podría significar una demanda judicial contra el diario y contra el corresponsal.
El reportaje del New York Times sostiene que el supuesto gusto de Lula da Silva por bebidas alcohólicas fuertes genera preocupación entre “algunos de sus compatriotas”, que “empiezan a preguntarse si su preferencia por bebidas fuertes estaría afectando su desempeño en el cargo”. El texto asegura que ése es un tema que debaten “entre ellos” periodistas y líderes políticos, de los cuales “pocos están dispuestos a expresar sus sospechas en público u oficialmente”.
El texto generó indignación también entre los legisladores oficialistas, mientras que los parlamentarios de oposición se abstuvieron de sumarse a las insinuaciones críticas al mandatario. “Creo que debemos dar un voto de confianza y dejar que el gobierno conteste”, dijo el líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en la Cámara baja, el diputado opositor Custodio Mattos.

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Lula, con un obsequio de los indígenas, ayer.
 
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