EL MUNDO › APENAS 250 PERSONAS ASISTIERON A LA CELEBRACION DEL PAPA EN TURQUIA

Misa minimalista a orillas del mar Egeo

Inmigrantes, guardaespaldas, periodistas y muy pocos fieles turcos lo escucharon en una propiedad que se convirtió en sitio de peregrinaje desde que una monja la identificó en una visión hace 200 años como la casa donde la Virgen María vivió sus últimos años.

 Por Peter Popham *

En el segundo día de su visita a Turquía, el papa Benedicto se convirtió en cura párroco y celebró misa ante 250 personas al lado de la casa donde se dice que la Virgen María pasó sus últimos años. También honró el nombre de un sacerdote italiano católico asesinado en febrero por un adolescente turco, aparentemente en un acto de venganza durante una pelea sobre las caricaturas “blasfemas” danesas. “Cantemos con alegría”, le dijo el Papa a la pequeña congregación, una de las más pequeñas que se recuerde en una misa papal, “aun cuando somos puestos a prueba por dificultades y peligros, como hemos aprendido del testimonio dado por el reverendo Andrea Santoro”. A Santoro le dispararon mientras estaba orando en su iglesia en Trabzon, un ex enclave griego en la costa turca del Mar Negro. Su asesino, Oguzhan Aydin, de 16 años, fue sentenciado a 19 años en prisión.

Durante la ceremonia, estuvo muy presente la sensación de una iglesia asediada y cercada. El martes, el Papa era jefe de Estado y jefe de una religión mundial, trasladado en limusinas de un compromiso rígido de Estado a otro, en Ankara, la capital turca. Ayer, celebró misa ante los fieles de la parroquia que se amontonaban entre los árboles de olivo al lado de la “Casa de María”. Benedicto no dijo si María realmente se había mudado aquí desde Jerusalén, después de que su hijo Jesús fuera crucificado cerca del año 30 d.C. En cambio llamó a Efeso –el antiguo nombre griego del área– “una ciudad bendecida por la presencia de la Santísima Virgen María” y se abocó a cuestiones teológicas más que a los escasos hechos históricos.

Esto era extraordinario. El Papa nunca aparece ante una multitud de menos de miles, a menudo de decenas de miles. Para la mayoría de los peregrinos no es más que una forma blanca distante, enmarcada en una ventana del Vaticano. Pero aquí, en la Casa de María en Efeso, estaba prácticamente al alcance de la mano. Los fieles fueron cuidadosamente seleccionados, se dijo, de una franja privilegiada de la vida católica en la costa del Egeo en Turquía, cuya cristiandad se remonta a los apóstoles. Por cierto, algunos entre el montón eran turcos católicos, porque se oyeron las respuestas en turco y los salmos y los cánticos cantados vigorosamente en turco. Pero docenas en la pequeña multitud eran periodistas, muchos más eran de la seguridad turca vestidos de civil; había soldados estadounidenses y su capellán de una base aérea cercana, inmigrantes ingleses e irlandeses de ciudades cercanas, una pareja francesa con raíces en Izmir que se remontaban a cuatro generaciones. Algunos de los extranjeros eran católicos, pero varios eran protestantes.

La pequeña multitud era una postal vívida de lo reducida que ha quedado la comunidad cristiana en el área donde comenzó su primer brote de crecimiento hace dos milenios. En esta nación de 70 millones, la abrumadora mayoría es musulmana. Del resto, sólo 20.000 son católicos. Hay menos de 90.000 cristianos en total. La costa soleada del Egeo en Turquía está comenzando a rivalizar con España como un lugar para que se retiren los británicos y otros europeos occidentales, intercambiando lluvia del norte y frío por sol todo el año y propiedades baratas.

Por lo menos una docena de miembros de la congregación en la misa eran inmigrantes recientes, y la mayoría dijo que estaba muy contenta con el cambio. Jane Moulding, originalmente de Scarborough, que vive en la ciudad de Kusadasi con su marido David, dijo: “Vivimos junto a los musulmanes y nos tratan muy bien”. Pero otro inmigrante británico comentó: “No hay libertad de religión en Turquía. Vivimos en Bodrum, a más de 200 kilómetros, y esta es la iglesia más cercana”.

Aunque es un lugar de peregrinaje precioso, la casa restaurada donde según la leyenda la madre de Cristo pasó sus últimos años apenas puede llamarse iglesia: una casa de piedra sólida, pequeña, y chata, no tiene servicios regulares, aunque se celebran misas en ocasiones especiales y los casamientos son frecuentes. “Nos gustaría tener una iglesia propia en la ciudad, pero las autoridades no lo permiten”, dijo la mujer, una anglicana que pidió que no se revelara su nombre. “Es ilegal tener algún servicio cristiano en un edificio público, sólo podemos tomar la comunión en casas particulares. Solíamos tener un servicio para Navidad, pero finalmente abandoné porque la gente no lo entiende.”

La persecución de los cristianos comenzó en Jerusalén poco después de la muerte de Cristo, provocando el éxodo de los apóstoles a Asia Menor. Juan el Evangelista, según la historia, se mudó a la entonces próspera ciudad de Efeso con la madre de Cristo, donde ella pasó el resto de su vida. El lugar de la casa fue identificado en una visión por una monja llamada Anna Kathernina Emmerich en 1812, pero se ha convertido en un lugar popular de peregrinaje desde la construcción de una carretera por la montaña en 1950. Dos de los antecesores de Benedicto, Pablo VI y Juan Pablo II, también estuvieron aquí.

El culto de María en Efeso se remonta más lejos: la ciudad pagana adoraba a la diosa Artemisa como la madre de toda cosa viviente en la tierra. Cuando la ciudad comenzó a perder su prosperidad porque el puerto se hundió en el fango en el siglo tercero, los ciudadanos rápidamente tomaron el potencial comercial así como la resonancia espiritual de ser un lugar de peregrinaje del nuevo imperio romano cristiano. Todavía es un lugar de peregrinaje, aunque prácticamente todos los cristianos se han ido.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Benedicto XVI celebró una misa en la Casa de María, en la ciudad de Efeso.
 
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