EL PAíS › ANTONIO CALO, LIDER DE UNA DE LAS TRES CGT, SE ANTICIPA AL 1º DE MAYO

“No hay nada que festejar”

En diálogo con Página/12 el secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica pide que se sancione una ley para prohibir los despidos como mínimo por un año. “Cuando se enfría la economía se pierden puestos de trabajo y se achican los gremios”, describe.

 Por Martín Granovsky

Está cumpliendo su tercer período como secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica y lleva tres años y medio al frente de una de las tres centrales que reivindican la sigla CGT, la Confederación General del Trabajo. Primer metalúrgico en ocupar ese cargo desde José Rucci, Antonio Caló (Villa Lugano, 1947) discute estos días la implementación de la unidad cegetista junto con los otros jefes de las CGT restantes, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, y acuerda medidas de acción común junto con las dos variantes de la Central de Trabajadores Argentinos, la de Hugo Yasky y la de Pablo Micheli. Mientras, se deja un tiempo libre para negociar la lista de unidad del Partido Justicialista que encabezarían José Luis Gioja y Daniel Scioli y él mismo acompañaría como otro vicepresidente. Pero su prioridad es, dice, afrontar las cesantías y buscar el modo de evitarlas por ley.

–¿Cuántos despidos constató la UOM en el sector de actividad de sus afiliados?

–El sector está compuesto por 22 mil empresas. Y ya registramos tres mil compañeros despedidos. Lo más duro ocurrió en Siderar, donde hubo despidos masivos. También en Comodoro Rivadavia, porque YPF dejó de comprarle a proveedores metalmecánicos. Y en Campana, donde los despidos afectaron a compañeros de empresas tercerizadas que le dan suministros a Siderca. Al mismo tiempo hay un goteo de despidos. Uno acá, dos allá, cinco en aquella otra empresa...

–¿Hace cuánto que la UOM no registraba tres mil despidos en tres meses?

–No sé, tal vez en el 2001. En los últimos 12 años no pasó.

–Aunque todos los trabajadores no están sindicalizados, le pido unas cifras como termómetro. ¿Cuántos afiliados son hoy en la UOM?

–Somos 250 mil.

–¿Cuántos eran en el 2001?

–Éramos 60 mil.

–¿Y cuando usted asumió, en el 2004?

–Fue después de Lorenzo Miguel. La cifra de afiliados llegaba a 90 mil.

–¿Cómo se elabora la cifra de despidos?

–La elaboran los cuerpos de delegados.

–¿De las empresas grandes?

–De todas. O de afiliados en empresas chiquitas, donde empiezan despidiendo menos porque los patrones saben lo que cuesta formar a un trabajador. Yo mismo pregunto, y todos los compañeros que son dirigentes preguntan permanentemente en todas las empresas para saber la situación exacta. Por ejemplo, una frase puede ser: “Todavía no me suspendieron, pero hace una semana que no hago nada”. Bueno, cuando escuchamos eso es como si se encendiera una luz amarilla. Porque después viene la suspensión y al final puede llegar el despido. Si primero el empresario no les da trabajo, ¿cuánto tiempo pasará hasta que les diga que no los puede mantener en el puesto y los eche? Hay que prestar mucha atención.

–¿El sindicalismo quiere una ley contra los despidos o una discusión en un consejo económico y social con sindicatos, empresarios y el Estado?

–Ya mismo una ley de emergencia ocupacional. ¿No hay emergencias para otras cosas? ¿Por qué no podemos declarar la emergencia cuando ya hay signos de desempleo o registramos muchos casos de desempleo abierto?

–¿Cuál sería el punto clave de la ley de emergencia ocupacional?

–Que se suspendan los despidos.

–¿Por cuánto tiempo?

–Mínimo por un año. Después veremos si la situación mejora o empeora y volveremos a discutir.

–¿Para usted las cosas están mejorando o empeorando?

–Empeorando. Los funcionarios dicen que va a mejorar, claro.

–¿Y usted no les cree?

–No es cuestión de creer. Es cómo son las cosas hoy. Están peor y siguen empeorando. Ojalá que los funcionarios terminen teniendo razón, pero al menos hoy yo lo dudo mucho.

–¿Lo dice partiendo de un razonamiento político?

–No. Parto de la realidad. De lo que vemos en el gremio. De lo que ven en los otros gremios. Para discutir la política hay tiempo. Hoy no estamos en período electoral. Concentrémonos en el trabajo de los compañeros.

–¿Usted descarta un acuerdo económico y social?

–No, para nada. Pero vendrá después. No perdamos de vista las prioridades: ahora es el momento de la ley ocupacional. Y es el momento porque ya ola de despidos. La ola es un problema.

