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Para el Gobierno se trató de un episodio “armado y planificado”

 Por Diego Schurman

El Gobierno no concibió ayer la posibilidad de que haya existido una reacción espontánea de la gente y, por el contrario, aseguró que los incidentes registrados en la estación de trenes de Haedo fueron motorizados por sectores organizados. “Fue un hecho armado y planificado. Se han detectado grupos de izquierda y miembros de la agrupación Quebracho”, señaló el ministro de Interior, Aníbal Fernández.
El funcionario ofreció una conferencia de prensa varias horas después de iniciados los incidentes. Hasta ese momento mantuvo un cúmulo de reuniones y conversaciones telefónicas. El presidente Néstor Kirchner fue uno de los que siguió con Fernández el desarrollo de los acontecimientos.
La alusión a los grupos de iz-quierda tuvo un destinatario directo: el integrante del cuerpo de delegados de Castelar de la Unión Ferroviaria, Edgardo Reynoso, quien responde políticamente al ex candidato a diputado por el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Rubén Sobrero. Ambos desvincularon a los trabajadores de lo ocurrido (ver aparte).
La acusación a Quebracho se basó en una entrevista que el Canal 26 realizó con Nicolás Lista, de esa agrupación.
–¿Hay gente suya en Haedo? –le preguntaron.
–Ya se había convenido que iban a estar.
–¿Y por qué en Haedo?
–Porque es un momento... son gente del lugar que reclama por la no venida de Bush...
Contrariamente, el máximo referente de Quebracho, Fernando Esteche, negó participación alguna. “Ningún compañero de nuestra organización estaba allí (...) a no ser que haya estado a título personal”, dijo a Radio 10. Un comunicado del grupo consideró posteriormente “justa y necesaria la reacción popular contra la estafa de las privatizaciones”.
Por su parte, la concesionaria TBA y la Unión Ferroviaria repitieron aquello de que en las formaciones había pasajeros que pensaban participar de la anticumbre de Mar del Plata. El Gobierno prefirió tomar distancia de esta última versión.
En lo que sí machacó Fernández fue en señalar que, a través de filmaciones, se divisó tanto a Reynoso como a Armando Vivas, un ex integrante del sindicato de conductores de locomotoras La Fraternidad. Y que ambos serán denunciados por el Estado “por delito federal”.
Reynoso y Vivas reconocieron su presencia en el lugar, aunque manifestaron que eso no configura ningún delito. “Están buscando un chivo expiatorio. Y en vez de agarrarse con la empresa por el mal servicio que presta prefieren culpar a los trabajadores”, salió en su defensa el adjunto de la seccional Victoria de la Unión Ferroviaria, Claudio Carreño.
El 4 febrero de 2003, durante un acto de campaña en el microestadio de Lanús, Kirchner dijo que iba a “recuperar” los ferrocarriles para que el país estuviera “conectado como se merece”, en una clara crítica a las concesionarias. Ayer, a pesar de las ostensibles quejas de los usuarios, nadie en la Casa Rosada amagó con la idea de reestatizar los servicios.
Fernández realizó la conferencia tras recolectar información de agentes de seguridad, del secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y del ministro de Planificación, Julio De Vido. Escuchó, además, la versión de los líderes de La Fraternidad, Oscar Maturano, y de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, quienes coincidieron en culpar a sectores de izquierda.
En el despacho de Fernández hablaron de un “sabotaje”, producto de la interna sindical. Y ofrecieron a Página/12 un combo de razones para justificar la hipótesis oficial:
- “Una cosa esa hablar de una pueblada o de actitudes de bronca y otra que uno viaje con una bomba molotov y tumberas, como tenemos notificado, para utilizarla en el caso de que el servicio funcione mal”.
- “Tampoco nadie viaja con una caja de fierros cortados. Aparecieron varios fierros que no sabemos su procedencia”.
- “Nadie se queda en un lugar durante horas para expresar su bronca. El obrero busca una alternativa de transporte para llegar a su trabajo”.
- “Los vecinos respetan a los bomberos: que no dejen pasar a los bomberos para que apaguen el fuego, suena raro”.
El ministro debió reordenar la agenda: su cabeza estaba en Mar del Plata, donde viajó por la noche para monitorear el dispositivo de seguridad de la IV Cumbre de las Américas. Pero la urgencia lo obligó a contactarse con Felipe Solá y León Arslanian.
El gobernador y el ministro de Seguridad bonaerense le pidieron ayuda para contener los disturbios. Fernández dispuso el desplazamiento de 200 efectivos de la Gendarmería Nacional y de la Policía Federal hacia la estación de Haedo para apuntalar el trabajo de los agentes provinciales.
Un posterior comunicado de Arslanian pareció insinuar que los hechos fueron planificados. No sólo al aludir que un pasajero de la formación llevaba “un bidón de nafta en una mochila”. También al mencionar que otros dos hombres, que “portaban chalecos negros con la inscripción MTP y circulaban con el resto tapado, al producirse la avanzada policial se deshicieron de estos chalecos y se mimetizaron con otras personas”.
De todos modos, el final del texto coincide con lo que Arslanian le dijo en privado al intendente de Morón, Martín Sabbatella. Básicamente, que hubo una “protesta popular” espontánea por un desperfecto y que sobre esa protesta se montaron otras personas para incitar a la violencia. La versión no coincide plenamente con la del Gobierno.

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Dos patrulleros fueron dados vuelta e incendiados en medio de las pedradas y botellazos.
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