EL MUNDO › ANTECEDENTES DE LA CRISIS EE.UU.-NORCOREA

Arma nuclear, nuevo capítulo

La relación entre Corea del Norte y Estados Unidos no pasa por su mejor momento. El rechazo al programa nuclear norcoreano lleva varios años, pero el conflicto se acentuó cuando en noviembre del año pasado el país asiático se retiró de la ronda de negociaciones a seis bandas, que incluía a Corea del Sur, Estados Unidos, Rusia, China y Japón. Al contrario de Irán, cuyo gobierno asegura que su proyecto nuclear sólo tiene fines pacíficos, Corea del Norte anunció en febrero de 2005 que posee armamento nuclear y que no dudaría en utilizarlo en caso de ser necesario.

La crisis entre Pyongyang y Washington estalló en octubre de 2002, como correlato de la presentación por parte de la administración Bush de un documento en el Congreso que delineaba la nueva doctrina de Seguridad Nacional adoptada luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas. En ese documento, Estados Unidos estableció prioridades de política exterior y designó los tres países que pasaron a llamarse con el famoso nombre de “eje del mal”: Irak, Irán y Corea del Norte.

La situación con Corea del Norte se complicó aún más cuando en octubre de ese año, una visita de la delegación estadounidense afirmó que existían evidencias del desarrollo de un programa nuclear secreto por parte de Pyongyang. El programa incluía enriquecimiento de uranio, lo que fue reconocido –aunque no de manera oficial– por los norcoreanos. En plena guerra de Irak, el gobierno de Bush indicó que podía hacerse cargo de una crisis a la vez, y comenzaron negociaciones destinadas al congelamiento del programa nuclear norcoreano.

China, como el país que más influencia tiene sobre Pyongyang, presionó a Norcorea para participar de las rondas multilaterales que comenzaron en agosto de 2003, y tuvieron idas y venidas. Corea del Norte ofreció congelar su programa de armas nucleares tan pronto como Estados Unidos reanudara su abastecimiento de petróleo –que había sido suspendido meses antes–, levantara su embargo económico y removiera a Pyongyang de su lista de estados patrocinadores de terrorismo. Frente a esto, Estados Unidos insistió en que sólo podría empezar a negociar un programa de ayuda económica y un pacto multilateral de no agresión tan pronto como Corea del Norte congelara en forma verificable su programa nuclear. A pesar de que en numerosas ocasiones aparecieron indicios de acuerdo, las negociaciones entre los seis países estaban destinadas al fracaso por las constantes presiones de Estados Unidos a los norcoreanos.

Luego de cinco reuniones entre 2003 y 2005, Corea del Norte se retiró de las conversaciones en noviembre pasado y subrayó que no volvería hasta que Estados Unidos no retirara las sanciones impuestas a varias instituciones financieras norcoreanas vinculadas, según Washington, al blanqueo de dinero y a la proliferación de armas de destrucción masiva. “Nuestra postura es que no pueden reanudarse las conversaciones en medio de las desafiantes sanciones estadounidenses”, indicaron los norcoreanos. Las negociaciones siguen suspendidas hasta el momento y la posibilidad de su reanudación parece cada vez más lejana.

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