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La sangre que no para de correr

Fue otro día de sangre y fuego en Irak. Por lo menos 35 milicianos chiítas, acusados de estar vinculados con el jefe radical iraquí Moqtada al Sadr, murieron desde el domingo por la noche en varios enfrentamientos con las fuerzas estadounidenses en el barrio de Sadr City en Bagdad, mientras que al norte en la ciudad de Kirkuk un ingeniero sudafricano y otro iraquí fueron abatidos. Un tercer ingeniero, de origen neocelandés, resultó gravemente herido. El asesinato coincide con la amenaza de un nuevo grupo islamista de matar o secuestrar a todos los trabajadores de empresas extranjeras o árabes. Entretanto, en los enfrentamientos en la ciudad de Kufa al sur, uno de los bastiones de Al Sadr, doce iraquíes murieron y otros 18 resultaron heridos entre el domingo y el lunes, cuando las fuerzas estadounidenses continuaron su incursión en la ciudad santa chiíta. Mientras tanto, en la vecina ciudad de Najaf, una fuente policial informó que varios misiles del tipo Katyusha y granadas de mortero cayeron sobre el edificio del gobierno, donde se encuentra instalada una base de las fuerzas estadounidenses.

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