–¿Por qué lo dice?

–Por una cuestión de cantidad y también por los abusos. Hay empresarios que por ahí tienen resto y ya quieren despedir. Cuando hay una ola como la de los últimos tiempos aparecen los empresarios que se abusan. ¿Sabe qué me dicen? “Y bueno, si el Gobierno también despide...”

–¿Qué les contesta?

–Que no quiero que nadie despida a nadie. Y menos con excusas. Pero esto demuestra qué equivocados están los que minimizan la importancia de los despidos en el Estado. Terminan siendo una señal para los empresarios privados. Una mala señal. Por eso nosotros tenemos que ser solidarios. Yo personalmente acompañé las protestas y las carpas de muchos compañeros, aunque no fueran trabajadores industriales como los de la UOM. Acompañé las protestas de bancarios, de aeronáuticos... De muchísimos. La semana pasada, cuando los dirigentes de las centrales sindicales fuimos a la Cámara de Diputados les dije que no hay cosa más triste que una persona que llega a su casa y anuncia: “Hoy me quedé sin trabajo”. Todo cambia. Los pibes empiezan a pensar si podrán seguir yendo a la escuela o al colegio, si comerán como antes o si podrán comprarse un par de zapatillas. Ellos también empiezan a vivir la vida con incertidumbre. Se ponen inquietos.

–¿Por qué le dieron tanta importancia a las reuniones en las Cámaras de Diputados y de Senadores?

–Porque queremos discutir a fondo los temas y porque aspiramos a que haya un acuerdo y que la emergencia ocupacional salga por ley. Ni siquiera pedimos un decreto. Pedimos una ley con toda la fuerza de la democracia.

–En la conversación con los diputados había legisladores solo de las distintas variantes de la oposición. En el Senado también asistieron a la reunión con ustedes legisladores de Cambiemos. ¿Prometieron algo?

–No, solo escucharon. Los que prometieron fueron los otros. Igual yo valoro que hayan ido también de Cambiemos. Ahora espero que se pongan a la altura de las circunstancias.

–Caló, ¿los Panama Papers son un tema de discusión hoy para ustedes?

–Yo conozco la Argentina. Cuando hablan de esas cosas raras a veces ni me ocupo. No es para nosotros. Estamos para defender a los trabajadores. Para defender los salarios, la salud y el turismo. Sobre todo cuando peligran. Es difícil meterse en temas que son para entendidos. O para los empresarios que montan esas empresas.

–¿Las offshore? Aparecen tantas que el que no tiene una parece un seco, ¿no?

–Yo ni en La Salada tengo una empresa. Por eso le repito: discutamos y lleguemos a un acuerdo para que no despidan a nadie más. Es la prioridad de la Argentina hoy.

–A solo 100 días de gobierno las tres CGT y las dos CTA se pusieron de acuerdo en varios puntos. ¿Ese nivel de coincidencias es una novedad?

–(Se ríe). Bueno, la novedad es que haya cinco centrales. Ahora hablando en serio, como usted sabe ya convocamos al Comité Central Confederal y a la unidad en una sola CGT. Los trabajadores lo están pidiendo. La situación amerita que estemos juntos. El viernes 29 de abril nos vamos a juntar todos para conmemorar el Día del Trabajador del 1º de Mayo.

–La tradición peronista clásica no hablaba de conmemoración sino de festejo. Ya le escuché la palabra “conmemorar” a Hugo Moyano, a Juan Carlos Schmid y ahora a usted. ¿Por qué no habrá festejo?

–Porque hoy no hay nada que festejar. En las épocas buenas jugábamos al fútbol y comíamos el asadito. La situación que atravesamos ahora es para estar preocupados por el futuro. Bien preocupados después del aumento de los despidos y las suspensiones. Estamos igual en todos los gremios. El que no entienda que ése es el sentimiento de los trabajadores se quedará afuera. El colectivo de la preocupación ya arrancó.

–Usted dijo antes que no es momento de discutir la política electoral.

–No, no es momento.

–¿Tampoco hacia atrás? Los cinco principales dirigentes sindicales del país no votaron al mismo candidato. En algunos casos es una certeza y en otros una suposición, obviamente.

–El voto es secreto pero igual en este momento no me interesa debatir por quién voto cada uno. Es momento de buscar la unificación. No le está yendo bien a nadie en ninguna rama porque cuando se enfría la economía se pierden puestos de trabajo y se achican los gremios. Es una cadena inevitable de problemas. Si la economía se cae todavía más, sufrirán todos: los metalúrgicos, los camioneros, los gastronómicos, los docentes o los estatales. En estos casos nadie se salva. Nadie.

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Imagen: Carolina Camps
 
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