EL MUNDO

La nueva izquierda peruana

 Por Carlos Noriega

Desde Lima

Luego de cerca de tres décadas, la izquierda peruana, agrupada en el Frente Amplio después de largos años de división, vuelve a tener una importante presencia en el escenario electoral. Desde los años 80, cuando reunida en Izquierda Unida se convirtió en la segunda fuerza política del país, que la izquierda no había tenido una presencia electoral propia importante, salvo alguna excepción como su sorpresivo triunfo en Lima en las municipales de 2010. En 2011, la izquierda apostó a Humala como socio menor, pero solamente meses después que Humala tomó el poder rompió con el gobierno por su desvío derechista. “La del Frente Amplio es una izquierda nueva, generacional y programática”, dice a Página/12 Carlos Monge, historiador y antropólogo de Desco.

La candidata presidencial del Frente Amplio, Verónika Mendoza, tiene 35 años, la cabeza de su lista parlamentaria, Marisa Glave, 34. “Por varias razones esta nueva izquierda ha recuperado el espacio de esa población frustrada por los aspectos excluyentes de este modelo económico, por la desigualdad, los abusos, la corrupción. Primero, porque esta es una izquierda muy clara en su crítica frontal al modelo neoliberal. En segundo lugar, porque ha añadido temas que antes no eran considerados por la izquierda tradicional, muy anclada en lo social y redistributivo, como el tema ambiental, el tema indígena, la plurinacionalidad. Una tercera razón es que el Frente Amplio dio una imagen democrática al elegir a todos sus candidatos en primarias abiertas, algo que no ha hecho ninguna otra agrupación política”, señala Monge.

El sociólogo de la Universidad Católica, Sinesio López, destaca la unidad recuperada. “Se ha dado un encuentro entre una buena candidata de la izquierda y un electorado descontento históricamente que siempre está buscando una expresión y que ahora la ha encontrado en la candidata del Frente Amplio. Hay una base estructural de apoyo para la izquierda que tiene que ver con las injusticias históricas, la ineficacia del Estado, la ira acumulada de una población discriminada, especialmente la población andina, base que la izquierda había perdido desde 1990 por sus divisiones y el autoritarismo fujimorista y que ahora recupera”, dice en diálogo con este diario. “Pase o no a la segunda vuelta, la izquierda vuelve a convertirse, después de mucho tiempo, en una fuerza política muy importante”, agrega.

Monje coincide. “La izquierda ya ha ganado, porque no había una alternativa de izquierda de esta magnitud y porque ha posicionado en la agenda temas que los medios se negaban a tratar, como que la consulta previa a los pueblos indígenas es un derecho, el problema del medio ambiente, que el modelo neoliberal no es sacrosanto, que las grandes empresas son en buena medida parte del problema, que la élite política tradicional es corrupta”, analiza.

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